El cañón de Tuta Wallpas: entre los huesos de la tierra
//Texto: Alicia Cortés Soruco
Fotos: Una Gran Nación//
Caminamos por verdes valles de árboles y vida. Paseamos entre los picos de las montañas más bellas del país, haciendo camino a través de nieve y roca. Hemos podido navegar los anchos ríos del trópico a través de la imponente selva. Todas esas experiencias nos han enseñado la riqueza infinita de nuestro país. Descubriendo sus paisajes y culturas, hemos conocido a Bolivia. Pero todavía existen sorpresas resguardadas en las profundidades.
Esta vez, nuestros caminos nos llevan hacia las carreteras del campo cochabambino. Entre los paisajes del valle, nuestra curiosidad se pierde: ¿Qué habrá detrás de esas rocas? ¿A dónde llevará ese camino de tierra? ¿Hay algo entre esas dos montañas? Cada recoveco promete una nueva aventura, cada bosque lejano parece llamarnos y las sombras de las montañas nos miran, esperando a que lleguemos a los umbrales de sus puertas.
Es ahí, donde los senderos llevan, donde descubrimos el secreto de Tuta Wallpas. Un río que ha tallado a la roca para acomodarla a sus necesidades. En la base, el agua corre imperturbable. Arriba, la apertura nos permite ver la caída y el fondo lejano. El ronroneo natural del agua se hace cada vez más cercano, haciéndonos creer que llegaremos a un tranquilo riachuelo, pero al llegar a la entrada, vemos que el cañón de Tuta Wallpas no es tan dulce o pequeño como creíamos.
Son alrededor de 50 metros de caída hasta la base, donde el río se esconde. Las paredes nos hablan de millones de años de trabajo natural, del agua erosionando la dura roca hasta convertirla en su hogar y protección. Al entrar, nos encontramos rodeados por un pasillo negro y verde, piedra cubierta de musgo, que se extiende hasta donde alcanza la vista. Iniciamos la caminata, a veces sobre las piedras, a veces a través del río. Un paseo para observar el sutil poder de la constancia del agua, que ha diseñado y construido un refugio perfecto.
El Cañón de Tuta Wallpa, en la comunidad de San José-Colomi, es una de las maravillas naturales que Bolivia no conoce. Una formación rocosa única, que es hogar de especies de aves que solo se encuentran en Latinoamérica. Una aventura para exploradores y amantes de la naturaleza que yace escondido ahí, donde nadie busca.
Dada la estructura del cañón, la entrada da la sensación de pasadizo secreto, a un mundo donde no existe nada más que el ruido del agua, la leve llovizna causada por la humedad contra la roca y el lejano cielo. Un bolsillo alejado del mundo real. Sin embargo, hay algunos detalles que arruinan nuestra experiencia de inmersión en este paraíso verde.
La primera son las botellas plásticas que aparecen. Como boyas, pasan flotando sobre el agua o se estancan entre las grandes rocas que rodean al río. Son pocas, sí, pero no inexistentes. Algunas bolsas por aquí. Pedazos de vidrio por allá. Detalles que interrumpen abruptamente el paisaje idílico. La única razón por la que este problema no es más grande y la contaminación no ha clavado sus insidiosas garras en Tuta Wallpas (todavía), es por la labor de los guías y cuidadores de la zona, que no solo se preocupan de revisar que los visitantes no contaminen, sino que también levantan aquella basura que encuentran.
Esta situación nos hace reflexionar. En UGN estamos completamente dedicados a explorar la belleza que Bolivia contiene, a admirarla, visibilizarla y, sobre todo, protegerla. Las increíbles locaciones del país, sumadas a su rica y profunda cultura, nos han mostrado que Bolivia es mucho más de lo que pensábamos en un inicio. Tenemos cosas tan enormes y magníficas como la Amazonía, el Chaco o el Altiplano, paisajes únicos y desafiantes; como también tenemos lugares dulces, remotos y secretos, como el Manquisito o la Pajcha. Aventuras y paseos, adrenalina y paz, deporte y comodidad; contrarios que coexisten en armonía en Bolivia.
Con nuestra llegada al Cañón de Tuta Wallpa, agregamos a nuestra lista un lugar más para visitar…y cuidar.
Una razón más para seguir luchando contra la polución, un motivo más por el cual seguir explorando los destinos bolivianos. Porque no hay sensación que se compare a la de entrar a estas catedrales naturales, a estas casas verdes y saber que es nuestra, que cada una de estas maravillas hacen de Bolivia, Una Gran Nación.