Cómo ahorrar en tiempos de incertidumbre económica
Desde hace ya varios años, pero especialmente en los dos más recientes, una duda asalta a quienes quieren ahorrar o preservar sus capitales. Otrora, el refugio casi natural e inmediato fueron los dólares y hasta los euros o finalmente el oro. Hoy, fogueados empresarios como José David Salmón manifiestan su incertidumbre. Tienen no sólo razones y análisis, sino experiencias concretas para confesar su preocupación.
“Caramba, se ha vuelto todo un drama ahorrar en una moneda fuerte, cuidar el capital, en estos tiempos —dice Salmón, al responder a la consulta—. Varios conocidos han tenido problemas al tomar una u otra decisión. Ha habido tanto rumor y tantos cambios que a más de uno le ha dado miedo seguir con sus depósitos en dólares, pero tampoco había otras opciones que sean seguras. Me parece que hay una nomás”.
Los cambios a los que alude el empresario se han ido agravando. Antes de que se desatasen la pandemia de Covid y sus golpes al comercio mundial, la economía del planeta ya experimentaba importantes problemas. De hecho, el propio informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre aquel año anterior a los golpes presentaba una llamativa conclusión: el crecimiento de la economía mundial en 2019, de 2,3 por ciento, fue el más bajo de la década. Aquel balance proyectaba que en 2020 y 2021 podrían registrarse mejorías mínimas. Pero, además, advertía que, si continuaban las disputas comerciales entre potencias o se producían fuertes tensiones geopolíticas, el crecimiento empeoraría.
El dólar golpeado
El informe hacía hincapié en la situación de Estados Unidos. El Producto Interno Bruto (PIB) de la primera economía mundial continuaba a la baja en 2019 y se preveía que bajaría más en 2020. En 2018, el PIB de EEUU había sido de 2,9 por ciento; en 2019 era de 2,2, y para 2020 se calculaba un 1,7. Pero la mano se vino muchísimo peor.
Empezó la tromba que ha sacudido al planeta en estos 27 meses, y aquel 2020 el PIB de EEUU decreció, es decir, cayó a -3,5 por ciento. A la Unión Europea le fue peor, y su PIB cayó a -6,4 por ciento. Entre las superpotencias, sólo el PIB de China creció aquel año, pero lo hizo a un 2,3 por ciento. Resultaba el más bajo crecimiento en 34 años. Una baja que afectaba nada menos que a la considerada como locomotora económica del mundo.
Ya antes de aquella crisis, diversos analistas advertían que los problemas en la economía estadounidense hacían que ahorrar en dólares sea menos seguro. La divisa estadounidense experimentaba sucesivas bajas en su valor, a un promedio de 8 por ciento anual. Empresas y personas comunes veían que con los dólares que tenían podían comprar menos que antes. Empezaba a desatarse el debate sobre si aparecería una divisa global que la reemplace o la equipare. Y también empezaron a cobrar vigencia las criptomonedas, como el bitcoin, que emergieron a manera de nueva opción. Tras el efecto de la pandemia de Covid, el escenario se complicó, pero se complicó más aún luego de que se desató la guerra en Ucrania.
El problema
“Hay fuertes presiones inflacionarias en el mundo —explica el analista económico y financiero Armando Álvarez Arnal—. El problema en las cadenas de abastecimiento; el caso de EEUU, que durante la pandemia puso mucha plata en la gente; el incremento del costo de la energía por la guerra en Ucrania... Hay un conjunto de variables que están afectando y están llevando a que los bancos centrales tomen decisiones que no van a ser únicas. Este año veremos distintos tipos de decisiones que los bancos centrales tomarán y eso hará que cambien las alternativas más o menos atractivas de inversión. Es difícil decir hoy: ‘Ésta es la alternativa en la que uno debe posicionarse y seguro tendrá rentabilidad’”.
