¿Podrá devenir un giro en nuestra política exterior?
Bolivia amaneció el pasado lunes con un escenario inusual: un presidente electo que, apenas horas después de vencer en las urnas, anunció que buscará restablecer relaciones diplomáticas plenas con Estados Unidos, tras más de una década de distancias y reproches. Rodrigo Paz abrió ese camino en su primera declaración pública; un gesto que, más que simbólico, reordena el mapa de la política exterior boliviana y anticipa un giro de envergadura.
El anuncio no cayó al vacío. Washington difundió una declaración conjunta firmada junto a ocho países, entre ellos Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay, Trinidad y Tobago, en la que expresan su disposición a ayudar a estabilizar la economía boliviana. A través de acompañamiento técnico, apertura financiera y acceso a mecanismos multilaterales de cooperación.
No obstante, este realineamiento no está exento de costos. Para captar esa ayuda habrá que ordenar la casa: cuentas fiscales, subsidios, seguridad jurídica, racionalización del gasto; además de recalibrar la narrativa de soberanía y redefinir vínculos con actores como China, Rusia e Irán.
El reencuentro con Washington no es un simple trámite protocolar. Es la llave de acceso a organismos, líneas de financiamiento, renegociación de deuda y credibilidad internacional. Representa también el retorno a una agenda menos ideologizada y más pragmática, donde el alineamiento ya no se mide por discursos, sino por la capacidad de atraer inversión, reconstruir reservas y evitar una crisis social desbocada.
La geopolítica no espera a los ciclos internos. Cuando un país se aísla, se lo reemplaza; cuando vuelve, debe recuperar terreno perdido. Bolivia se reengancha tarde, pero se reengancha en un momento en el que el mapa mundial se encuentra en pleno reordenamiento.
De aquí en adelante, la política exterior dejará de ser consigna para convertirse en política económica con consecuencias directas sobre el bolsillo de la gente. Paz tendrá apoyo internacional, al menos al inicio. Lo que no tendrá es tiempo. Ya tocaron la puerta; ahora falta ver si Bolivia abre y se sienta a negociar.
El autor es economista
Columnas de PABLO AGUILAR ACHÁ


















