La Metropolización en Cochabamba
Marko Quiroga Berazaín
Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos
Entender desde una perspectiva fenomenológica el proceso que ha seguido la conformación metropolitana en Cochabamba, exige la comprensión de las dinámicas territoriales que dieron paso a la consolidación de este gran espacio urbano, compacto y complejo, que conecta municipios adyacentes no necesariamente a partir de una planificación previa, sino emergente de una alta y creciente concentración ciudadana; de un desarrollismo inmaturo asumido de modelos heterónomos, y del resultado de la extensión de la “gran ciudad” y su vinculación física con las ciudades adyacentes, modificando severamente las formas de vida de la población de iniciales características tradicionales rurales a otras modernas urbanas.
El fenómeno metropolitano en Cochabamba da cuenta de la ocupación de un amplio territorio, cuya extensión ha avanzado insularmente ocupando la periferia del tejido urbano o longitudinalmente paralelo a vialidades más importantes que vinculan con el centro de la metrópoli. Un primer aspecto de la metropolización revela una concentración poblacional superior a un millón de habitantes, y cuyas causas puede atribuirse a diversos aspectos, entre los que destacan: la expulsión de pobladores de las áreas rurales debido a la crisis agrícola; la aglomeración demográfica en torno a una acentuada centralización de actividades y funciones socioeconómicas; la oferta urbana de mejores condiciones de habitabilidad y la satisfacción de necesidades e ingresos para personas en condición vulnerable. En todos los casos, el fenómeno determina una transformación con efectos sociales, económicos, políticos, culturales y espaciales, y su representación se impone sobre la estructura tradicional de la ciudad y una nueva forma de concebirla con características diferentes. Un segundo elemento en el proceso de metropolización da paso a la generación de impactos relacionados con la calidad ambiental debido a la demanda insatisfecha en materia de infraestructura y servicios básicos.
Por tanto, su proceso revela la estructuración de formas socioeconómicas diversas que se reconocen por una manifiesta centralización de actividades y relaciones, y por un elevado grado de afluencia de la población. Estos atributos definen a esta entidad territorial como un subsistema -componente específico- dentro del sistema de la economía y de la sociedad. No obstante que esta tendencia frecuente y globalizada contempla aspectos multidimensionales, delata a su vez particularidades que son producto de una trayectoria histórica de cada formación social, cuya relativización no contradice la presencia de algunos aspectos socio-organizacionales y económicos comunes a diversas situaciones de conformación local.
Es posible considerar que la ciudad metropolitana de Cochabamba representa el nuevo paradigma territorial capaz de modernizar la sociedad, y que el modelo de desarrollo planteado no puede ser cuestionado por los desaciertos de las ciudades efecto de la convivencia social anterior. Teorizando, la modernidad representa la respuesta al esfuerzo de políticas planteadas para mejorar el sentido de progreso, en el que la metrópoli constituye el resultado privilegiado. Su fortalecimiento podría ser fuertemente asistido por la dimensión política y nociones de un urbanismo táctico y placemaking como estrategias para la mejora y recuperación de espacios públicos, y un urbanismo estratégico, como parte de una programación de proyectos optimistas relacionados con edificaciones, infraestructura urbana, funcionalidad, morfología, y mobiliario. Sin embargo, en la práctica, la falta de planificación en este sentido sumado a la falta de previsión y control está dando paso simplemente a una urbanidad del hormigón armado.
Si bien es cierto que cada vez con más fuerza la ciudad metropolitana va congregando mayor cantidad de población en su territorio debido principalmente a la concentración de actividades económicas, es también evidente que estos provocan cambios urbanos fundamentales y un incremento en términos de conflictividad urbana -latente y manifiesta-, por una parte, por la intensificación de la densidad en áreas privilegiadas (en un crecimiento intensivo), efecto de la edificación de viviendas multifamiliares en altura, y por otra, la demanda constante de satisfacción de necesidades de una población asentada progresivamente en una periferia expandida, dispersa, parcelada y marginal (crecimiento extensivo), producto de la diferencia de los precios en el mercado de suelo y su relación estrecha con la insuficiencia de infraestructura básica de servicios y la falta de accesibilidad y conectividad con la movilidad urbana y las comunicaciones. Se añade a la problemática aspectos prioritarios como la deficitaria gestión de los residuos sólidos urbanos, la calidad ambiental, la seguridad ciudadana, la seguridad alimentaria, con resultados de insustentabilidad, que caracterizan su actual estado.
Dentro de los resultados provocados por el fenómeno de la metropolización, el análisis llega a los centros históricos tradicionales, antes ocupados por sectores socioeconómicos de ingresos altos, que decidieron huir del ruido y monotonía de la ciudad trasladándose a la periferia -en muchos casos transformando el uso de suelo de su nuevo hábitat- provocando el despoblamiento y abandono de las edificaciones del casco antiguo -como residencia, pero no como espacios laborales-. Este proceso dio paso a su apropiación por parte de grupos migrantes y de baja renta, altamente concentrados conformando cités o conventillos de pobreza. Sin embargo, posteriormente y en función del uso de tiempo ocupado en el traslado hacia los polos laborales, provocó el retorno nuevamente de los grupos de poder al centro histórico, renovando, regenerando y rehabilitando urbanística y socialmente estos espacios deprimidos, pero provocando el fenómeno de la gentrificación en el desplazamiento paulatino de los grupos sociales empobrecidos hacia zonas periféricas del extrarradio, incrementando la extensión del suelo marginal y consolidando segmentos significativos en la estructura física de las ciudades.
Surgen nuevos retos ante el surgimiento de la era digital y el desarrollo de la inteligencia artificial, como plataformas globales ya instaladas en el progreso de la ciudad. Generar un territorio armónico y saludable que permita la accesibilidad de todos los sectores socioeconómicos al uso de los nuevos servicios, reduciendo el riesgo de discriminación a fin de precautelar la equidad y garantizar el derecho a la ciudad.
La presión social, especialmente de grupos marginales por mejorar sus condiciones de vida, demanda de la ciudad el cumplimiento de la oferta de confort urbano mediante formas empáticas de habitar la ciudad y nuevos modos de relacionarse con el territorio, que ayuden a superar deficiencias vinculadas con la salud, educación, residencia, empleo y, principalmente, salir del automatismo y la desesperanza de lo rural, y la atención de los espacios urbanizados degradados.
La consolidación de esta nueva entidad territorial requiere articular una sociedad diversa con diferentes orígenes étnicos; variedad de culturas; distintas capacidades individuales y varias formas de las relaciones personales y afectivas y atender la emergencia social, climática y demográfica producida por la generación de los flujos migratorios y un mercado de suelo desregulado para atenuar las perturbaciones en las organizaciones sociales urbanas y territoriales.
En síntesis, no se avanza satanizando el fenómeno de la metropolización. Si hay algo que no es coherente con el proceso, es la ausencia de políticas públicas metropolitanas que permita establecer un modelo de desarrollo efectivo de ocupación del territorio.
Sería importante establecer una propuesta técnica participativa con un horizonte inicial de corto plazo (al 2025), coincidiendo con las perspectivas de la Agenda Patriótica, y a mediano plazo al 2030, donde se inscriba la planificación integral de la expansión metropolitana con ctondiciones de sustentabilidad. Esta planificación no sólo debe circunscribir la ampliación del área urbanizable para acoger población futura, ni el establecimiento de los limites urbanos; sino que, dentro de las líneas de acción de desarrollo social, económico, ambiental e institucional, debe considerar la definición de los usos del suelo con la instalación de modelos de infraestructura y equipamientos de las áreas a ser incorporadas como urbanas.