El fracaso del vacío de poder
En las audiencias del inconstitucional e ilegal proceso penal contra la expresidenta Jeanine Áñez, denominado “caso Golpe II”, vuelven a salir evidencias, mediante las declaraciones de los testigos, del vacío de poder creado por el expresidente Evo Morales y su cúpula en noviembre de 2019, tras las movilizaciones sociales contra el fraude electoral descubierto en las elecciones de octubre de aquel año.
Es contraproducente para Morales y el MAS, que promueven este juicio a Áñez, que nuevamente se rememoren las circunstancias en que se produjo aquel vacío de poder que, a contramano de su propósito, llevó a la presidencia a Jeanine Áñez mediante la sucesión constitucional prevista en el ordenamiento jurídico nacional.
Acaso no valga mucho reconstruir una base fáctica que pueda conducir a la verdad histórica de lo que realmente sucedió en aquellas dramáticas horas de nuestra historia, porque este proceso, impulsado por motivaciones políticas y de pulsiones tan rudimentarias como la ley del talión o simplemente la venganza, tiene como fin central condenar a Áñez —incluso se ha adelantado que la sentenciarán a 12 años, así de burda es esta querella—, para dar sustento a la inverosímil ficción del “golpe de Estado” sustentada por Morales. Si se buscara la verdad de lo que aconteció en noviembre de 2019, el camino constitucional y legal no es un proceso en la justicia ordinaria para Áñez, sino un juicio de responsabilidades, que es lo que corresponde.
Si nos situamos, no obstante, en la fecha en que tuvieron lugar los hechos alrededor de los cuales gira este espurio proceso penal, habrá que recordar que el vacío de poder fue creado con las renuncias de Morales a la presidencia, de García Linera a la vicepresidencia, de Adriana Salvatierra a la presidencia de la Cámara de Senadores y de Víctor Borda a la titularidad de la Cámara Baja. Que fue una instrucción de Morales y sus operadores políticos está fuera de duda. Lo que deberían explicar es qué buscaban con este intento de dejar en vacancia el timón del Estado, aunque la organización de grupos de choque que comenzaron a ejecutar actos vandálicos, como la quema de los buses PumaKatari o de las casas de periodistas y activistas, en La Paz, expresó mediante hechos que la intención era crear zozobra y pánico, de tal modo que se terminara por pedir el retorno al poder de Morales, el único capaz de controlar la situación de desorden creada por sus propios adherentes.
Pero algo salió mal y a Morales le ganaron la partida. El vacío de poder tenía un talón de Aquiles: Morales, al renunciar y acogerse al asilo político en México, incurrió en cesación en el cargo por ausencia o impedimento material definitivo, lo cual abrió el camino para la sucesión constitucional, que recayó en Jeanine Áñez, a la sazón segunda vicepresidenta de la Cámara Alta. Recordemos que con Áñez se restableció el orden constitucional y legal, de tal modo que naufragó el avieso vacío de poder. Lo que se busca, con el juicio del caso “Golpe II”, es castigar a Áñez por ese “atrevimiento”.
No se puede, con querellas bajo delitos inventados, borrar la verdad histórica de la sucesión constitucional. El juicio de la justicia sumisa al MAS no impedirá que la verdad histórica salga a flote, una y otra vez.