La deuda de y con China
La responsabilidad del Partido Comunista Chino en la propagación del virus por acción u omisión, por ocultamiento de información, negligencia –o por lo que Evo Morales, su aliado, ha celebrado como merito propio, esto es, un triunfo al que consideró la tercera guerra mundial sin armas– traerá el establecimiento de un nuevo orden económico en el mundo.
Independientemente de los hábitos de consumo alimenticio de los chinos, el hecho de que el régimen haya silenciado al científico (chino) que alertaba sobre la aparición del Covid-19 y sus efectos, da cuenta de la magnitud del problema respecto a los móviles que pudieron haber guiado los actos de Xi Jinping y su Comité Central, no solo para ocultar al mundo la letalidad del virus, sino también para “distraer” de sus consecuencias económicas.
Ahí radica la alusión a una tercera guerra mundial, quizá bajo la lógica estalinista donde una muerte duele, pero un millón de muertes son solo estadística. Por tanto, tras el Covid-19 existe todo un complejo escenario de verdades ocultas, intereses de orden geopolítico, predominio en el mapa económico del mundo, en el desarrollo científico, así como una suerte de dependencia que determine la consolidación de bloques económicos bajo esa mirada tan propia de regímenes castradores de las libertades individuales como es el chino.
Frente a esta realidad, el mundo globalizado debe actuar. Una premisa básica pasa por establecer exactamente cuál fue y será la responsabilidad del Gobierno chino y la obligación que tiene de resarcimiento por el enorme daño causado, no solo por el deceso de personas, sino por los efectos negativos de la pandemia en la economía global, en empresas, industrias y familias.
Dicho de otra manera, el PCCh no puede quedar exonerado de los efectos de la pandemia y de su deber de responsabilidad, como actor mundial de primera línea, ante la humanidad por los daños provocados. Y en esa línea ya están avanzando países como Japón, el Reino Unido o Francia, donde Emmanuel Macron fue elocuente: “no lo sabemos, claramente pasaron cosas que desconocemos”. Y es simple: la globalización no solo debe ser entendida como la interacción y sinergia de las economías en el mundo, también las responsabilidades están globalizadas debido a que no pueden ser disociadas de los actos de los Estados en el contexto mundial.
En el plano interno, Bolivia tiene contratadas deudas bilaterales. A la República Popular China es a quien más debemos, cerca de 900 millones de dólares. En el anterior régimen, la mala obra china fue parte de la dinámica de edificación de varios proyectos, así como los empréstitos, por lo que bajo la actual coyuntura, debemos preguntarnos si cabe continuar con el pago de la deuda bilateral a ese país, y si no es tiempo de cuantificar el perjuicio que nos ha producido con el Covid-19, para negociar el castigo de la acreencia, más daños. No olvidemos, la responsabilidad del PCCh con Bolivia y el mundo, es infinita.
El autor es abogado
Columnas de CAYO SALINAS