Rózsa, muerto en su propia ley
“A Rozsa le tendieron una trampa de un lado y de otro. En Santa Cruz le retiraron la vigilancia que le protegía (…). Por un problema con unas armas, un vendedor local le engaña ”
Julio Alonso | Periodista
Introducción
Mientras el gobierno de Evo Morales se enfrentaba con los liderazgos prefecturales y cívicos de la media luna, en septiembre de 2008 llegaba al país el miliciano Eduardo Rózsa Flores para ejecutar un presunto plan de defensa de Santa Cruz. Desde entonces fue vigilado e infiltrado, y la madrugada del 16 de abril, cayó abatido en un operativo policial en el cuarto piso del Hotel Las Américas. Ese operativo significó el estallido y el descubrimiento de confabulaciones urdidas entre actores de La Paz y Santa Cruz.
Los Tiempos revisó miles de hojas que son parte de las investigaciones de este caso, de la Fiscalía y la de la Comisión Multipartidaria; habló y/o estableció contacto con más de 40 personas (algunas de ellas viven en Europa); tocó las puertas de policías que tienen mucha información y que eludieron hablar por temor.
Rózsa, protagonista de esta historia, se ha llevado muchas verdades, pero el tiempo ha permitido descubrir algunos elementos ocultos hasta ahora. Algunos de ellos refuerzan hipótesis ya conocidas y otras descubren nuevas. Ese es el resultado de un trabajo de indagación de poco más dos meses.
En la presente edición, junto a la primera entrega sobre la infiltración entre conspiradores, hacemos un breve adelanto de los principales ejes temáticos que Los Tiempos publicará sucesivamente.
1ro. Rósza muerto en su ley
Eduardo Rózsa Flores murió en su ley. Aislado y cercado, al milímetro y al segundo. El Gobierno dice que infiltró al grupo Rózsa, pero el imputado Mario Tadic, colaborador del presunto cabecilla mercenario, revela que el miliciano de tres nacionalidades mantuvo relación con autoridades del Ejecutivo y oficiales de policía que le daban cobertura. Su versión se encuentra en una denuncia presentada ante la CIDH de la OEA. Julio Alonso, periodista enemistado con el hombre de los cinco nombres, dice que el operativo policial se precipitó tras la discusión de Rózsa con un proveedor local de armas y luego de que algunos cruceños le quitaron su respaldo.
2do. No pudo disparar
El rumano Arpad Magyarosi no tuvo oportunidad de usar el arma que tenía en su habitación, pues la pistola y los cargadores 9 mm, estaban envueltos en una bolsa, y guardados en una habitación de la habitación 456. Además, tres forenses –dos bolivianos y un rumano- concluyen que el intérprete de música y experto en defensa personal recibió tiros por la espalda.
3ro. Dudas de enfrentamiento
La tesis del enfrentamiento se sostiene apenas. El grupo policial de elite actuó en el piso 4 del Hotel Las Américas con información detallada, como efecto de la infiltración al grupo de Rózsa, siete meses antes de abril. Luis Clavijo revela que un día antes del operativo se supo del atentado al cardenal. Ni el periodista Julio Alonso cree que haya habido un enfrentamiento entre Rózsa y la Policía. Irlanda espera que la ONU esclarezca lo ocurrido en el hotel Las Américas hasta junio próximo.
4to. El rol de Núñez del Prado
Carlos Núñez del Prado, ex director de Seguridad Ciudadana del Ministerio de Gobierno, fue el encargado operativo del caso Rózsa. Desarrolló una estrecha coordinación con Luis Nolberto Clavijo, ex director de Régimen Interno y el fiscal Marcelo Soza para la etapa de la investigación. El desempeño de Núñez del Prado en el caso Rózsa se descubre día a día debido a una guerra interna y agria dentro del oficialismo.
5to. Los aportes de César Navarro
César Navarro, actual viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales, una de las personas más informadas del caso Rózsa, da aportes valiosos. Dos años después de lo ocurrido, el Gobierno plantea su tesis sobre el enfoque político que construyeron para convertir la demanda de la autonomía en un supuesto plan separatista.
6to. Rózsa, casi fuera de control
Desde fines de marzo de 2009, Eduardo Rózsa estaba casi fuera de control. No logró el respaldo que habría concertado con los dirigentes cruceños, pero aún así estableció contactos internos y externos, desarrolló planes militares al detalle. En sus ofertas señalaba que tenía las bases para movilizar a 500 personas y traer a 200 mercenarios, llama la atención la probable participación que tuvieron algunos cuadros de la Falange Socialista Boliviana.
