Cristian Laime: “Lo único que podía y debía hacer de mi vida es pintar”
Ha ganado los principales premios de pintura del país, entre otros galardones. La serie de exposiciones individuales en los principales centros de arte bolivianos llena su agenda virtualmente hasta el próximo año. Periodistas especializados, críticos de arte y artistas consagrados sólo han tenido palabras de elogio para sus trabajos. Y varios de sus cuadros ya son parte del patrimonio de exigentes coleccionistas privados tanto dentro de Bolivia como del exterior, incluidos algunos europeos. Es Cristian Laime Yujra, quien conversó con OH! sobre sus logros, vivencias y proyectos.
- A sus 30 años ya tiene los méritos de un artista plenamente consagrado. ¿Cuáles considera que han sido los principales hitos en lo que va de su carrera como pintor?
- Empiezo por el primer concurso que gané el año 2010. Tenía siempre la necesidad de que mi trabajo sea valorado, reconocido. De esa manera, me presenté para saber que lo que estaba haciendo, a lo que me había decidido dedicarme, era lo correcto. Ese año la Embajada de Italia organizó el concurso Arte Joven, y lo gané. Luego, en 2012, gané el Premio Eduardo Abaroa, también por concurso en la modalidad de pintura. Y eso me impulsó más a seguir trabajando.
Luego se inició un periodo de casi ocho años para seguir estudiando pintura y escultura. Lo hice aquí en la ciudad de El Alto, en la Universidad Pública de El Alto (UPEA). Después, en 2018, gané el gran premio Pedro Domingo Murillo, como es sabido, uno de los más importantes en Bolivia. Ello me impulsó a que en 2019 realice mi primera exposición individual, titulada “De colonizados a descolonizadas”, en el Tambo Quirquincho. Después de la pandemia, hice mi segunda exposición individual, llamada “Tercer mundo”, en la galería Puro.
Y este año, presenté, al mismo tiempo, mi tercera y cuarta exposiciones individuales en el Museo Nacional de Arte (MNA) y en la galería Puro. En el MNA presenté “Mama plastic/ Pachamama” y en Puro la otra exposición, que se llamó “Tinto, gran reserva”. Esos son mis hitos.
- ¿Usted nació y se hizo artista o fue fruto de alguna circunstancia particular que empezó a dedicarse al arte? ¿Cuál ha sido su formación?
- Desde muy temprana edad tuve esa afición por las formas, los dibujos o de hacer copias de los libros de pintura o las caricaturas. También en colegio me gustaba representar imágenes. Siempre tuve esa afición, entonces puedo decir que he nacido. Pero nacer no es suficiente, también se necesita la formación. Una vez que salí de colegio ingresé a la Academia Nacional de Bellas Artes, en 2007, de donde egresé en la especialidad de pintura. Después ingresé a la UPEA, a la especialidad de escultura, a la que en algún momento también me dedicaré.
- En “Mama plastic/ Pachamama” ha tenido una singular modelo. Sin duda, los cuadros de esa exposición cuentan entre lo más destacado hasta hoy de sus trabajos. Pero tiene más cuadros con ella como centro de temas históricos, políticos, religiosos, mitológicos... ¿Por qué se decidió a trabajar con esas características?
- Después de la pandemia, de 2020 en adelante, me dediqué a hacer retratos de mi mamá (Amalia Yujra). Ello porque una de las más sublimes inspiraciones que un ser humano puede tener es buscar cómo eternizar a su madre. En ese contexto, la imagen, los gestos, la sonrisa de la mía ya están en la historia, ¿no?
Esta idea me inspira a seguir haciendo un poco más. Me inspira a tratar de que su rostro sea eterno, de que no envejezca, de que no pase el tiempo por su imagen. Eso me ha llevado a buscar que ella sea la personificación de la Pachamama. Entonces, conecté con el problema de la contaminación, el cambio climático y el medioambiente que es uno de los que más me preocupan.
He trabajado dicho tema dándole motivo a los retratos de mi madre. No son retratos realizados al azar como simples fotografías, sino que tienen como contexto un tema específico.
- Al margen del afecto que muchos llevamos por nuestras madres, ¿qué detalle en particular le llevó a pintar el rostro de la suya?
