A los que trabajan
Escribo esta columna el día en que se festeja el Día del Trabajador. Tantas cosas se podrían decir y cuántos reclamos al sistema en el que el laburante ejecuta su faena, esa que permite que uno lleve el pan a la casa. Sin embargo, siempre se debe celebrar poder trabajar en lo que a uno le gusta, cosa que parece ser casi un privilegio en los tiempos que corren. Aunque trabajar en eso que nos apasiona tiene los inevitables “peros”, peros como el precio que se paga por ejercer una vocación sin abrazar los mentados y cada vez más lejanos beneficios sociales, por suerte mantenemos una salud a prueba de todo, que si no, sería un infierno de Dante tener que darse de cara con la realidad de vivir sin seguro médico y tener que enfrentar el pago en hospitales privados, pero eso es otra cosa, como se dice: harina de otro costal.
En estos días no debemos olvidar, sino mantener viva la memoria de que los primeros de mayo se rinde homenaje a los mártires de Chicago que fueron literalmente ejecutados por su participación en la lucha por conseguir la jornada laboral de ocho horas, esa de la que ahora gozamos todos. También es importante saber que, según los datos del Censo Nacional de Población y Vivienda de 2012, en nuestro país aproximadamente cuatro millones de bolivianos gozan de una ocupación laboral, pero el 50,6% no cuenta con un ingreso fijo y trabaja por cuenta propia, de estos datos extraemos que más de la mitad de los bolivianos que trabajan no tienen salario fijo y por tanto no gozarán de una jubilación, seguro de salud, aguinaldo o vacaciones. Bueno, así está la cosa, con solo ver estos números, volvamos a pensar en los trabajadores del otro lado de la acera.
Bien, como se trata de un día para celebrar, a pesar de las condiciones en las que trabajamos, aprovecho este espacio para felicitar a todos aquellos que, a pesar de los datos horrorosos, trabajan con pasión y además ejerciendo el oficio con honestidad y, sobre todo, coherencia. Dentro de este selecto grupo no incluyo, por supuesto, a lo que ya sabemos: a los que vemos todos los días en sus diferentes lugares de poder ejerciendo deplorables oficios, a esos que en realidad no trabajan, pero fingen que sí. Esos, el 1º de mayo tienen también feriado, claro, como todos los días, esos que se ajustan perfectamente a vivir bajo unas “vacaciones permanentes” y que son paradójicamente los que sí gozan de todos los beneficios sociales. Y también aquello que el engranaje político les da junto con el sueldo, a cambio militancias vergonzosas.
Sin embargo, desde esta columna reitero las felicitaciones a quienes no han descansado en el feriado. En esta suma de gente laburante que de todos modos amanece temprano para abrir su tienda de abarrotes, los choferes del transporte público, los mecánicos o los médicos y las enfermeras, en suma. todo ese mundo que ejerce su oficio con la ritualidad de siempre, ese grupo de gente que trabaja en el Día del Trabajador.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO