Karla Sofía y el Óscar
Karla Sofía Gascón es una profesional trans en artes escénicas en su país natal, España. Adquirió notoriedad en los últimos tiempos por haber sido protagonista de una película musical, Emilia Pérez, que fue nominada a los premios Óscar 2025, ¡en 13 categorías!, incluyendo a mejor actriz. Y Karla Sofía fue nominada a 12 premios más. El personaje que encarna es el de un jefe de cártel narcotraficante mexicano que decide convertirse en mujer y lo hace. Historia amigable con ciertas agendas muy en boga actualmente.
El camino de promoción de las películas incluye una serie de premios anuales. Entre ellos, de los festivales de Cannes, Venecia, Berlín, San Sebastián, Toronto, Sundance, etc., y otros: Globos de Oro, Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión, de organizaciones de críticos profesionales, de sindicatos de profesionales de la industria cinematográfica y el de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, más conocido como Óscar, el más esperado y con mayor repercusión internacional.
Según la información oficial, estos premios surgieron con la finalidad de promover la elevación de la calidad de las películas con un incentivo moral, sobre la base del reconocimiento de los logros evidenciados en ellas en materia de cuanta variable puede identificarse en un trabajo de esa naturaleza.
En el caso del Óscar, esas variables (categorías) son 17: actores, directores, productores, guionistas, editores, directores de fotografía, directores de arte, diseñadores de vestuario, maquilladores y peluqueros, sonidistas, compositores, efectos visuales, animación, documentales, cortometrajes, relaciones públicas y ejecutivos.
En cuanto a los premios a mejores actores, protagonistas o de reparto, como en todo, “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. Juan Sanguino lo afirma en su artículo “Todo lo que un actor tiene que hacer para ganar un Óscar”, publicado en Vanity Fair el 25 de febrero de 2016.
Dice Sanguino que no basta con hacer una buena interpretación, pues hay “motivos extracinematográficos” para ganarse un Óscar, entonces, “hay que venderse”: reclutar publicistas y asesores de imagen, aparecer constantemente en medios, hacerse tratamientos de belleza que no impidan verse naturales, mostrar deseo de ganar sin llegar a la desesperación, ser divertido sin pasarse de gracioso, tomar decisiones personales importantes relacionadas con la felicidad, como casarse, por ejemplo. Incluso, provocar compasión. Colección amplia de mandatos de hacer y no hacer, muy lejos de la mentada calidad actoral.
Karla Sofía Gascón fue una bomba de popularidad con su papel en Emilia Pérez. En el festival de Cannes ganó el Premio del Jurado y el Premio a la Interpretación Femenina (para todas las actrices) y era previsible que se llevaría varios más, mientras a la película parecía que la hundía la condena del público por diversas razones. Pero no sucedió así. En el caso de ella se manifestó uno de los “motivos extra cinematográficos”, cuyo desarrollo Pablo R. Roces reseña en su artículo “Los ocho días que provocaron la caída de Karla Sofía Gascón: de los polémicos tuits a la reunión con la productora y la bomba de Audiard”, publicado en el diario español El Mundo, el 7 de febrero pasado.
Refiere el artículo que el 30 de enero una periodista canadiense difundió unos tuits de Karla Sofía, publicados entre 2019 y 2024, calificándolos de “racistas y sexistas”. Dice Roces: “Exactamente ocho días después, Karla Sofía Gascón está sola. Ni el equipo de Emilia Pérez ni Netflix ni nadie que no sea de su entorno la respalda”.
Todo el entramado del streaming y los business le da la espalda, sacando su rostro y nombre de la publicidad; borrando su rastro.
El director de la película “la acusa de ir de ‘víctima”, califica de “odiosos” los mensajes y asegura que sus opiniones son “imperdonables” y Netflix veta su carrera hacia el Óscar.
En palabras de ella misma, “ha sido “juzgada, condenada, sacrificada, crucificada y lapidada sin un juicio y sin opción de defensa”. Toda la izquierda española que la había ensalzado como icono del transgenerismo renegó de ella. Su muerte civil fue decretada en las redes, y en tal caso, no hay descanso en paz que valga.
Es que en tiempos postmodernos, la inquisición es superlativa. Se ha impuesto una prohibición, con amenaza de sanción: en boca cerrada no entran moscas. No tienes derecho a decir lo que piensas. Mejor aún si dejas de pensar y te limitas a repetir las “verdades” que los gurúes del “mundo feliz” dicen. Especialmente si necesitas su benevolente apoyo para llegar a algún lugar que no acreditará ni lo que eres ni lo que vales de verdad.
Eso sí, habrás alcanzado una presea por la sumisión ante el Gran Hermano, hijo de la misma madre que los parió a todos los grandísimos. Y claro, también oportunidades para engordar las alforjas de tu patrimonio; al menos, un plato de lentejas tendrás.
Karla Sofía Gascón es una persona, con la dignidad que tal condición implica per se. Con los derechos inherentes a todas, libres e iguales. Si ella ganase el Óscar —muy poco probable que suceda— sería un destello de luz en la oscuridad de este tiempo desgraciado del reinado de la hipocresía.
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