Siete días después de la devastadora riada que arrasó comunidades enteras en Samaipata, la emergencia lejos de ceder se expande hacia Yapacaní, Apolo y Guayaramerín, donde las intensas lluvias han dejado caminos intransitables, familias aisladas y cientos de damnificados que luchan por recuperarse mientras la amenaza climática continúa.