El “caleado” de árboles
El valor estético de la vegetación está claramente representado por los árboles, más aun si estos crecen en un ámbito urbano, en nuestra ciudad desde hace muchos años se ven esfuerzos por crear y renovar espacios verdes promoviendo la forestación de calles, avenidas y plazas.
Una práctica frecuentemente destinada al cuidado de los árboles es pintar el tronco mediante el denominado “caleado” que consiste en aplicar hasta una altura de un metro aproximadamente una mezcla de cal apagada y sal. Dicha práctica se afirma que ayuda al árbol a prevenir enfermedades, plagas y hasta repeler insectos.
Lastimosamente el denominado “caleado de árboles” tiene su origen en una evidente confusión con el tratamiento fitosanitario que consiste en la aplicación del denominado “caldo bordelés” elaborado en base a cal apagada y sulfato de cobre, una combinación en proporciones exactas y que se utilizó originalmente para combatir enfermedades fúngicas de cultivos extendidos de vid y otros frutales donde se cubría no sólo el tronco de los frutales sino también las ramas. Actualmente el uso del caldo bordelés ya no es muy popular porque existen agroquímicos específicos.
El pintar el tronco de los árboles puede crear aspecto engañoso de limpieza que durará hasta la primera lluvia después de la cual la caleada se deteriora y tanto la cal apagada como la sal son arrastradas por la lluvia contaminando el terreno circundante al árbol alcalinizando y salinizando el área inmediata. Además es importante señalar que la alcalinización y salinización del área circundante al árbol disminuirá la absorción de hierro dado que en la mayoría de las plantas el hierro puede absorberse solamente como un ion libre y que el hierro se torna más insoluble a medida que el pH del suelo aumenta y como consecuencia puede producir en el árbol una enfermedad que se llama “clorosis inducida por cal”, cuyos síntomas son el amarillamiento del follaje y la disminución de la capacidad para realizar la fotosíntesis, que disminuirá su esperanza de vida y su vigor pudiendo en algunos casos ser el factor inicial para la posterior muerte.
Por lo tanto podríamos estar atentando contra la buena salud de los árboles al aplicar esta nefasta combinación de cal apagada con sal que no sirve ni nunca sirvió para combatir plagas o enfermedades y su uso se basa únicamente en el folklore sin fundamento científico.
También se dice que pintar los troncos de los arboles aumenta su valor “estético” y da la impresión de que los árboles están “bien cuidados”. Nada más lejos de lo que se afirma, puesto que pintar los troncos es una práctica que rompe el aspecto natural de la vegetación, convirtiendo a los jardines, parques y arbolado de vías públicas, en objetos menos naturales porque al pintar perdemos de vista el aspecto y color natural de los troncos además de las diferentes texturas, todas estas características que son propias de cada una de las especies de árboles y las identifican y las hacen especiales, a nuestros sentidos.
Promovamos el cultivo y cuidado de árboles con inteligencia y dejemos esas prácticas que no tienen ningún sentido lógico y sólo son una mala costumbre.
El autor es miembro del Colegio de Biólogos de Cochabamba.
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