Emotiva y calurosa despedida a Francisco Ayala, un escritor universal
MADRID |
Francisco Ayala, "un hombre universal" y "escritor imprescindible", fallecido ayer a los 103 años en Madrid, recibió hoy una emotiva y calurosa despedida por parte del mundo de la cultura y por las máximas autoridades españolas.
El Rey de España y los Príncipes de Asturias quisieron dar testimonio, con su presencia en la capilla ardiente del escritor, del pesar de la Casa Real por la muerte del último superviviente de la Generación del 27.
También visitaron la capilla ardiente el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y los vicepresidentes María Teresa Fernández de la Vega, Manuel Chaves y Elena Salgado.
La viuda del escritor, la hispanista estadounidense Carolyn Richmond, estuvo acompañada en todo momento por el poeta granadino Luis García Montero, amigo de la familia y comisario de los actos del centenario de Ayala, y por el director gerente de la Fundación que lleva el nombre del escritor, Rafael Juárez.
Muchos de los asistentes afirmaban tener el "sentimiento agridulce" que reconocía Manuel Chaves, porque ha muerto "un ser querido" pero "sabemos que vivirá eternamente a través de su obra y de su pensamiento".
Francisco Ayala deja un impresionante legado literario de cerca de 70 obras, muchas de ellas escritas durante su largo exilio -tras la Guerra Civil española (1936-1939)- en Argentina, Puerto Rico, Brasil y Estados Unidos, unos años en los que el escritor no se dejó llevar por la nostalgia y los vivió como "un privilegio".
Si ayer, día de su muerte, fueron múltiples los testimonios de admiración por parte de personalidades de distintos ámbitos de la sociedad española, hoy tampoco faltaron elogios que demuestran la repercusión humana e intelectual de este escritor.
Entre ellos, la escritora Almudena Grandes dijo que la desaparición de Ayala ha tenido "una consecuencia para la literatura española: la Generación del 27 estaba viva hasta hoy y con su muerte, que cambió la vida de las personas que estábamos cerca de él, se cierra un capítulo de brillantez suprema".
Entre los que quisieron dar el último adiós al novelista, sociólogo, ensayista, traductor y articulista estaban la Ministra española de Cultura, Ángeles González-Sinde; el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, o el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, institución a la que pertenecía Ayala desde 1984.
La capilla ardiente de Ayala, testigo privilegiado del siglo XX, recibió hoy un incesante goteo de visitas, después de que en la tarde de ayer se abriese al público por espacio de unas tres horas.
No obstante, por expreso deseo del fallecido y de su viuda, la incineración de los restos mortales del escritor tuvo lugar en la más estricta intimidad en el tanatorio de El Escorial, localidad situada a cincuenta kilómetros de la capital española.
Enriqueta Antolín, biógrafa y amiga del escritor, calificó de "extraordinaria" la ecuanimidad del novelista: "era un hombre que jamás juzgaba nada apresuradamente, sólo lo hacía según su criterio y no se dejaba llevar por las ideas de otros".
Francisco Ayala, único representante de las letras españolas que logró llegar a los 103 años, narrador brillante y pensador orteguiano, construyó en todas sus obras un mundo narrativo marcado por la lucidez, la ironía y el desencanto.
Poseía los máximos galardones literarios -Nacional de Literatura 1983, Premio de las Letras 1988, Cervantes 1991 y Príncipe de Asturias 1998- y, con motivo de su centenario en 2006, vio reeditadas algunas de sus obras, entre las cuales figuran "Los usurpadores", "La cabeza del cordero", "El as de bastos", "El jardín de las delicias" y sus memorias, "Recuerdos y olvidos".