Los bancos centrales de las potencias tratan, con esas decisiones, de mantener la estabilidad de los precios y de sus monedas. Por eso, el huracán económico que vive el planeta los puso a prueba para que ya sea dólares, euros u otras divisas preserven sus valores. Y por esa razón también la desconfianza en el valor de esas divisas se ha agudizado.
“¿En qué conviene a empresarios y gente común ahorrar su dinero? ¿Qué está haciendo la gente para refugiarse en monedad más sólidas? —cuestiona el economista Gerardo Castellanos Vaca Guzmán—. Probablemente sean las preguntas fundamentales que todo analista financiero se hace en estos días. Son entornos de incertidumbre y desconfianza generalizada. Ahorristas e inversores más que buscar rentabilidad buscan protección de su capital a diferencia de otros periodos de expansión, donde priorizan la rentabilidad de activos”.
La duda tiene sus propios matices en Bolivia porque, en medio de los sacudones globales, la economía boliviana arrastra desde hace siete años importantes problemas. Tras cinco años de bonanza y estabilidad económica basadas en los altos ingresos por las ventas de gas y minerales, reaparecieron las cifras rojas. Baste apuntar que el crecimiento económico del país disminuyó sucesivamente de 6,8 por ciento en 2013 a 2,2 en 2019. Y, como golpe mayúsculo, cuando llegó la pandemia decreció -8 por ciento. Junto a ello, aparecieron varias otras cifras rojas como la baja de las reservas internacionales o los aumentos de la deuda y el déficit fiscal.
Panorama boliviano
“Caramba que está complicado esto de cuidar el capital —reitera Salmón—. Si por miedo a que pase algo grave con nuestra economía sacamos nuestros dólares de los bancos, uno no sabe bien qué hacer. A un amigo que los puso en su caja fuerte en casa, tras uno de esos rumores que suelen correr, le fue catastróficamente. Le había entrado humedad a la caja. Se le arruinaron hartos billetes, perdió buena plata. Esos rumores a veces causan estragos, pero a veces también le achuntan”.
¿Cuán cerca está la economía boliviana de pasar de las cifras rojas a la caída de la estantería y un sofocón colectivo entre los ahorristas? “El principal desafío para el Gobierno es conseguir financiamiento para tratar de sostener su modelo, que ya está acabado —explica el economista Mauricio Ríos García—. Pero si acaso no logra conseguirlo (de hecho, fracasó en la emisión de bonos soberanos), va a quebrar si acaso no lo está ya. El problema fundamental en este escenario es que en su pretensión de rescatar su modelo hundirá la economía incrementando impuestos y provocando más inflación”.
Ríos advierte que, para financiarse, el Gobierno de Luis Arce ya está vendiendo oro físico de las Reservas Internacionales del Banco Central. Una medida considerada extrema. “Y en la medida de que no sea capaz de sostener el nivel de reservas necesario, no podrá sostener el tipo de cambio actual —añade el economista—. Entonces devaluará, provocando serios problemas en el sistema bancario y financiero. O implementará dobles bandas cambiarias, controles de capital, e incluso, quién sabe, controles de depósitos como en Argentina, generando un mercado paralelo del dólar o ‘dólar blue’”.
El viejo refugio
A propósito de la venta de las reservas de oro, surge también en el otro escenario una medida extrema. En momentos críticos, la opción para ahorristas e inversores suele ser recurrir a la compra de oro. Especialmente en países donde los mercados de capitales no se han desarrollado, es decir, en países como la mayoría de los latinoamericanos. Una medida que los expertos reconocen como válida, aunque con matices y claras advertencias.
“Es la última reserva de valor —dice Castellanos—. Cuando el pánico es generalizado y ni siquiera una moneda de un país solvente y fuerte como EEUU es percibida como moneda de confianza, la gente, en última instancia, compra oro. Es aún un activo muy seguro que es demandado cuando hay circunstancias bastante inusuales en la economía. Podrían ser las actuales, hay que ver el incremento que la cotización del oro ha tenido entre 2020 y 2022, sin duda, por lo menos se duplicó. Pero, claro, no tiene mucha rentabilidad, es un refugio de capital”.
