Habilidad y tradición: tejidos de Arani que cautivan en el exterior
En la tierra del viento y del pan, Arani en el valle alto cochabambino, la tradición del tejido artesanal corre el riesgo de perderse. Afortunadamente, un grupo de mujeres lucha por conservar el arte de tejer a mano elaborando prendas únicas y de calidad que, incluso, recorren el mundo.
Vilma, Rosa, Agarita, Bertha, Juana, Marcelina y Celina viven en Arani, a 65 kilómetros de la ciudad. Algunas aprendieron a tejer de sus madres, otras de sus hermanas, primas o tan solo observando. Esta habilidad que requiere mucha paciencia e ingenio la dominan completamente.
Los palillos o agujas se mueven al compás de su emoción y también son un canal de desestrés y calma que pueden realizar de día, de noche, en sus tiempos libres, en el campo o mientras conversan. No necesitan ver para saber lo que hacen.
Bertha Rodríguez, la encargada del grupo, lleva la habilidad en la sangre. Su madre, su abuela y muchas otras generaciones lo hacían y ella continúa perfeccionando sus tejidos y enseñando a nuevas artesanas.
Recordó que hace más de 30 años, un 87 por ciento de las mujeres en Arani se dedicaba a tejer diferentes prendas trabajando con empresas, pero fueron explotadas, poco remuneradas y decidieron abandonar este oficio y migrar. Ahora, el grupo de tejedoras llega a 15.
“El tejido es un trabajo manual que nos genera también economía, es un don que Dios nos ha dado. Quiero rescatar los tejidos, porque nos han olvidado las autoridades, sólo se preocupan de la panadería”, señaló.
En el grupo la mayoría son adultas, pero el tejido aún cautiva a los jóvenes como Michel, que con 22 años se sumó a las artesanas.
Desde la selección de la materia prima hasta la elaboración de cada prenda, juguete, peluche o accesorio elaborado a mano este oficio atrae.
Esta particularidad cautivó, además, a clientes de Australia, Japón, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, entre otros, a los que es posible llegar con el apoyo de AHA Bolivia, una empresa que nació hace 30 años con el objetivo de generar ingresos para las artesanas, para ellos y, principalmente, “para preservar las tradiciones y artesanías”, explicó Anna Hosbein de Aliaga, fundadora y socia.
Contó que trabajan junto con las artesanas de Arani desde hace 25 años aproximadamente, además de contar con unos 30 grupos en diferentes municipios, que tejen a máquina, a palillo y a crochet.
“Antes de la pandemia muchos de nuestros artesanos estaban envejeciendo y no querían que sus hijas empiecen este trabajo. Pero, ahora, tenemos un nuevo grupo de jóvenes trabajando desde sus casas y también son profesionales. Ellos están valorando lo que sus madres siempre han hecho: tejer”, contó.
Tanto las artesanas como la fundadora y los socios de AHA buscan que se valore más el trabajo hecho a mano, hecho en Bolivia. Así, se impulsa la economía local y se conserva la tradición y el arte de tejer.
COMENTARIOS
Es bonito tejer, a parte también te relaja, puedes tejer en tus tiempos libres. En Arani se está perdiendo, había varios grupos que se perdieron.
Michel Vidal
Joven tejedora de Arani
En Bolivia los que aprecian (los tejidos) son la gente que ha viajado al exterior y los turistas. La mayoría prefiere comprar de otra marca en vez de una cosa exquisita hecha a mano.
Anna Hosbein de Aliaga
Fundadora de AHA Bolivia
Queremos rescatar el tejido porque nos han olvidado las autoridades. Hemos perdido tejedoras, pero hay muchas señoras que en el campo quieren aprender.
Bertha Rodríguez
Tejedora de Arani