- Tiene un rostro muy particular, muy sereno. Yo lo he descubierto en el proceso de trabajo. Ella tenía unos gestos que no podría describirlos, pero que son sublimes. Observar su rostro te genera paz, te da una sensación de tranquilidad.
- Sus cuadros vienen notoriamente marcados con mensajes políticos, con cuestionamientos a la historia, a la sociedad, a la economía, etc. ¿Hace un arte comprometido? ¿Tiene alguna ideología en particular?
- Sí, en cierta medida todo arte es político porque expresa una idea. En mi caso es más humana, el mensaje de que debemos de preservar, proteger a la Madre Tierra. Llamo a que seamos lo más ecológicos posible, pero sin caer en fanatismos. No tengo una ideología política marcada. Mi ideología es más ambientalista, más humanitaria, en pro de proteger a la Madre Tierra, enfrentar al cambio climático y las consecuencias que trae.
También hay unas pinceladas hacia los políticos porque hay que tratar de generar esa idea que la gente hoy no se la piensa mucho. Se cae más en fanatismos ya sea del lado opositor o de los oficialistas. Pero pocos se ponen a pensar de verdad acerca del medioambiente. Esa sería mi línea.
- ¿Está totalmente consagrado al arte? ¿Anda 24 horas diarias y siete días semanales pensando arte, imaginando, proyectando y realizando sus obras?
- Sí, soy de los pocos que se dedican a tiempo completo y viven cien por ciento del arte. No me dedico al deporte ni otras cosas. Hago, a veces, jardinería. Pero generalmente pinto, dibujo y me organizo. Para mí la clave del arte es estar así, prácticamente, como dicen, a full time, sin descansar. Después de mis inauguraciones, que fueron casi simultáneas, con una semana de diferencia, no volví a pintar cuadros. Ya es como un mes que ando en la nube, como sin hacer nada, pero pensando nuevos proyectos.
- ¿Cómo reaccionaron en casa cuando usted decidió que iba a consagrarse al arte y no a algún oficio o profesión, aunque sea paralelamente?
- Mi mamá es mi familia más próxima, y ella aceptó de buena manera mi decisión. Esto porque yo siempre tenía esos aires de ser artista. No había otra cosa para mí. Muchos adolescentes tienen la opción de asumir una u otra carrera, ser médicos, arquitectos, abogados, etc. Yo no tenía opción. Lo único que podía y debía hacer de mi vida es pintar. Entonces, mi mamá siempre me apoyó.
- Leí que sus cuadros han sido adquiridos por personalidades de renombre y especialistas. ¿Cómo le ha ido en ese sentido?
- Soy de pincelada lenta, pero segura, no produzco mucho. Eso es lo que se me suele reclamar. Acepto alguno que otro encargo que me es difícil cumplir porque tengo cosas en la cabeza que quiero hacer y les doy prioridad a ellas. Los cuadros que he hecho a lo largo de estos tres últimos años han sido comprados por coleccionistas del país, la gran mayoría en Santa Cruz. Pero también tengo oleos, por ejemplo, en Estados Unidos, Alemania y Canadá.
Son obras que me llenan de orgullo. Les he dedicado tiempo. Están hechas con amor. Me parece que eso se proyecta y se siente. Haciendo lo que me gusta me siento libre.
Trato de no abarcar muchas cosas porque quien mucho abarca poco aprieta. Todo lo que hago lo hago con amor y con paciencia tratando de que el resultado sea satisfactorio para mí. Vivo del arte y gracias a la Divina providencia no me ha dado, se podría decir, momentos de mucha hambruna. Esta es casi una labor de monje que, más bien, me ha dado grandes satisfacciones.
- ¿Cómo va su agenda? ¿Qué proyectos están en camino?
- En este último mes puse mi mente en blanco para hacer cosas nuevas. Busco no hacer lo mismo. Trato de que no se me catalogue como el pintor que pinta plásticos o que pinta solamente a su mamá. Estoy bosquejando ideas para lanzar en Cochabamba una nueva propuesta en julio. Es una exposición que ya está confirmada.
Luego, prepararé otra para exponerla en Santa Cruz en noviembre. Haré algo nuevo también y no lo mismo que presente en Cochabamba. Tampoco pienso llevar lo que me sobre de La Paz a Cochabamba o Santa Cruz. Lo que no sería ético ni es mi idea. Quiero hacer cosas nuevas todo el tiempo.