El documento de Tuto
El informe que ha presentado el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga tras declarar ante el Ministerio Público en el caso “Golpe I”, que consta de 14 páginas con evidencias incontrastables, tiene la virtud de establecer que en noviembre de 2019 no hubo un “golpe de Estado”, como sostienen el expresidente y jefe cocalero Evo Morales y sus seguidores, sino una sucesión constitucional que salvó el sistema democrático, que en esas dramáticas circunstancias estuvo en riesgo a causa de un deliberado vacío de poder creado precisamente por Morales y sus partidarios.
Con sólidos argumentos fundamentados en hechos, Quiroga reconstruye los hitos esenciales de aquella trascendental negociación, que surgió tras el fraude electoral perpetrado por Morales y que fue denunciado y descrito en los informes de la OEA y de la Unión Europea (UE). Esas reuniones para llegar a una transición constitucional contaron con la mediación, como sostiene el documento de Quiroga, de la Iglesia católica y la facilitación de la UE, del delegado del Gobierno de España y del enviado especial de Naciones Unidas, pero sobre todo el concurso de todos los parlamentarios, en particular del MAS.
Lo que destaca Quiroga, en su informe, es que “Bolivia encontró una sucesión constitucional, construyó una transición a nuevas elecciones, y se entregó el mando del país al presidente Luis Arce”, de tal modo que, en una frase que sintetiza los razonamientos del referido documento, “si la transición hubiese sido inconstitucional, el presidente Arce sería hoy hijo de la inconstitucionalidad y sus parlamentarios nietos de la misma”.
El texto presenta, además, los chats que mantuvo Quiroga con las entonces legisladoras masistas Adriana Salvatierra y Susana Rivero, quienes estaban al tanto de todas las conversaciones y que aceptaron la sucesión de Áñez. El documento las muestra más preocupadas por asegurar la salida del avión de Morales a México y que no estaban dispuestas a asumir la presidencia. Los masistas habían descabezado los órganos Ejecutivo, Legislativo y Electoral, con el fin de crear un vacío de poder; el cálculo fue que la violencia desbocada, a cargo, no por casualidad, de grupos de choque masistas, haría que se pidiera el retorno de Morales como “salvador”, pero ni él ni sus adláteres incondicionales contaban con que la sucesión llegaría mediante la jurisdicción constitucional, que quedó intacta en aquella crisis y que materializó la sucesión constitucional de la expresidenta Jeanine Áñez, hoy condenada a 10 años de cárcel en un juicio inconstitucional e ilegal. En su huida, Morales dejó vacante la primera magistratura y dio lugar al mecanismo constitucional de la sucesión. Ya en el poder, Áñez se ocupó de restablecer el orden democrático, lo cual no le perdonan Evo y sus incondicionales.
Resulta interesante que el informe de Tuto cite un pasaje esencial de 1984, la novela distópica de George Orwell sobre el totalitarismo: “Para hacer cumplir las mentiras del presente, es necesario borrar las verdades del pasado”. Esta frase encierra el propósito masista de sustituir el fraude de Morales por un inexistente “golpe de Estado”. La buena noticia es que, pese a la Fiscalía y a la justicia sumisa, ese objetivo no se podrá lograr tan fácilmente en un país que tiene memoria y que no está dispuesto a aceptar grotescas mentiras.