¿Tendrá larga vida en Bolivia el Rey de los Andes?
Es el ave voladora más grande del mundo y probablemente uno de los mayores símbolos del poder y la libertad. Es el emblema del ideal boliviano de grandeza, así como de otros cuatro países, sellado en sus símbolos patrios. Es el cóndor, el “mallku”, el “Rey de Los Andes”, “el Rey de las alturas”, “el amo de los cielos”. Pero, como sucede con varios de los reyes de la naturaleza, su supervivencia está amenazada por la especie que le puso tantos rótulos.
Viviana Apaza Cori, una enfermera de la localidad de Collana, ubicada a las faldas del mítico Illimani recuerda: “Hasta hace algunos años, aparecían cuando se despeñaba alguna vaquita o cuando se moría otro animal así en medio del campo. Los pobladores se ponían a ver de lejos la llegada de los cóndores, a veces ocho, a veces 10”.
Habla en pasado, porque los cóndores ya no aparecen en varios otrora observatorios naturales y eso preocupa a los estudiosos. “Se trata de un ave ya sumamente vulnerable porque naturalmente es una especie no muy común”, explica a OH! el biólogo Rob Wallace, doctor e investigador de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por su sigla en inglés, “el número total de individuos siempre ha sido relativamente bajo”.
Dedicado a estudiar al cóndor desde hace años, este experto explica que en conjunto, internacionalmente, la especie está categorizada como “casi amenazada”. Mientras que en Bolivia se halla en un nivel mayor de riesgo y se la considera como “vulnerable”.
Es decir, en nuestro país, el ave símbolo forma parte de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la autoridad máxima en especies amenazadas. La UICN clasifica los riesgos en “Especies Vulnerables”, “Especies en Peligro de Extinción” y “Especies en peligro crítico de extinción”. Fuera de esa franja roja se hallan las categorías “Especies casi amenazadas” y “Especies Dependientes de Conservación”.
AGRESIONES VOLUNTARIAS Y ACCIDENTALES
El cóndor está sufriendo desde agresiones directas hasta las consecuencias del “desarrollo”, la “modernidad” y la urbanización descontrolada. Está desprotegido.
Tres factores son los que más preocupan a los biólogos: cazadores, tóxicos y perros asilvestrados. Otro reconocido estudioso del Rey de Los Andes, Diego Méndez, biólogo, se desempeña como investigador asociado al Museo Nacional de Historia Natural y coordinador del Programa de Investigación de Aves Rapaces en Bolivia, señala que el caso de los perros se ha vuelto recurrente.
“Sabemos que a los perros en el campo muchas veces no se los cuida como se debería”, dice Méndez, “entonces, aparte de la poca comida que reciben, si es que les dan alguna, tienen que ir a buscar la que les falta. Es ahí donde la carroña, que en condiciones naturales tendría que haber sido sólo para el cóndor, se pierde. Entonces, hay menos alimento para él y otras especies. Pero, además, los perros son agresivos con la fauna silvestre, hemos visto que, aunque rara vez atacan directamente a cóndores, sí los ahuyentan”.
Wallace añade que, debido a los perros asilvestrados (que vagan y dependen parcialmente de los humanos), se altera una de las funciones ecológicas más importantes de los cóndores. “Ellos abren los cadáveres de la carroña y, una vez que se han alimentado, vienen otras especies a comer”, explica, “por ejemplo, pasa eso en Bolivia con los alkamaris o marías y otros más”.
Un estudio del también biólogo Enzo Aliaga alerta sobre la creciente población de canes asilvestrados ya en 2005. Remarca filmaciones realizadas por un equipo de expertos en zonas de la cordillera de Apolobamba y el Madidi. “En tres de los seis sitios estudiados se registró algún tipo de interacción entre perros domésticos y cóndores”, cita el estudio, “(…) En todas las interacciones observadas, los perros fueron muy agresivos, aproximándose de manera violenta, espantando a los cóndores con ladridos y persecuciones, con el fin de apoderarse de la carroña (…), impidiendo acercarse a cualquier otro animal (aves carroñeras pequeñas y cóndores, entre otros), con un constante y agresivo acoso, causando que todos los cóndores se alejaran de la zona”.
Méndez ha citado además casos de cebos tóxicos. Recordó que algunas personas optan por envenenar a este tipo de perros vagabundos. Luego, cuando algún cóndor, u otra especie, come esa carroña también queda envenenado. El agravante radica en que estas grandes aves negras se alimentan en grupo y las consecuencias se multiplican.
TAMBIÉN LOS CAZAN
Según los biólogos, en otros países también se desataron envenenamientos por la ingesta de ganado que recibió determinados medicamentos que afectan a las aves carroñeras. Pero, además, no ha faltado la forma menos accidental de agresión al Rey de los Andes: la cacería. Tanto Wallace como Méndez han citado casos de caza de cóndores, en algunas circunstancias para defensa de ganado, y en otras por mera práctica. En las redes sociales, no han faltado denuncias con fotografías de individuos armados posando junto a un cóndor muerto en más de una ocasión.
Denis Camacho, uno de los biólogos del Museo de Historia Natural de Cochabamba, añade las experiencias que implicaron la caza para ornamentar disfraces en algunas fiestas. “Se solía también matar cóndores para utilizar sus plumas en los disfraces de las grandes entradas folclóricas”, rememora. Y según diversos reportes esos casos se han descubierto incluso en años recientes.
