Bolsonaro se queda sin recursos judiciales y comienza a cumplir la condena de 27 años en prisión
El expresidente brasileño Jair Bolsonaro comenzó a cumplir ayer la condena a 27 años de prisión que le fue impuesta por intento de golpe de Estado en una pequeña sala de doce metros cuadrados de la sede de la Policía Federal en Brasilia.
Una sala que tiene como todo mobiliario una cama individual, una pequeña mesa, un televisor y unas estanterías de madera, con paredes pintadas de color blanco y sin ningún cuadro ni adorno, según unas imágenes que ha difundido la propia Policía Federal.
Ayer en la mañana le han visitado dos de sus hijos y la víspera lo hizo su esposa, que le cocina platos caseros con los que se alimenta el expresidente, que ha preferido no probar el menú de la Policía Federal para los presidiarios.
El líder de la ultraderecha, quien estaba en prisión domiciliaria por incumplimiento de diversas medidas cautelares impuestas en el marco del proceso, ya había sido transferido a esa sala de la sede de la Policía Federal el pasado sábado, tras intentar dañar una tobillera electrónica que era parte de esas restricciones.
Ayer, el juez Alexandre de Moraes, relator del juicio que cursó en la Primera Sala del Supremo, determinó el fin del proceso tras considerar que se han agotado las posibilidades de recursos.
En esa decisión, también estableció que el expresidente (2019-2022) empiece a cumplir la pena de 27 años y tres meses de prisión en esa misma sala y que se le garantice al reo la debida atención médica. Si el expresidente Bolsonaro tuviera que cumplir toda la pena entre rejas, saldría con casi 100 años de prisión.
La legislación penal brasileña, muy volcada en la reinserción social, contempla que en un caso grave como el de Bolsonaro el preso cumpla un 25% en régimen cerrado (lo que se traduce para él en seis años) antes de pasar a una semilibertad que permite salir a trabajar.
La decisión también alcanza a otros exfuncionarios que integraron el núcleo principal de la trama. Otros dos condenados, Augusto Heleno y Paulo Sérgio Nogueira, ambos generales del Ejército, fueron enviados a la instalación militar de Brasilia para cumplir sus condenas. El exministro de Justicia, Anderson Torres, está encarcelado en la penitenciaría de Papuda, también en la capital de Brasil.
El almirante Almir Garnier cumplirá su condena en instalaciones de la Marina en Brasilia. El compañero de fórmula de Bolsonaro y exministro de Defensa, Walter Braga Netto, otro general del Ejército, permanecerá en prisión en instalaciones militares en Río de Janeiro.

























