Todavía faltan varios capítulos
Todo proceso judicial, tiene una parte demandante, una contraparte y un juez, que es quien en definitiva resuelve la controversia. Las partes pueden alegar todo lo que quieran dentro de los límites establecidos por la norma y, según el caso, por la propia autoridad judicial, por tanto, presentar una demanda bien fundamentada o contestarla en forma contundente, pueden no significar nada, pues quien finalmente dirá quién tiene la razón y quién no, es el juzgador. Es recomendable para los patrocinantes no generar expectativas sobredimensionadas en sus representados, especialmente no hacerles creer que con presentar un escrito el asunto está resuelto.
En días pasados, Chile presentó su respuesta a la memoria presentada por Bolivia el año 2014. Los de la Araucanía tenían diez meses para contestar, pero eligieron el camino de la objeción preliminar, terreno en el que sufrieron una incuestionable derrota (14 votos a favor y 2 en contra), y no les quedó otro camino que ingresar al debate de fondo sobre lo planteado por Bolivia. Su obligación de negociar un acceso soberano al Océano Pacífico.
Hoy, las autoridades de Chile anuncian a los cuatro vientos que su documento es “…muy contundente que establece la verdad histórica, incluso con fuentes bolivianas y de otros países, y demuestra que no hay ninguna obligación de negociar con Bolivia”. Acá cabe la reflexión del primer párrafo, si bien presentar la demanda no significó ganar el proceso, presentar la contramemoria, menos. Pretender hacerles creer a sus representados que el asunto está ganado es poco menos que irresponsable e impropio para autoridades de tal nivel.
Omiten, los representantes chilenos, decir que éste es apenas el cierre del segundo capítulo de esta historia, que aún faltan otras etapas y que, probablemente, recién en septiembre se reunirán los agentes de ambos países con las autoridades de la CIJ, con quienes acordarán los próximos pasos de este proceso. En términos sencillos, se definirá si Bolivia solicita una nueva ronda de alegatos escritos, o, en su caso se resuelve pasar directamente a la etapa de las audiencias orales, después de la cual recién la Corte podría fijar un plazo para hacer conocer su veredicto.
Una copia del documento presentado por Chile, más sus anexos, ya le fue entregada a nuestro agente en La Haya, quien junto con su equipo nacional y extranjero, se encargará de traducirlo y analizarlo, en virtud a ese análisis se determinará la pertinencia o no de presentar una réplica, en cuyo caso Chile tendrá derecho a presentar su dúplica, esa es la razón por la que los agentes de ambos países se volverían a ver en septiembre. Corresponde acá una precisión, todas las alegaciones y los documentos a presentarse tienen que circunscribirse únicamente a los aspectos que fueron delimitados por la Corte a tiempo de declararse competente para resolver este asunto.
Dado el carácter reservado de la etapa escrita, ninguna de las partes puede develar los aspectos de fondo de sus alegatos, de manera que las declaraciones de Heraldo Muñoz podrían ser consideradas como revelaciones no permitidas por la Corte, pero bien que ayudan a entender cómo viene la mano.
Para finalizar, tomando en cuenta los datos del libro del mar que marcan los hitos históricos del alegato boliviano, y los dichos de las autoridades chilenas en estos últimos días, se puede apreciar que estamos en las antípodas, al existir tales contradicciones, queda claro que a esta historia le faltan aún varios capítulos por escribir, y el último le corresponde a la Corte. Por tanto, prudencia y discreción sería lo recomendable.
El autor es abogado.
Columnas de WALDO ALBARRACÍN SÁNCHEZ