Fichajes fallidos
En un gracioso sketch del diario deportivo Olé, dos elegantes managers argentinos –con labia de cancillería y moral de contrabandista– venden a un grupo de empresarios saudíes un futbolista mediocre a un precio astronómico. “El pibe es una síntesis del juego del Río de la Plata y Holanda del 74”, afirman sin ruborizarse, con ojos llorosos y voz quebrada, fingiendo tristeza por la partida de un “tronco” que no debería estar ni en la reserva del fútbol profesional. Los incautos de turbante caen en la trampa, sueltan los millones y hasta son tramposamente felicitados “por su gran ojo futbolístico”.
Así de tragicómica es la candidatura de Andrónico Rodríguez, “fichaje estrella” de la izquierda nacional. Para que el movimiento popular no sucumba en las próximas elecciones, destacados intelectuales, columnistas y periodistas afines, han tejido una narrativa fantástica en torno suyo.
Lo pintan como la encarnación de la renovación, ese término ambiguo que tan fácilmente se presta al embuste y a la confusión. Lo promocionan como un individuo preparado, con formación sindical y además con altos estudios académicos, con comportamiento sereno y discurso conciliador. “Se viste al estilo occidental y no pijcha coca”, agregan los más mañudos. Así como aquellos astutos managers argentinos, buscan venderle al electorado un jugadorazo capaz de golear a sus rivales políticos, a quienes pintan como veteranos de museo.
¿Pero cuánto de esa tapa de El Gráfico es verdad? ¿Qué demostró en cancha este Lamine Yamal chapareño que aspira a la presidencia? ¿Acaso exhibió la claridad del Beto Alonso o la agudeza de Johan Cruyff? Mana. Cinco años como presidente del Senado sin un sólo (discurso) “partido memorable”, sólo silencios cómplices. En idioma futbolístico: un anodino lateral que avanza por izquierda y malpatea con derecha, con nula proyección.
El perfil del candidato es aún más inquietante: Andrónico juega de espaldas al público. No habla con la prensa ni antes ni después del partido. Peor aún: cuando los micrófonos acechan, se fuga por el túnel del vestuario. Las elecciones nacionales son el próximo mes y aún no conocemos sus propuestas: ¿mantendrá o no la subvención de carburantes?, ¿se prestará dólares para estabilizar la economía?, ¿cuál es su posición respecto del tipo de cambio?, ¿promoverá una profunda reforma judicial?, ¿defenderá al país de los desalmados mineros cooperativistas y de los agroindustriales ecocidas?, ¿va a desbloquear la republiqueta del Chapare e incorporarla a Bolivia?
Su postulación es preocupante, pero su contraparte derechista es surrealista. Los managers de Alianza Libre superaron el cinismo: quieren vender un jugador de béisbol a un equipo de fútbol. Según Luis Vásquez, coartífice del propósito, más que un perfil de vicepresidente, se trata de un “concepto” (¿?).
Un “joven promesa” –tiene 38 como yo, que ya me considero un viejo renegón– con alarmante desconexión de la realidad nacional y de su propia región (Santa Cruz). No construyó a lo largo de los años un diagnóstico ni una opinión de país, e improvisa (mal) con un compendio de información que le prepararon los managers –un concentrado en cubitos como los que usamos para reemplazar el caldo de pollo–. Un empresario digital, simpatizante de Trump y dog lover, a quien los mastines del legislativo despedazarían en el primer tiempo. Tuto Quiroga, un tipo inteligente y locuaz, subestimó a sus simpatizantes al elegir, con suma frivolidad, a un acompañante que bien podría confundir a un campesino boliviano con un farmer de Missouri.
Los electores críticos estamos molestos con tanto error de casting. En tiempos de crisis, necesitamos candidatos bien cocidos, no a medio hervir. Queremos certezas, no “jóvenes promesas”. Los bolivianos la estamos pasando mal, ¿acaso los políticos no lo saben? A cambio, lo mínimo que deberían ofrecernos es profesionalismo, seriedad y sobriedad.
Imagino la cara de aquellos sheikhs cuando descubrieron que su “crack” no era el catálogo viviente de "gambetas, chanfles, rabonas y chilenas" que les vendieron los gauchos chantas. El sketch termina con una afirmación poderosa: “Cuidado: si no tenés toda la información, no tenés nada”, muy útil para comprar jugadores, pero también para elegir candidatos. Los votantes no tenemos petrodólares para quemar en fichajes fallidos.
El autor es arquitecto en Atelier Puro Humo
Columnas de DENNIS LEMA ANDRADE