A pesar de todo, ¡felicidades Cochabamba!
En vísperas de celebrar una efemérides más de Cochabamba, varios han sido los artículos rememorando la ciudad jardín que ha dejado de ser. Con nostalgia, se recuerda los molles, los jacarandás, las aves y pájaros que circundaban los alrededores de la hermosa llajta. No cabe duda que el cemento, el mercado inmobiliario se ha disparado lo que ha cambiado la configuración de la ciudad, ni qué decir del parque automotor. En materia social, Cochabamba está dividida por una desigualdad entre norte y sur. Aún tenemos una zona sur desatendida, las inequidades y diferenciaciones se han acrecentado; los hechos ocurridos un luctuoso 11 de enero de 2007 de manera macabra nos ha mostrado dicha escisión. Es una de las ciudades con mayor tasa de feminicidio. Claro que las cifras alarman, la situación deprime.
Con todo, cabe rescatar que en los últimos años Cochabamba ha dado lecciones de organización, de respuesta ciudadana, primero a través de colectivos organizados que han interpelado a las autoridades y que defienden determinadas causas, tal es el caso del Colectivo No a la tala de árboles, que aboga por la naturaleza y la conservación de los tan preciados árboles, la Masa crítica que quiere rescatar determinados espacios de las avenidas y calles, para que los ciudadanos podamos movernos todavía en bicicleta, o la fracción cochabambina del movimiento Ni una menos, que denuncia, reclama por las muertes de mujeres, con el fin de parar la lacra de la violencia. Es una buena oportunidad para aplaudir y celebrar estos resquicios que dan esperanza de pretender construir una ciudad mejor, más verde, más ciudadana, y más humana. Y aún, volver a ser el crisol de antaño, lugar de acogida de propios y extraños. Recordemos que desde Cochabamba surgieron intelectuales que pensaron el país, y que se caracteriza por ser un departamento rebelde, estos colectivos ciudadanos, con sus particularidades y acciones, nos muestran que no todo está perdido.
Es así, que pese a todo, nos avecinamos a un 14 de septiembre, en el que quiero celebrar todavía el clima agradable que tenemos, el imponente Tunari que disfrutamos en época de nieve, la posibilidad de recorrer las calles y avenidas sorteando distancias y tiempo que hacen posible llegar a donde nos dirijamos. Quiero celebrar aún la permanencia y existencia de la Cancha, del mercado Calatayud, del mercado Campesino, que me permiten hallar aún huellas de esa Cochabamba pueblerina, valluna y de costumbres arraigadas, que recorrí desde niña con mi abuela y que hoy la recorro con mis wawas. Quiero celebrar la tierra que me alberga y en la que pese a todo, me gusta vivir.
La autora es socióloga y antropóloga
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