“Un hijo”, una novela llena de llamadas de atención
Verónica Linares
Escritora
A través de una novela muy emotiva repleta de observaciones y llamados de atención que sutilmente se van enredando en la trama, Alejandro Palomas nos envuelve en una historia en la que es imposible no implicarse y sobre todo no enamorarse de su personaje principal: Guille, un niño de nueve años.
Y es que justamente, Guille no es uno más del montón. Él es un niño aparentemente feliz e hipersensible al que no le gustan las mismas cosas que al resto de sus compañeros: no es fan del fútbol, no le gusta el rugby, es un devorador de libros, en especial de los cuentos de hadas; le gusta la danza y le gustaría bailar como Billy Elliot… pero, sobre todo, ¡es un apasionado por Mary Poppins! Y, de hecho, le ha contado a toda su clase que él quiere ser Mary Poppins cuando sea grande.
Además, como es de esperarse en estos casos, en su clase nadie lo elige para los equipos de deporte o para los juegos y su mejor amiga es una niña paquistaní, Nazia.
De esta forma, su maestra Sonia, intrigada y algo alarmada por los gustos y la situación de Guille en su clase, decide que debe verlo la orientadora, pues cree que está frente a la punta de un iceberg, y en realidad de uno muy grande y profundo que hay que ir descubriendo.
Es así, que gracias a los relatos o testimonios en primera persona de tres de los personajes de la novela: Guille, su padre Manuel y María, la orientadora del colegio, Palomas va avanzando en la historia, adentrándose en los puntos de vista de los mismos, en sus sentimientos, sus vivencias e impresiones. Lo interesante de esta forma de abordar la narración, es que el lector va recibiendo información sobre la misma a partir de seres que tienen edades, sexos, actividades, sentimientos y puntos de vista completamente distintos. Por lo tanto, la trama se enriquece enormemente y el lector logra captar matices, indicios y motivos de los personajes, que desde un solo punto de vista no serían posibles.
Gracias a la ayuda de la orientadora, la cual procede de una manera muy profesional y humana, nos vamos enterando que Guille está rodeado de secretos que nadie logra entender muy bien: su madre, Amanda que es una azafata de origen inglés ya no está con su familia debido a que se fue a trabajar en una aerolínea de Dubái. Supuestamente ella le escribe cada semana y habla con su papá cada noche por el ordenador. Pero la situación no es tan simple y Guille lo sabe, hay un gran secreto detrás… Manuel, su padre también extraña a su esposa y además reconoce que ella y su hijo tenían una conexión especial: “Verlos juntos era como…como un milagro: miraban igual, movían la cabeza igual, sonreían igual…” (p. 52)
Entonces, gracias a los dibujos de Guille, a las charlas que sostiene con él, e inclusos a sus gestos, María la orientadora se da cuenta de que el niño cree que solo si se disfraza de Mary Poppins para la presentación de Navidad del colegio y pronuncia la palabra mágica: “supercalifragislisticoespialidoso”, podrá salvar a su padre de la situación en que se encuentra. Asimismo, cree que podrá salvar a su única amiga Nazia, quien está destinada a casarse con un primo de 32 años que vive en Pakistán.
Alejandro Palomas, por medio de una historia de búsquedas, de secretos y verdades a medias, nos presenta a personajes de una sociedad moderna, donde los problemas modernos abundan y de cierta forma siempre terminan lastimando a los más vulnerables: Manuel Antúnez es un padre que debe enfrentar la ausencia de su esposa y por lo tanto debe asumir su paternidad solo, y debido a sus prejuicios machistas no logra comprender la situación de su hijo. Guille, debe atravesar muchas dificultades, no solo por la súbita ausencia de su madre, la cual no logra entender del todo, sino porque también es rechazado en el colegio; sus gustos y su forma de ser no encajan con el resto y encima ¡quiere ser Mary Poppins! Nazia, su amiga pakistaní, sufre los problemas de su cultura, así como los de los migrantes ilegales. Y, finalmente María debe lidiar día a día para lograr ayudar a sus pacientes del colegio, enfrentando sus cargas emocionales, así como las de los padres que pueden llegar a ser muy hoscos y hasta agresivos.
Como un rompecabezas, con retazos de información, de dibujos, de encuentros, de palabras y de emociones, Palomas nos hace partícipes de varias situaciones y nos lleva a descubrir el fondo del iceberg.
“Un hijo” es una novela casi como la personalidad de Guille, es un tejido fino, misterioso, frágil, con pausas, silencios, y un suspenso muy bien logrado cuando el autor cambia de interlocutor y deja que el lector vaya adivinando, imaginando el fondo del iceberg. Como bien lo dije en un inicio, es un relato lleno de emociones que son fácilmente traspasadas al lector, sobre todo al final, cuando el desenlace nos rompe el corazón, pero al mismo tiempo nos da esperanzas.