Lo que nos toca hacer
en la tierra sin ley que es Bolivia por el “proceso de cambio”, el abuso de poder no tiene límite. Pronto saldrá a la luz el tamaño del despilfarro, la incompetencia y la corrupción, cuando comiencen a pasarnos sus facturas, como en el caso de los hidrocarburos.
Lo vemos a cara descubierta, impúdica e impunemente, en los devastadores incendios de los bosques, pruebas plenas y concluyentes al alcance de cualquiera, llegando al extremo de nublar el sol, hacer llover cenizas cual pira funeraria descomunal y llevar a la asfixia lenta a cuanto ser vivo tiene la desdicha de estar cerca, sin que sus denuncias y clamor sean eficaces.
No son estas las únicas evidencias de la potencia destructiva del proyecto vigente al servicio de los expropiadores del país a nombre de los humildes, depredadores dispuestos a arrasarlo todo, a no dejar piedra sobre piedra, a vaciar la olla y rasparla hasta agujerearla para quedarse sólo con el enriquecimiento criminal que encuentra en la blanca industria y sus ramas anexas, la única floreciente en esta patria maltratada, la fuente de riqueza de quienes nunca han sabido trabajar.
Se suman el sistemático desmantelamiento de la democracia y el Estado de derecho con la concentración del poder, subordinando a un Tribunal Electoral administrador de procesos impregnados de fraude y manipulación, a ojos vistas en sus demoras y decisiones, y la perversión de la administración de justicia, corrompida hasta el hedor.
Precisamente desde los apestosos rincones de los recintos policiales, fiscalías y juzgados de todos los niveles, erupciona una prueba fehaciente de la unidad estratégica entre los azules, de la mentira de su fractura interna: la condena apurada de los rostros más visibles de la gesta ciudadana de 2019, quienes emergieron en su desenlace, y otros personajes secundarios, con y sin uniformes. No sólo para amedrentarnos, sino para saciar la sed de venganza del bloqueador mayor, el que ordenó cercar a las ciudades ni bien huyó al verse descubierto el fraude que ordenó. En tal ruta de abuso se ha encarcelado a Jeanine Áñez, Marco Antonio Pumari y Luis Fernando Camacho, y es clara la decisión tomada de impedir su libertad. Todo con base en el golpe inventado, versión que cae con el recuento de los hechos hasta 2019:
- La vulneración de la Constitución respecto de la reelección, ya en 2014, cuando se interpretó con error malicioso que el primer mandato azul que comenzó en 2006 no contaba, y se permitió la tercera postulación del mismo binomio.
- El referéndum convocado por los mismos personajes para tratar de modificar la Constitución y conseguir la reelección sin límite, en el cual perdieron.
- El recurso de inconstitucionalidad abstracta presentado por 12 esbirros, contra la misma Constitución (¡!), resuelto por sentencia 84/2017, mamotreto vergonzoso donde otros sicarios de la justicia, miembros del Tribunal Constitucional modificaron la Constitución con base en un derecho humano inexistente: el derecho a la reelección sin límite, el cual declararon habilitando así la candidatura de la pareja angurrienta de quedarse en la cúspide del poder.
- El primero susurro y grito después ¡Bolivia dijo no!, expulsando a los abusivos de todos los espacios públicos.
- Las elecciones de 2019, con una campaña asquerosamente desigual y un fraude comprobado por la OEA, burlando el voto ciudadano.
- La gesta ciudadana de 21 días, resistiendo la embestida violenta del lumpen al servicio del régimen, con los comités cívicos como ejes de articulación de la movilización no violenta.
- La seguidilla de renuncias, estrategia de vaciamiento de poder para generar el desastre y entonces volver.
- La salida constitucional inesperada, y el gesto patriótico y valiente de una mujer que vino a desbaratar el oscuro plan azul.
- La temprana versión de un golpe que nunca existió.
- El retorno al poder de los expropiadores y el inicio de la venganza.
Crónica apretada. Panorama desalentador. ¿Qué nos toca hacer? A los ciudadanos comunes, resistir, manteniéndonos informados, denunciar la mentira y los abusos, ejercer nuestros derechos al pensamiento y a la palabra libre, a la reunión y a la manifestación. A la protesta. A los jefes de organizaciones políticas les corresponde hacer el mayor esfuerzo de construcción de una agenda común con visión estratégica, comprendiendo la gravedad profunda de la situación y dejando de lado los cálculos por intereses individuales y grupales, proveyendo a los depositarios del voto democrático que ocupan un curul de una clara dirección política para su acción unitaria. A esos senadores y diputados de CC y Creemos, les toca honrar el mandato recibido de sus votantes, asumiendo una conducta proactiva que nos devuelva esperanza. A todos, construir la alternativa victoriosa que nos devuelva el país.
A los presos políticos, les toca ser Mandela y no arrodillarse. Mostrar de qué están hechos, darnos testimonio de valor y dignidad. Nuestra solidaridad con ellos va en nuestra lucha por recuperar la democracia.
Columnas de GISELA DERPIC