Un revolucionario en Nueva York
¡Joven, caballero, señorita!: Acérquese no tenga miedo. Bonos soberanos bolivianos a buen precio. A pedido del público prolongamos una semanita su venta. Pregunte nomáásss, reinitaaaa. Papi churrooooo: ¡cómprate este bonito, puessss! Hello friends! Dear brothers y compañeros gringos bandoleros: pongan los morlacos.
¿Por qué nuestro amigo revolucionario está en Wall Street buscando conseguir dinero en el corazón del capitalismo financiero? Veamos algunos conceptos y un poco de historia.
Cuando un país está yesca, los bonos soberanos son una forma de conseguir dinero de inversionistas extranjeros para proyectos del gobierno o para financiar el déficit público. El Estado, generalmente con la ayuda de un banco internacional especializado, va al mercado de capitales privados y ofrece papeles respaldados en la fe del Estado a cambio de plata. En el documento que emite, el gobierno nacional se compromete a pagar una determinada tasa de interés y en un lapso. Este mecanismo aumenta la deuda externa. El gobierno también emite bonos locales: recuerden el bono navideño de fin de año. Ofrecía un retorno de 6,5% en nueve meses. Existen otros tipos de papeles que el Estado emite que, generalmente, son comprados por los bancos comerciales y las AFP. Esto constituye la deuda interna.
En 2012, el gobierno boliviano fue al mercado de capitales internacional y emitió bonos por 500 millones de dólares. La tasa de interés que se comprometió a pagar fue 4,875% y con un plazo de 10 años. Este año debe devolver esta platita más el interés.
En 2013, el gobierno consiguió otros 500 millones de dólares, pero pagó más caro por ese dinero, a una tasa de interés de 5,95% y 10 años plazo. Al año hay que devolver este dinero.
Finalmente, emitió bonos soberanos por 1.000 millones de dólares. En este caso, la tasa de interés fue de 4,5% y plazo de 10 años hasta 2028.
En la época, la propaganda oficialista presentó este endeudamiento externo como un signo de la fortaleza del modelo económico. Los inversionistas extranjeros tenían confianza en la política económica del Gobierno y le prestaban plata, que sería destinada a infraestructura. Palo a los opinadores que no creen en el modelo, por cuanto el capital extranjero le decía sí al proceso de cambio. Pero resulta que esta era una media verdad. Una parte importante de los compradores éramos los bolivianos. Las AFP fueron persuadidas a comprar estos bonos fuera de Bolivia. Nosotros, como pensionistas, felices. Mejoraban los rendimientos del sistema de pensiones. Aunque a nivel local se hubiera conseguido la misma plata más barata, pero había que ayudar a reforzar la credibilidad de la política económica.
Bueno, ahora resulta que no tenemos 1.000 millones de dólares más los intereses para pagar esta deuda que se vence este año y el próximo. De yapa se quiere empujar, para más adelante, el pago de la deuda contraída el 2017. Esta es una de las razones por las cuales el Gobierno decide emitir o canjear bonos por otros 2.000 millones dólares. Es decir, endeudarse para pagar su deuda. En términos populares esto se llama bicicletear. Cavar un hueco para tapar otro.
El Gobierno está escaso de recursos. Debe cerrar un déficit público de 8% del PIB y necesita 5.000 millones de dólares de inversión publica para este año. Las fuentes locales están muy escasas. Las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia están muy bajas, menos de 2.000 millones en dólares y la deuda interna es muy elevada. Así que no queda otra que buscar ahorro externo vía emisión o canje de bonos.
El año pasado ya se intentó realizar esta operación sin éxito. Parece que el pataleo continúa. Ahora, al parecer, los inversionistas extranjeros buscan ser compensados con una mayor tasa de interés. Algo que está entre 6 y 10%. Ciertamente un dinero muy caro. Una de las explicaciones para esto es que la tasa de riesgo país aumentó en Bolivia. Las calificadoras de riesgo nos bajaron de rango debido a la inestabilidad política, la debilidad del sector externo y los problemas fiscales.
El Gobierno también podría buscar endeudarse con organismos internacionales. Aquí se ha hecho muy poco esfuerzo para conseguir dinero del Banco Mundial y en especial del FMI. Este último es el único que tiene espalda financiera para prestar unos 2.000 millones de dólares. La experiencia internacional, vea Argentina, muestra que los muchachos del Fondo están más mansos con el tema de la condicionalidad para los préstamos. Antes te daban el dinero, pero te requerían ajustes estructurales económicos y sociales muy dolorosos. En el caso boliviano, el distanciamiento con el FMI parece más una alergia ideológica selectiva. Esta no se manifiesta cuando se extiende la mano al capital financiero privado, por ejemplo.
¡Uta! Para terminar, si por ejemplo colocan bonos por encima del 6% al año, va a ser interesante ver los malabarismos leguleyescos, ideológicos y políticos que se armarán para explicar por qué devolvieron un dinero al FMI cuya tasa de interés era 1% al año y pudo ser un primer paso para conseguir más recursos financieros. En fin, parece que nuestro revolucionario que fue a Nueva York va a tener que bajar el copete y viajar a la Washington.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.