El triunfo que nadie vio llegar
El último triunfo de la Selección Nacional de Fútbol sobre Brasil no sólo regaló una alegría a un país que día a día enfrenta dificultades; sino que mostró la importancia de valorar los procesos deportivos, como el que inició el director técnico, Óscar Villegas.
Salvando las diferencias, el festejo del 9 de septiembre se pareció mucho a la clasificación de Bolivia al Mundial de EEUU, en 1994, cuando también se tuvo un ciclo con un entrenador que llevó adelante un proceso de crecimiento de la Verde, Xabier Azkargorta, hasta ahora, el único técnico que llevó a la Selección Nacional a lo más alto: un mundial de fútbol.
Bolivia jugó el partido contra Brasil como una final y ganó 1-0, por lo que el pitazo final llenó de alivio al público que llenó el estadio de Villa Ingenio, en la ciudad de El Alto, porque finalmente el ciclo de Óscar Villegas cumplía uno de sus objetivos: acercarnos a llegar al Mundial 2026. Bolivia mantiene su sueño y podrá disputar una de las plazas en el sistema de repechaje.
El triunfo de la Verde no sólo fue una victoria en la cancha, sino el reconocimiento del trabajo que realiza el equipo técnico desde hace más de un año con la ilusión de llegar al Mundial después de 30 años.
No es fácil, cuando al frente están selecciones que han disputado varias copas del mundo y que tienen en sus cuadros a figuras que juegan en los clubes más competitivos. Sin embargo, tampoco es imposible.
La noche del martes ganaron también los optimistas que, pese a las derrotas que sufrió la Selección, mantuvieron su apoyo y creyeron hasta el final que la Verde podía derrotar a un gigante y a la historia que la daba los triunfos a Brasil.
Este equipo, dirigido por Villegas, demostró que la persistencia y la planificación son más fuertes que el escepticismo.
Este triunfo que ahora renueva las esperanzas en la Selección no surgió de la nada; sino que es el resultado de un trabajo silencioso y hasta criticado con frecuencia por la prensa especializada y los hinchas.
A pesar de los cuestionamientos, el equipo técnico logró mantenerse y seguir apostando por un equipo joven y una metodología de juego propia. Incluso, dejó en el camino a jugadores con más experiencia y apostó por la continuidad en lugar de la desesperación.
Es fácil subirse al carro del equipo ganador, pero el verdadero desafío es continuar apoyando a la Selección Nacional en procurar de lograr buenos resultados o aun cuando estos no lleguen.
Hoy, celebramos este triunfo tan importante ante Brasil, pero no olvidemos la lección más valiosa que nos ha dejado: la paciencia y la fe es un proceso son esenciales para alcanzar el éxito y darle una alegría al país.
El siguiente paso es el repechaje, que también requerirá de apoyo incondicional.