Música en línea: todo lo que se gana y también se pierde
La música ha cambiado tanto sus soportes y formatos en las últimas dos décadas que en este tiempo de confinamiento, en el que la red se ha vuelto la ventana por la que alcanzamos casi todo el arte que consumimos, surge la interrogante de si todo este movimiento es ganancia para la música y los intérpretes.
Lecturas & Arte consultó con tres artistas de la escena musical boliviana al respecto. Verónica Pérez, de Efecto Mandarina, explica que este momento en particular le está sumando a la música, pero no al bolsillo del músico. “Todos estamos compartiendo música en conciertos live y etc. pero no todos son pagados, me imagino. Entonces, si bien pasan cosas nunca antes vistas, como estar tocando en tu sala y que hayan 600 conectados, no ganas nada y lo haces por puro amor al arte, lo cual es hermoso, y necesario en este momento, pero quizás a la larga también sería muy difícil sobrevivir así. Nosotros vivimos de conciertos porque ya no se venden tanto los discos físicos y el streaming en Spotify y demás plataformas te genera 0,036 dólares por escucha, es decir, es muy poco. Por lo tanto, creo que sí es un momento importante para que gente que no tuvo la oportunidad de escucharte en vivo o conocer tu música lo haga desde su propia casa”, dice Pérez.
Para el compositor Willy Claure, los “formatos” son sólo medios de archivo, lectura y difusión. Pero el trabajo individual o colectivo de expresión y creación no tiene límites ni impedimentos de sobrevivencia. “En principio, pienso que lo virtual no limita a la música. Quizás más bien la hace más universal, porque la llegada al público se enmarca en un radio de acción mucho más amplio”, añade.
Para la cantante cochabambina Fulvia Fossati, la música sí sobrevive cualquier formato. “Somos seres musicales por naturaleza, la música ha estado en todas las culturas desde el principio de los tiempos como una forma de conectarnos, entre nosotros y con el universo. Creo que muchos músicos estamos acostumbrados a ciertos formatos, por ejemplo, yo siempre he cantado acompañada de otros músicos y ahora no puedo hacer eso en vivo, y tampoco tengo equipo en mi casa para grabar o hacer transmisiones con una buena calidad de sonido, pero eso no me ha impedido seguir haciendo y compartiendo música”, explica la artistas quien también da clases en línea.
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VERÓNICA PÉREZ
Las virtudes del formato virtual son justamente ésas, la facilidad de interacción personalizada entre músico y su alumno o audiencia; a pesar de la distancia física, se tiene la presencia casi íntima del músico. En mi caso, es diferente porque las clases de canto son casi un ejercicio físico, por tanto, me es más difícil dar clases así; se puede, pero es mejor escuchar en vivo la respiración de la alumna, la forma en la que maneja el diafragma y su movimiento corporal. Sin embargo, es muy factible y, además, puedes tener clases o conciertos de gente al otro lado del mundo, que es lo más interesante.
He estado escuchando mucho Duke Ellington, me alegra y me pone de buen humor, desayunar con eso o cocinar con eso me hace bien. Aparte, he estado viendo algunos conciertos live como los de James Blake y Aznar, además de varios conciertos de amigos músicos que tocaron en el festival de música en cuarentena para el que también participé. Honestamente, recomiendo escuchar música alegre, lo que sea que te guste.
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WILLY CLAURE
Nuestro público es nuestra fuente principal de vida, si lo tomamos en cuenta como receptor de nuestras obras (por supuesto una vez que lo tenemos). Para mantener el nexo y/o dinámica de interacción, debemos convocarlo físicamente y mantenerlo informado o al tanto de nuestras actividades artísticas a través de redes sociales, que además nos dan la posibilidad de interactuar con la gente.
En este tiempo excepcional en el que los artistas, no sólo los músicos, deberíamos pero no podemos convocar a nuestros pequeños o grandes públicos, nos queda solamente conectarnos de forma virtual.
Ahora bien, existe un factor fundamental que es real, “los músicos no viven del aplauso solamente”.
Pienso que lo virtual tiene que ser en este tiempo (ojalá que no sea muy largo) el medio de acción-reacción en el que se siga manteniendo el “Dar” y “Recibir”.
Si debo recomendar, en esta coyuntura lo haría en sentido de apoyar a los artistas bolivianos que publicaron sus obras en YouTube, ya que es una plataforma que de alguna manera ayuda a compartir y difundir.
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FULVIA FOSSATI
Creo que más bien es un estímulo a ponernos más creativos y trabajar más fuerte en poder crear música individualmente, y también es un empujón para que todos los músicos aprendamos a manejar herramientas que nos permitan seguir haciendo canciones juntos, como ya se han visto tantos videos donde se arman canciones con cada músico tocando desde su casa.
Se le puede ver el lado positivo, los conciertos virtuales llegan a más gente, es como hacer un concierto en varias ciudades y hasta países simultáneamente. El único lado negativo es que no percibimos ningún ingreso económico por hacer nuestro trabajo, pero creo que sí recibimos mucho de la gente. A pesar de que es a través de una pantalla, se llega a generar una buena conexión emocional con el público y eso es algo súper lindo que estoy descubriendo con todo esto.
He estado escuchando varios conciertos en Facebook, Instagram y YouTube, transmisiones en vivo, y las disfruto mucho, la verdad. Estoy escuchando más músicos bolivianos y, bueno, personalmente siempre disfruto de escuchar “mi descubrimiento semanal” en Spotify.