Stonehenge no era un calendario solar, según asegura un estudio
Pocos monumentos han dado tanto que hablar a los investigadores como Stonehenge. Los monolitos situados sobre la llanura de Salisbury Plain, en Wiltshire y construidos hace unos 4.500 años, llevan siendo objeto de investigación desde hace siglos y aún hoy se debate sobre cuál era el propósito del monumento. La formación de estas rocas colocadas con una presición casi de relojería invita a especular sobre algún propósito grandioso.
El año pasado, el arqueólogo Tim Darvill, de la Universidad de Bournemouth, publicó su teoría de que el monumento funcionaba como una especie de "calendario perpetuo", basado en un año solar equivalente a 365,25 días.
Según el estudio, la clave para desbloquear este sistema de calendario provino del descubrimiento en 2020 de que la mayoría de las piedras sarsen se extrajeron del mismo lugar a 25 kilómetros de distancia y se colocaron en Stonehenge aproximadamente al mismo tiempo. Según los expertos, esto sugiere que servían como una representación física del año que ayudó a los antiguos habitantes de Wiltshire a realizar un seguimiento de los días, las semanas y los meses.
"Numerología y analogías sin fundamento"
Ahora, el matemático Giulio Magli, de la Universidad Politécnica de Milán, y el astrónomo Juan Antonio Belmonte, del Instituto de Astrofísica de Canarias (España), han criticado la propuesta de Darvill, afirmando que se basa en "una serie de interpretaciones forzadas, numerología y analogías sin fundamento con otras culturas".
Los investigadores afirman los constructores de Stonehenge tenían un gran interés en el ciclo solar, ya que el monumento se alinea perfectamente con el Sol, tanto en el amanecer del solsticio de verano como en el atardecer del solsticio de invierno. Sin embargo, Magli y Belmonte tienen algunos problemas con el razonamiento de Darvill, abordando sus afirmaciones de apoyo en términos de argumentos numerológicos, arqueoastronómicos y culturales.
¿Pseudociencia?
Las acusaciones de aplicar "pseudociencia" numerológica no son infrecuentes en arqueología, con afirmaciones de que es fácil encontrar números de aspecto significativo en construcciones antiguas, si se busca lo suficiente.
Como afirman los autores, el número crítico 12 utilizado por Darvill para multiplicar el número de dinteles no se refleja en ninguna parte de la estructura de Stonehenge. También hay una variedad de otros números representados en toda la estructura, como en su portal, que parecen ser ignorados. Dejando a un lado las cifras específicas, es poco probable que la estructura en sí haya sido alguna vez lo suficientemente precisa como para distinguir cambios sutiles en el movimiento diario del Sol, según Magli y Belmonte.
También existen consideraciones culturales que ponen en entredicho la teoría del calendario. La primera elaboración del calendario de 365 más un día está documentada en Egipto 2.000 años después de Stonehenge. Según Belmonte y Magli, incluso en el improbable caso de que los constructores de Stonhenge se hubiesen basado en el calendario de Egipto, lo hubiesen tenido que refinar por su cuenta e haber inventado también un edificio para controlar el tiempo.