Ariel (nombre ficticio) tenía 11 años cuando entró en el mundo de las drogas y las pandillas. Un domingo en la mañana, hace tres años, él salió a pastear el ganado de su mamá en los campos de la zona sur de Vinto, como todos los días. Sentados en el tanque de agua del barrio, divisó a dos muchachos fumando, pero nunca imaginó que eran chulleños, pero no por ser de la zona Chulla, sino por la pandilla . Uno de ellos se acerca y le ofrece “una fumadita”; Ariel rechazó la oferta.
“Continué junto al ganado de mi mamá y me volvieron a ofrecer. Decidí probar lo que estaban fumando y ya no lo pude dejar más”, relató.
A partir de entonces, la vida de Ariel cambió rotundamente. La desesperación de adquirir marihuana le impulsó a cambiar de amigos y volverse más violento. La adicción le obliga desde entonces a estar cerca de la pandilla y a ser testigo de las atrocidades que comente ese grupo, entre violaciones, asesinatos y atracos.
En el valle bajo de Cochabamba, dos pandillas son las que se disputan el dominio: Las Panteras, de Quillacollo, y Los Chulleños, de Vinto. Ambas abordan a sus distribuidores, en su mayoría menores de edad en etapa escolar, ofreciéndoles droga para consumo y luego bajo amenazas les obligan a comercializarlas.
“Por la venta de la marihuana no les pagan en dinero, les dan drogas más fuertes para amarrarlos”, relató una vecina. Ariel cuenta también que “todos los días iba a la plaza Bolívar a comprar droga, ahí distribuyen Los Panteras. A veces se animan a entrar a vender a Vinto, pero Los Chulleños les hacen escapar porque son muy peligrosos”.
Papa, sata, amapola, marihuana y ansiolíticos son algunas de las drogas más peligrosas que son comercializadas por menores de edad, integrantes de estas pandillas.
“Cuando consumo amapola o sata, me siento más fuerte y me olvido de todos los problemas que tengo, mi corazón se hace más fuerte”, relató.
Alcaldía niega presencia de pandillas en Vinto
Ariel, a sus 14 años, ya aparenta tener más edad debido a los efectos causados por los estupefacientes.
“Un chico en moto les distribuye la droga. Estas personas abordan a los estudiantes a la salida de la escuela, les obligan a vender drogas bajo amenazas de muerte. En Vinto reina la pandilla de Los Chulleños. Por temor a sus represalias, no nos atrevemos a denunciar. Realmente son muy peligrosos”, refirió un vecino.
A partir de las siete de la noche, las calles de los barrios al sur de Vinto se vacían, porque es la hora en la que las pandillas toman posesión de las calles. “Preferimos no meternos en sus peleas para no estar en problemas. Esos chicos son peligrosos. Muchas personas dicen que son ellos los que mataron y decapitaron a una adolescente de 14 años, sentimos que ese es un mensaje para nosotros”, dice otro vecino.
A sus 14 años, Ariel es temido por su familia, ya que llegó a golpear a sus hermanos e incluso a sus padres.
“Esta totalmente descontrolado un día su papá durmió afuera para evitar que salga a consumir drogas “, contó una vecina.
Alcaldía niega presencia de pandillas en Vinto
Durante la verbena de la Virgen del Rosario en Vinto, cerca de nueve pandillas protagonizaron una pelea campal, en la que una persona perdió la vida y otra resultó herida.
Días después, el responsable de Seguridad Ciudadana del área aseveró que en el municipio se erradicó de manera definitiva la presencia de pandillas. No obstante, reconoce la existencia de cuatro grupos de consumo de alcohol y drogas.
Por otro lado, a consecuencia de este incidente, surgen contradicciones entre autoridades policiales en el valle bajo. El responsable de la Estación Policial Integral (EPI) de Vinto señaló que hace tres años se logró eliminar la presencia de pandillas.
El director regional de la Policía del valle bajo refiere que en este municipio existen al menos nueve pandillas.
Pese a los últimos acontecimientos, las autoridades municipales y de la Policía de Vinto afirman que desde hace tres años se logró erradicar a las pandillas de este municipio.
El responsable de la Policía en Vinto, Freddy Siles, informó que fruto de los operativos y patrullajes.
Asesinan a un testigo del feminicidio de María
El 25 de junio de 2018, María Isabel Peralta fue reportada como desaparecida. La denuncia llegó hasta la Policía y la Defensoría de la Niñez y Adolescencia del municipio.
El 23 de julio, una vecina de la zona Litoral (Chulla) encontró el cuerpo decapitado de María. Según la versión de la Policía, podría tratarse de un ajuste de cuentas entre pandillas.
La información obtenida por Los Tiempos señala que, 15 días antes de la desaparición de María, ella habría expresado su temor a su pareja y amigos. “Tengo mucho miedo. Estoy segura que Los Chulleños se van a vengar de mí y me van a matar”, habría señalado.
Los heridos Jesús V. (19), Daniel Q. (17) y un tercer testigo habrían declarado que John B. S., líder de la pandilla Los Chulleños y expareja de la víctima, tuvo una fuerte discusión con María dos días antes de su desaparición.
Según se sabe, la víctima perteneció a la pandilla Los Chulleños y enamoró con su líder, John B. S. Esa relación sentimental terminó a principios de año, cuando María se embaraza, pero el padre del bebé no lo acepta.
Análisis
Causas del fenómeno de las pandillas
Especialista en DDHH y Acceso a la Justicia
La presencia cada vez más notoria del fenómeno de pandillas que cometen actos delincuenciales obliga a preguntarse acerca de sus causas y las razones por las cuales un adolescente decide pertenecer a alguna de ellas.
La respuesta es compleja, algunas de las razones principales se vinculan a la necesidad de aceptación y pertenencia a un colectivo que son elementos fundamentales en la etapa adolescente.
Este fenómeno también está vinculado a la búsqueda de mecanismos de defensa, necesidad de sentirse protegido, apoyado, valorado, respetado y poseedor de un lugar importante dentro del grupo, como elementos trascendentales en la vida de los adolescentes y que si uno se da cuenta podrían estar perfectamente satisfechos dentro la familia.
Vale decir que una de las principales causas para que un adolescente decida componer una pandilla está en que la familia lo abandona o no le provee estas condiciones dentro su seno y por tanto el adolescente las busca fuera de ella. Sin duda esto se encuentra íntimamente vinculado a la desestructuración familiar y a una crisis de valores, pues muy probablemente este adolescente también sufrió diferentes tipos de maltrato.
Todo ello le generó un estado de vulnerabilidad y otorga las condiciones idóneas para que reproduzca y supere todas las formas de violencia que conoció, prácticamente todo lo que le tocó vivir lo empuja hacia una pandilla que recibirá con beneplácito todos los hechos delictivos que desee cometer.
Como en la mayoría de los casos las soluciones van de la mano de la educación, sin embargo, al estar frente a un fenómeno creciente, resulta necesario hablar además de dos elementos clave: la implementación de programas serios de prevención y la necesidad de un tratamiento especializado de Justicia Penal Juvenil que aplique mecanismos de Justicia Restaurativa con adolescentes que cometen delitos.
Sólo esto puede lograr frenar este fenómeno y de no aplicarlos correctamente corremos el riesgo de una escalada similar al fenómeno de pandillas presentes en Centroamérica.