El fin de un largo armisticio
La entrevista celebrada en Singapur entre el presidente de los Estados Unidos y el líder de Corea de Norte tal vez sea recordada como el principio del fin del que se ha convertido en el armisticio más largo del último tiempo. Lo ocurrido este martes lleva a pensar que los dos países dirigirán sus pasos hacia la firma del tratado de paz que, por fin, pondría término a la Guerra de Corea. No de otra manera cabe interpretar el propósito de ambos países, expresado en el documento suscrito al término del encuentro de los dos líderes, de “establecer nuevas relaciones” entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Sin duda, el mismo comunicado refleja el alcance y los resultados de las conversaciones de los dos mandatarios que, hasta hace poco, era difícil suponer que se producirían. Dice el comunicado que los dos países “unirán sus esfuerzos para construir un régimen de paz duradero y estable en la península coreana”. Asimismo, que se comprometen a recuperar los restos los prisioneros de guerra desaparecidos en combate en la Guerra de Corea.
Con todo, especial relieve tienen las manifestaciones sobre importantes compromisos unilaterales que adquieren, a partir de la reunión cumbre de Singapur, ambos países. Por parte de Corea del Norte, el compromiso de “trabajar hacia la completa desnuclearización de la península coreana”. Por parte de Estados Unidos, la promesa de “ofrecer garantías de seguridad” a Corea del Norte. De esta manera se ponen de manifiesto los que, con seguridad, son los objetivos más valorados por una y otra parte: por Washington la “desnuclearización” y por Pyonyang la “seguridad”. Abundando en la interrelación entre ambos elementos, el comunicado manifiesta que los signatarios reconocen que “la edificación de la confianza mutua puede promover la desnuclearización de la península coreana”.
No faltan muchos exigentes comentaristas que reclaman porque el comunicado no contiene detalles sobre las medidas concretas ni el calendario para lograr los propósitos generales expresados. Las ansiedad lleva a olvidar que pasar de un estado de “casi guerra” de hace poco y de una aguda tensión de muchos años no es un tránsito fácil. La cumbre de Singapur no podía hacer más que cambiar las circunstancias y abrir el camino a la diplomacia. De todos modos, Donald Trump y Kim Jong-un anuncian su compromiso de “mantener negociaciones de seguimiento dirigidas por el Secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, y un funcionario relevante de alto nivel de RDPC”, para “implementar los resultados de la Cumbre”. A pesar de lo arduo de las tareas que se vienen, el mundo espera con gran interés el deseado fin del último resabio de la Guerra Fría y la instauración de una sólida paz en el extremo oriente.
El autor es docente universitario
Columnas de ALBERTO ZELADA CASTEDO