7mo. Guerra de baja intensidad
Una guerra de baja intensidad se desarrolló en Santa Cruz entre diferentes grupos de poder y líderes del departamento. El caso Rózsa no sólo ha fracturado la unidad de la llamada institucionalidad de la región, sino que dio inicio a una etapa contra las logias que tenían el control de las principales cooperativas cruceñas.
8vo. España, puente en la trama
España ha sido un puente en la trama conspirativa. Allí confluyen actores y hechos no investigados oficialmente por el Gobierno. Desde la activa participación del periodista Julio Alonso, el distanciamiento que un ex militar español estableció con su camarada Rózsa hasta la probable búsqueda de mercenarios por líderes cruceños opositores al Gobierno de Evo Morales.
9no. ¿Quiénes financiaron a Rózsa?
El proceso está incompleto. Hace dos años, el Gobierno se había propuesto hallar a los financiadores del caso Rózsa, pero la acusación presentada por el fiscal Soza no da pistas de aquello.
“Muy húngaro”, algunas veces, y otras “muy boliviano”. Apasionado e insatisfecho comunista primero, y enemigo declarado de la hoz y el martillo después. Eduardo Rózsa Flores jamás dejó de sorprender ni sembrar perplejidad. Misterioso empedernido, el hombre de las dos facetas --la de mercenario de guerra y la de héroe nacional-- acabó devorado por su propia ley, huérfano de apoyo de sus eventuales financiadores, entre la confabulación y la “contraconspiración”.
Respaldado por sus credenciales en Croacia, Rózsa ofreció un guión de guerra basado en sólidos datos bolivianos. Llamó la atención de cruceños conservadores y radicales, pero, según su propia voz, pasado el tiempo, no logró los recursos que necesitaba.
Ya pasaron dos años desde aquel jueves, cuando el país se enteró de que hasta las 4:00 del 16 de abril vivió un controvertido mitómano, ligado con las armas hasta el tuétano. Y que el fin de sus días supuso la tranca a un presunto plan magnicida, separatista y terrorista.
En Bolivia, era desconocido para la mayoría de la población, pero desde aquel día, su nombre mantiene en vilo a cuadros del oficialismo y oposición regional y algunas veces es parte de las conversaciones en el minibús.
El hombre de al menos cinco nombres (Eduardo, Luis, Germán, Giorgy y Jorge), el de las tres nacionalidades (boliviano, croata y húngaro), ha abierto un caso militar y político, cuya investigación está lejos de ser profundizada.
En ese contexto, Los Tiempos aborda también el tema, de la mano de documentos bolivianos y europeos, y con el respaldo de entrevistas y declaraciones oficiales para contribuir a ordenar un rompecabezas que tiene fichas faltantes.
Es que, como dice Carlos Hugo Molina, un prestigioso municipalista y estudioso de la realidad boliviana, “la investigación y las pruebas han sido pervertidas por la urgencia política”. Un dato muy simple: algunos de los correos que supuestamente estaban en la computadora de Rózsa han servido de prueba para incriminar a algunas personas e instituciones; otros nombres y situaciones que involucrarían a actores gubernamentales, hasta ahora han sido totalmente ignorados.
En Bolivia
Rózsa llegó a Bolivia el 13 de septiembre de 2008, vía Brasil, de la mano del ahora prófugo Alejandro Melgar, cuando el gobierno de Evo Morales se imponía en el conflicto con los prefectos y cívicos opositores de la Media Luna. Fue vigilado desde entonces por la Policía Nacional, quizás alertada por los servicios de inteligencia rumanos y serbios. El diario napaconews.com informó a principios de mayo del 2009 que Serbia mantenía vigilado a quien fuera miembro de la Brigada Internacional en la guerra de los Balcanes.
El 8 de febrero de 2011, el vicepresidente Álvaro García Linera afirmó en una entrevista con la periodista Amalia Pando que el grupo de Rózsa fue infiltrado siete u ocho meses antes del operativo de abril. “Los infiltramos. Le hicimos seguimiento a sus pasos y cuando estaban a punto de escapar, tras el atentado al Cardenal (Julio Terrazas, el 15 de abril de 2009), los intentamos agarrar antes de que se escapen. Ahí hubo un intercambio de fuego cruzado con el grupo”.
Un comando policial, integrado por 25 uniformados, abatió a tres de los cinco presuntos terroristas hospedados en el piso 4 del Hotel Las Américas.
El boliviano, el húngaro y el irlandés murieron en una madrugada, pese a que el jefe del comando, el capitán Wálter Andrade Sanjinés, se infiltró en el grupo ilegal hasta compartir bebidas con el cabecilla, y sus pasos estaban vigilados al milímetro y al segundo. Mientras Rózsa y sus subordinados se tomaban fotos, el policía también lo hacía, pero con un reloj, como los agentes de película.