Coinciden en la apreciación tanto Álvarez como Salmón. Ambos califican al oro como “un refugio” frente a eventos que generan incertidumbre como los actuales. “Pero el oro no está exento de estas volatilidades —matiza Álvarez Arnal—. En lo que va del año, el comportamiento de la cotización del oro fue también volátil. Hoy es volátil todo”. Mientras que Salmón añade una particularidad boliviana para quienes consideran optar por el dorado refugio.
“En otros países, uno puede comprar, vender y cuidar el oro con importante seguridad —dice el empresario—. Acá en Bolivia es muy complicado. Alguna vez compré oro en Argentina y tengo parientes que lo han hecho en otros países. Uno va a oficinas serias donde está garantizado que el oro es oro y que le van a pagar la cotización del día. También tiene los documentos del origen honesto de ese oro y demás avales. Luego, volver a comercializarlo tampoco es un gran problema. ¿A ver acá trate de comprar oro? Por ahí vuelve trasquilado, hasta físicamente”.
¿Y el bitcoin?
Salmón, que guarda su recomendación final antes de agotar las opciones que se barajan en estos tiempos, comenta sobre el fenómeno monetario del siglo XXI: las criptomonedas. Señala que sus hijos le han hablado al respecto, pero que aún no le convencen. Y su cautela parece haber tenido efecto justo cuando hasta hace unos meses se podía presumir lo contrario.
En efecto, tras haber marcado su primer boom en 2021, hace unas semanas las criptomonedas o monedas digitales, lideradas por el bitcoin, experimentaron su primer “crash”. Hace dos años, un bitcoin cotizaba en menos de 2 mil dólares, luego hasta 2021 superó a la friolera de 69 mil dólares. Pero hace unas semanas su caída llegó a rozar los 20 mil dólares. Un bajón que golpeó a varios de sus primeros grandes postores como el megamillonario Elon Musk y el presidente salvadoreño Nahib Bukele.
“El bitcoin no ha demostrado ser un activo de reserva de valor como se pensaba desde un principio —señala Ríos—. Hoy, bitcoin tendría que ser uno de los activos con mejor desempeño frente a las fuertes caídas en los mercados de capitales que se registra desde el último trimestre de 2021. Pero ha terminado siendo el activo con peor desempeño en el mundo incluso frente al dólar estadounidense o el oro físico, que son los activos contra los que más era comparado. (…) Yo jamás he recomendado bitcoin a mis clientes, porque me he mantenido escéptico por distintos motivos, aunque realmente me hubiera gustado que funcione”.
La compleja salida
¿Qué hacer entonces? Las fuentes consultadas coinciden en salidas que resume en una frase Álvarez: “No poner todos los huevos en una sola canasta y dinamizar, siempre es bueno diversificar”. “Con activos seguros o que tengan valor intrínseco, como el oro”, remarca Castellanos”. “Como hasta la Biblia enseña —dice José David Salmón, quien ha pedido guardar su verdadera identidad—. No dejar que lo que tenemos se quede como está hay que hacerlo trabajar y multiplicar, siempre”.
Y Ríos lanza otra puntillosa recomendación: “En términos generales, la forma más adecuada de ahorrar en Bolivia es, antes que nada, no ceder a la tentación de gastar en cosas que no son necesarias, o no ceder a la tentación de adquirir un préstamo con tasas de interés artificialmente bajas. Pero mejor todavía, una de las mejores maneras de protegerse ante la inflación actual y venidera (que no es ‘el incremento sostenido del nivel general de precios’, sino la pérdida del poder adquisitivo del dinero), es comprando dólares de manera sistemática”.
Finalmente añade: “Y para quienes tengan la posibilidad de hacerlo, invertir en el exterior de manera debidamente estructurada, con asesores financieros y legales entendidos y debidamente acreditados, con un horizonte temporal de largo plazo y preferiblemente comprando acciones de empresas de calidad a precios razonables, y que ofrezcan ventajas competitivas para generar valor de mercado”.