Wallace, además, recuerda una polémica tradición que se vive en algunas poblaciones peruanas: “Hay una serie de rituales, llamados ‘Yawar fiesta’. Capturan cóndores y luego los atan sobre los lomos de toros. Lo hacen todos los años. Después los dejan muy estresados o, peor, con lesiones que les impiden volver a la naturaleza o hasta se dice que muertos en algunas ocasiones”.
SOLO QUEDAN UNOS MILES
El Rey de Los Andes tiene un ritmo de reproducción lento. Las parejas procrean una cría cada dos años y la cuidan durante uno más. No se ha podido hasta la fecha hacer censos precisos. Sin embargo, según algunos estudios realizados en 2007 por USAID, la población total en Sudamérica rondaba los 6.200 ejemplares. Cálculos más actualizados, realizados preliminarmente por la comunidad de expertos, prevén que hoy suman menos de 5.000 animales, distribuidos entre Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Argentina Chile y Bolivia.
Sin embargo, en el norte sudamericano la especie se halla diezmada y hasta virtualmente extinta. “Se sabe que actualmente sólo hay algunos cóndores que visitan Venezuela desde Colombia”, cita Rob Wallace, “en Colombia y también en Ecuador hay sólo alrededor de 100 individuos, por país. Los cálculos para Perú dicen que suman entre 150 y 350 animales, más o menos. Mientras que Argentina y Chile reportan que tienen 2.000, aunque es probable que sean los mismos 2.000 que se cuentan entre uno y otro lado”.
Un estudio, realizado desde 2014 por un equipo liderado por Méndez y próximo a publicarse, establece que en Bolivia hay entre 450 y 1.000 cóndores. Es decir, que en nuestro país habita aproximadamente el 20 por ciento de la población sudamericana y, por lo tanto, mundial de cóndores.
BOLIVIA, LA ELEGIDA
Es más, Bolivia parece el territorio elegido por el Rey de Los Andes. Surge en los cielos de siete de los nueve departamentos; “a excepción de Beni y Pando, hay registros puntuales de la presencia de cóndores en el resto del país. Sobre todo, se han hecho los registros en los parques nacionales. Pero hace falta un plan nacional de conservación del cóndor”, describe Denis Camacho.
Y el llamado de los expertos apunta precisamente a la urgencia de cuidar los parques nacionales para reducir las crecientes amenazas que sufre el ave emblema. “Su presencia indica que uno está en una zona muy saludable, con poblaciones de animales que él puede comer “, dice Wallace, “lo más importante ahora es entender el estado de conservación de las poblaciones silvestres de los cóndores, comprender cómo está su biología. No creo que nadie quiera que en el futuro no se vean cóndores en el país”.
Y eso lo rubrica en Collana, Viviana Apaza: “Una vez los vi, era muy emocionante. Como a Collana la domina la presencia del Illimani, ver a los cóndores como bailando y esperando que el líder de ellos inicie su comida era conmovedor. Ya no se los ve, se han ido, ojalá que no sea para siempre”.
Para Méndez, Wallace y los otros biólogos, la experiencia se hace infinita. “Cualquiera que tiene la oportunidad de ver un cóndor queda sumamente impresionado. Es un ave muy grande que tiene una gracia total. Ver cómo va volando casi sin mover las alas y que puede viajar distancias enormes. Cada vez que vemos cóndores es un privilegio. Es una conexión con todo lo que es la naturaleza y la vida silvestre de Los Andes, es un embajador del resto de la biodiversidad en estos espacios tan magníficos”, describe Wallace.
LAS MARCAS DEL REY
El cóndor de los Andes es el ave voladora viva más grande que se ha registrado. Puede llegar a medir 1, 30 metros de alto, 3,50 metros desde el extremo de un ala hasta el otro, y alcanzar un peso de hasta 15 kilogramos. Constituye una de las aves que mejores habilidades de vuelo tiene. Sus grandes alas le permiten planear durante horas sin necesidad de moverlas. En promedio, llegan a dominar corrientes a alturas de 7.000 metros sobre el nivel del mar, pero se ha visto algunos que superan incluso los 7.700.
Poseen una vista capaz de divisar una presa del tamaño de un conejo desde alturas que rondan los 3.500 metros.
ATENTADO A LA ESPECIE
Se utilizan en la cultura popular como símbolo de poder.
Algunas partes de su cuerpo se emplean como medicina.
Sus plumas se comercializan.
Sus patas se venden entre 50 y 80 Bs.
LA CAUSA CÓNDOR
En los últimos dos años, diversos expertos e instituciones lanzaron la iniciativa de luchar por la preservación del cóndor de los Andes. En Bolivia, destaca el Grupo de Trabajo del Cóndor Andino en Bolivia. Está conformado por el Museo Nacional de Historia Natural, el Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny, la Wildlife Conservation Society (WCS-Bolivia), el Zoológico Municipal Vesty Pakos (La Paz). Este grupo trabaja en coordinación con la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas, una dependencia del Ministerio de Medio Ambiente y Agua. En mayo de 2017, por ejemplo, se realizó en Cochabamba el primer encuentro para la investigación y conservación del cóndor en Bolivia. La cita ha sido considerada como el punto de partida para encausar sistemáticamente planes y políticas destinadas a la preservación del ave símbolo. Para este mes de abril, ha sido convocado el segundo encuentro de este grupo de instituciones y expertos.