Al fin recibe homenaje Josep Salvany
El médico catalán Josep Salvany que fue parte de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna contra la Viruela, enviada por Carlos IV a América hace 200 años, fue homenajeado ayer por primera vez en Bolivia, informó la Embajada de España.
Este héroe de la ciencia casi desconocido falleció en Cochabamba en julio de 1810 por las enfermedades que contrajo en el viaje. Está enterrado en la iglesia y convento de San Francisco.
Ayer, se descubrió una placa conmemorativa en memoria del médico español “don Josep Salvany y Lleopart, en un acto que contó con la presencia del embajador de España, Ángel Vásquez Díaz de Tuesta; el arzobispo de Cochabamba, Óscar Aparicio; y el alcalde José María Leyes.
El homenaje fue impulsado por la Asociación Española de Vacunología (AEV), según la edición digital de La Vanguardia. No acudió por problemas de agenda el escritor Javier Moro, cuyo libro “A flor de piel” novela de este hito científico le conquistó desde que oyó hablar de él en una visita al Jardín Botánico de Madrid, en España.
La hazaña puso de manifiesto el valor de las vacunas y la eficacia de los programas de vacunación masiva. Salvany todavía no contaba con un homenaje especial a diferencia de las plazas y calles que sí recuerdan a Francisco Javier Balmis, director de la expedición, a los 22 niños que sirvieron para llevar “vivo” el virus de la viruela o a la enfermera Isabel Zendal, quien cuidó de ellos, dijo La Vanguardia.
La expedición (1803-1814) que partió de La Coruña, se cuenta en la obra que Javier Moro ha dado a conocer al gran público sobre cómo se pudo vacunar a miles de personas gracias al suero de la viruela que iban portando, sucesivamente, los 22 huérfanos a los que el rey prometió estudios y un futuro.
Se escogió a huérfanos, a pesar de los problemas éticos que provocaba la idea, porque las familias no dejaban que sus hijos sirvieran de conejillos de indias, aunque se dio la circunstancia de que ninguno falleció.
Se logró vacunar a más de 500.000 personas y que se crearan Juntas de Vacunación, el embrión de la sanidad pública. La vacunación “brazo a brazo” fue posible gracias al ingenio científico de Balmis.
Se comprobó que el virus de la viruela que se transmitía de las vacas a las personas no era mortífero e inmunizaba contra el virus “humano”, que sí lo era.
Salvany, en cuya partida de defunción consta que tenía 33 años, consiguió un brillante expediente en medicina antes de ingresar en el ejército, del que salió para participar en la expedición.