Entonces, ¿por qué los mataron? “Porque abrieron fuego contra la Policía. Se enfrentaron a los miembros de la UTARC”, es la respuesta oficial y ceñida a las circunstancias, muchas de éstas desconocidas, del operativo de madrugada. Desde entonces surgieron datos y versiones que refuerzan la pregunta. ¿Por qué no los detuvieron vivos?
El reino de las trampas
La presencia del héroe croata de los Balcanes no era un asunto desconocido para el sistema de inteligencia. Un ex parlamentario, vinculado con la investigación multipartidaria del caso en 2009, recuerda que se enteró de que militares del servicio pasivo, a fines de 2008, buscaban la manera de contactarse con Rózsa. “Si en los cafés de La Paz hablaban del tema, con toda seguridad los organismos de inteligencia tenían datos de este grupo”, dijo.
Ignacio Villa Vargas, El Viejo, fue, quizás, el primer informante del Gobierno en el grupo Rózsa. Luego se incorporó el capitán Wálter Andrade Sanjinés, jefe de la UTARC, a quien en el grupo le decían Johnny.
Tádic, boliviano-croata, fue uno de los dos supervivientes del operativo en Las Américas y desde entonces está recluido junto a Elód Tóásó en el penal de San Pedro. Él prestó al menos cuatro declaraciones ante el fiscal Marcelo Soza y la Comisión Multipartidaria que investigó el caso. Pero al margen de aquellos datos, el 23 de octubre de 2009 escribió su testimonio sobre el operativo policial para enviarlo a la Comisión Interamericana de Derechos de Humanos.
Los Tiempos accedió al documento y en él afirma que está seguro de que los cinco del grupo que llegaron el martes 14 al Hotel Las Américas estaban sobradamente identificados por la Policía, aunque Soza niega el hecho. A la infiltración admitida por García Linera, Tádic añade que desde que Rózsa se hospedó en el Hotel, durante 82 días, fueron observados por unos agentes.
El grupo “mantenía el control desde una vagoneta café, con vidrios ahumados y barras cromadas. El mediodía del 15 de abril (casi 12 horas después de la explosión dinamitera en la casa del Cardenal Julio Terrazas), nos interceptan a Rózsa y a mí en la avenida Monseñor Rivero. Bajaron con una cámara dos hombres, uno alto y otro delgado, y una mujer, como si fueran de la televisión y entrevistaron a Rózsa acerca del atentado a la casa del Cardenal”, asegura.
En tanto, la mañana del 15 abril, llega de La Paz a Santa Cruz Luis Nolberto Clavijo, entonces director de Régimen Interno, para verificar la presencia de los cinco del grupo en el Hotel Las Américas. Y, según sus declaraciones, ya sabía día antes de un probable atentado al Cardenal. “Existen dos posibilidades --plantea Tádic en su denuncia de tortura --: I, que el Gobierno (lo) sabía, pues Rózsa trabajaba para ellos como agente provocador con la tarea de infiltrar a la oposición y lo mantiene informado, lo cual explicaría por qué lo mataron; o II, que (la Policía se haya enterado) por denuncia, pero en ese caso, por la necesidad de obtener información, los hubiesen capturado con vida”.
A esta hipótesis se suma la de Julio Alonso, corresponsal de guerra y hombre obstinado con el también llamado “coronel Flores”. Tádic y el periodista están enemistados, pero coinciden sobre el final conspirativo.
“A Rozsa le tendieron una trampa de un lado y de otro. En Santa Cruz le retiraron la vigilancia que le protegía y comenzaron a entregar (al Gobierno) la documentación de los hoteles que frecuentaba. Por un problema con unas armas, un vendedor local le engaña, hay un incidente en el que ambos bandos, vendedores y compradores, se amenazan con armas”, responde Alonso, desde Alicante (España), donde este matutino lo ubicó tras una prolongada búsqueda.
Rózsa no sólo perdió la cobertura, sino la confianza y el respaldo económico del grupo involucrado en el plan de defensa de Santa Cruz. En un email, le dice al eslovaco Ivan Pistovák: “Aquí no tenemos tanto apoyo financiero, aunque es indudable que aquí también viven personas muy ricas, pero éstas o ya sacaron su dinero fuera del país o no”.
Quizás por aquello, declaró, según el imputado Juan Carlos Gueder, que el prefecto Rubén Costas valía más como mártir, porque hacía muy poco por la autonomía. “No disponemos de los narcodólares, ni de la ayuda financiera venezolana ni la consejería profesional cubana..., pero a pesar de esto nos vamos a enfrentar a ellos”, le dijo Rózsa al eslovaco, según un email hallado por la Policía en su laptop.