Luis Espinal, “Vive”
Un hecho real es que no han logrado silenciar a Luis Espinal, puesto que a pesar de haber sido asesinado por tiranos, su legado y su forma de vida lo hacen inmortal en nuestra memoria
“La vida es para eso, para gastarla… por los demás”, una de sus célebres frases que refleja el pensamiento de un mártir y demócrata que entregó su vida “arriesgándola” y “gastándola” realmente por los demás. Pese a que en uno de sus poemas Luis Espinal señala que no necesitamos mártires, pues éste se erige en un verdadero personaje que se jugó el pellejo en tiempos de dictadura militar.
Desde las trincheras de la prensa, la crítica de cine, o adoptando medidas radicales como la participación en la huelga de hambre junto a las mujeres mineras por recuperar la democracia, Luis Espinal refleja la valentía de la generación que en los 80 luchaba por algo, se la jugaba por un ideal, tenía una utopía resumida en la posibilidad de la construcción de una sociedad más justa y democrática. Defensor de los derechos humanos, partidario de la libertad de expresión, en contextos difíciles y complicados, el sacerdote jesuita supo enlazar la fe con las demandas populares, otorgándole un nuevo cariz a la iglesia, desde su posición humilde de sacerdote.
En un nuevo año en el que recordamos su martirio y muerte, Luis Espinal vive por un lado en quienes reivindican la libertad de expresión, de ese periodismo comprometido, pues como Lucho decía “callar es lo mismo que mentir”, y el periodismo debe estar de lado del pueblo, y cuestionando a los poderosos y al poder. El periodista debe ser oídos y ojos del pueblo señalaba. Por otro lado, en un tiempo en que la política se personaliza, Lucho sigue siendo tan actual como en los 70. En una de las editoriales del periódico Aquí sostuvo: “Solamente los dictadores y los individualistas personalizan la política. Luchamos en favor de un pueblo y en favor de una sociedad más justa y no en favor de ninguna personalidad por respetable que sea”.
Sobre la coincidencia entre ser cristiano y revolucionario, Luis Espinal abogaba porque el cristiano debía ser un revolucionario sospechoso y la iglesia debía ser cuestionadora; “porque grandes corrientes reaccionarias y reformistas se han encubierto con el epíteto de ‘cristiano’. Más aún la iglesia se declara políticamente neutral, nunca lo ha sido ni podría serlo; y como está inserta en este contexto social concreto, defiende fácilmente el sistema que por su parte concede ciertos privilegios. La iglesia oficial o instalada es contrarrevolucionaria”.
A 36 años del martirio y muerte de Luis Espinal, honramos su integridad, su valentía. Como nueva generación añoramos la presencia de líderes comprometidos. Un hecho real es que no han logrado silenciar a Luis Espinal, puesto que a pesar de haber sido asesinado por tiranos, su legado y su forma de vida lo hacen inmortal en nuestra memoria y en la historia de este pueblo que sufrió con su partida.
La autora es socióloga.
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