Hay que cambiar de actitud para celebrar en grande
Cochabamba celebra 210 años de su grito libertario, cientos de miles de cochabambinos se congratulan y festejan esta fecha brindando con algunas bebidas alcohólicas y sirviéndose alguna suculenta comida de la gastronomía valluna.
Todos los cochabambinos, nacidos en este valle florido y otros que lo adoptaron como propio deberían hacer un alto en sus festejos y reflexionar y cuestionarse qué celebran.
Durante generaciones, acá y en cualquier ciudad del mundo, los festejos siempre van de la mano con avances y logros que se han conseguido con el bregar de un arduo trabajo personal y de la sociedad en su conjunto.
No creo que se festejen las desgracias, salvo que haya una u otra autoridad de turno o políticos que se frotan las manos por la mala suerte de su rival. Por lo tanto, los cochabambinos deberíamos pensar una veintena de veces si realmente se han resuelto nuestras principales necesidades básicas, hoy en día más afectadas por la pandemia del coronavirus.
¿Festejamos la renovación de la red agua potable y servicios de alcantarillado en el centro de la ciudad y las zonas periféricas?
¡Por favor! Este problema que tiene la ciudad es de vieja data. El sistema de red de agua tiene cerca de medio siglo de antigüedad y sus tramos cuentan con cañerías totalmente oxidadas y corroídas por el paso del tiempo. El desgaste de las cañerías hace que se presenten fisuras y por lo tanto fugas de agua que pudiera utilizarse en beneficio de la ciudadanía.
Después de tantos años de anhelos se construyó la represa de Misicuni, la obra se entregó hace un par de años y hasta la fecha el agua no llega a las zonas donde más la necesitan. Esto, por la mala gestión de las autoridades municipales y de Gobierno.
No se libra de este mal el sistema de alcantarillado y drenaje pluvial que ya ha sobrepasado su vida útil. La construcción de nuevos edificios ha hecho que los desfogues de los cientos de departamentos terminen colapsando las alcantarillas, por lo que la ciudadanía tiene que oler la mierda en calles y avenidas.
¿Celebramos que cada vez que bloqueen el ingreso al botadero de K’ara K’ara tengamos que vivir en medio de toneladas de basura esparcida por calles y avenidas?
¡Esto huele a podrido! A ninguno de los alcaldes que ocuparon la silla edil le dio la gana de resolver este problema en los últimos 30 años.
¿Brindamos por un buen reordenamiento vehicular en calles y avenidas?
¡Esto sí es un atropello! Lamentablemente el tráfico vehicular, la contaminación acústica y atmosférica no se detiene en Cercado. Las malas costumbres de los conductores, especialmente del servicio del transporte público, dejan mucho que desear.
Los choferes no respetan los puntos de parada, se detienen donde les da la gana para recoger o para que bajen algunos pasajeros, quienes con sus vocecitas “me lo para por favor”, hacen que los conductores se detengan a media cuadra de la esquina. Además, hay muchos trufis y micros que tienen una antigüedad de 30 años, y contaminan el aire que respiramos miles de cochabambinos.
¿Celebremos las malas costumbres de quienes sacan a cagar a sus mascotas en los parques de la ciudad?
¡Esto sí es pisar mierda!. Cada vez es más frecuente que los cochabambinos que viven en departamentos saquen a los parques y plazuelas a sus mascotas para que hagan sus necesidades.
El colmo de los colmos es que los dueños de los canes dejan que sus “cachorros” defequen a sus anchas. Una vez terminada esta acción, los dueños, como si no hubiera pasado nada, se marchan del lugar dejando atrás la caca de sus mascotas. Cuando lo ideal es que usted señora, señorita, señor o señorito lector, si tiene una mascota y repite todos los días esta operación lleve consigo una bolsa y recoja la mierda que hizo su animalito y deposite en un basurero cercano.
Para celebrar como se merece la ciudad donde uno vive deben arreglarse muchas cosas que incumben a las principales autoridades departamentales, municipales y de su ciudadanía en general.
Si lo más lindo es tener una ciudad donde se tengan resueltos los servicios básicos, disponer de plazas y parques por donde caminar sin miedo de pisar excrementos. Tener buenas calles y mayores sendas destinadas para los ciclistas que usan como medio de transporte las bicicletas para trasladarse de la manera más amigable con el medio ambiente.
No tener miedo de los conductores del transporte público que se sienten dueños de las calles y que no contaminen la ciudad con los gases que emiten sus escapes ni que laceran nuestros oídos con sus bocinazos.
El cambio de actitud, los buenos hábitos de convivencia y de solidaridad contribuirán, sin duda alguna, a que el ciudadano se sienta bien con su ciudad y de verdad haya algo bueno para celebrar.
El autor es periodista
Columnas de ALFREDO JIMÉNEZ PEREYRA