No adoptemos la conducta Iron Man en nuestras vidas
Iron Man, superhéroe ficticio de Marvel Comics (la trama gira en torno a Tony Stark, un empresario e ingeniero, que construye un exoesqueleto motorizado y se convierte en Iron Man, un superhéroe tecnológicamente avanzado; quien con un gran apego a las cosas materiales y con un evidente narcisismo, llega a endiosarse y auto identificarse con su obra, llegando a afirmar: "yo soy Iron Man")
Esta historieta hizo su primera aparición en Tales of Suspense #39 (marzo de 1963), y recibió su propio título en Iron Man #1 (mayo de 1968). En el año 1960 aparece por vez primera en la televisión. En el cine, en los últimos tiempos, es interpretado por un gran actor como lo es Robert John Downey Jr. Las películas son realmente geniales. Estupendas.
La conducta de este personaje ficticio sustentada en el utilitarismo extremo puede verse, en muchos de los casos, reflejada en la vida real.
En esta vida evitemos sobredimensionar la conducta de Iron Man en cuanto al utilitarismo excesivo (tratemos de evitar caer en los extremos de la vanidad, la arrogancia, la egolatría y la vanagloria).
Jeremy Bentham, filósofo inglés del siglo XVIII, definió el utilitarismo como aquello donde “todo acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la utilidad que tienen, esto es, según el placer o el sufrimiento que producen en las persona”. En términos éticos, la utilidad suprema es la felicidad del mayor número de personas; los actos, normas o instituciones más beneficiosos son aquellos que potencian la felicidad y minimizan el dolor.
A simple vista, esto parece algo encomiable. Sin embargo, bajo esa óptica hedonista que asimila la felicidad como vivir para disfrutar ególatramente de los placeres, intentando evitar el dolor y la responsabilidad, gozando de las emociones placenteras sin racionalizarlas, conlleva la noción de que todo lo que el ser humano hace es un medio para conseguir otra cosa a como dé lugar y a cualquier precio.
Entonces, aquel que tenga el poder, hará todo lo necesario para ejercerlo y conservarlo, no importa si para eso se miente o manipula a los demás; mientras estos sirvan, sean útiles a su objetivo (perdurar en el poder, afianzar a sus colaboradores, disfrutar de las emociones placenteras, lograr impunidad e imponer su modelo), todo está bien. En otras palabras, el fin justificará los medios. Ese es el gran riesgo. Debemos evitar la instauración de líderes mesiánicos que de forma exagerada hacen culto de la conducta Iron Man, convirtiendo eso en un propósito de vida.
Si lo vemos bajo esa perspectiva, este héroe cinematográfico si bien hace todo lo posible por alcanzar su meta. Pero en ese sendero del utilitarismo excesivo se dan situaciones ante las que hace de todo, incluyendo: pisotear, despreciar a las personas y obviar la libertad inherente a cada una de ellas. Muestra de ello, debido a dicha actitud también se provoca mayores problemas. Es importante medir las consecuencias de las acciones en pos de esa utilidad superior sin salirse del marco de la libertad, que a su vez, implica responsabilidad.
Se debe evitar caer en el libertinaje del utilitarismo maquiavélico (ese utilitarismo como fin, capaz de justificar cualquier medio sin asumir responsabilidades).
El autor es abogado
Columnas de CIRO AÑEZ NÚÑEZ