“El loro dice loro”
La expresión del título está presente en el lenguaje cotidiano de muchos países en latinoamérica. También está presente, de manera muy particular, en nuestro país. Ciertamente, su utilización e interpretación, tienen varias dimensiones.
Por un lado, la frase es utilizada para referirse a personas que repiten lo que otros dicen. Son como el loro, que solo imitan y repiten las palabras sin comprender lo que están diciendo.
También, la frase “el loro dice loro” tiene una dimensión muy especial cuando es utilizada para referirse a personas que insultan y acusan a otros atribuyéndoles las mismas acciones que ellas practican.
La frase, entonces, se utiliza para referirse a personas hipócritas y de doble moral. Hipócritas, por la incongruencia entre las palabras y las acciones. Doble moral, por la actitud de juzgar al otro ignorando cínicamente las propias faltas.
En esa línea utilizare la frase “el loro dice loro” para referirme a Evo Morales y sus constantes acusaciones sobre los defectos y pecados del Gobierno de Luis Arce, su exhermano. Aunque la hipocresía y la doble moral son elementos omnipresentes en la política, Morales es la mejor ilustración. Es, por decir lo menos, groseramente falso y de doble moral.
Entre los pecados que critica, que son de colección, hay más de una decena que flagrantemente demuestran ese extremo y monstruoso nivel de cinismo. Veamos algunas, comenzando por las últimas.
La reacción de Morales, ante las declaraciones de Luis Arce en sentido de que “ya no lo considera hermano”, fue de antología. Dijo: “cómo vamos a ser compañero, hermano de un corrupto pues. Está robando en familia”. Si se observa bien, el profesor le esta diciendo corrupto a su alumno. Morales, ciertamente, es más pillo. Por citar un solo dato. Su Gobierno pasará a la historia como el más cleptocrático, por el monumental desfalco en el ex Fondo Indígena. De sus arcas se esfumaron casi 500 millones de dólares. Es el saqueo del siglo, del tamaño de la hipocresía de Morales.
Asimismo, en sus últimas declaraciones sobre el asesinato del capitán de policía Juan Carlos Aldunate, con su inefable cinismo, manifestó que “en Bolivia se habría constituido un ‘narcoestado’, donde efectivos del orden y militares están implicados en el narcotráfico”. ¿Con qué autoridad moral puede formular esas acusaciones después de haber convertido al Chapare en la capital del narcotráfico en Bolivia y cuando su exdirector nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, extraditado a pedido de la DEA, es acusado de protección a una red internacional de tráfico de cocaína? Esa declaración, también, es de colección.
En 2016, Morales acuso de “delincuente confeso” al periodista de la cadena CNN Fernando Rincón, que no se presentó a declarar a la Fiscalía de La Paz. “Quién se esconde o escapa es un delincuente confeso”, afirmó. Luego, cuando el periodista Carlos Valverde salió del país después de destapar el escándalo con Gabriela Zapata, exejecutiva de la empresa china CAMC, interpretó esa acción como una “confesión de delincuencia”. Entonces, según sus propias sentencias y acusaciones, al no comparecer a las citaciones de la Fiscalía de Tarija y no someterse a la justicia: es ¿un delincuente confeso? Vean el nivel del cinismo.
Otra joya de hipocresía, en esta colección, es la afirmación y acusación de que “en Bolivia no existe seguridad jurídica ni Estado de derecho”. Cuando tuvo el poder, jamás respeto la independencia y separación de poderes, violando el Estado de derecho. Vean el nivel de falsedad y contradicción. El utilizó a su antojo a los órganos Judicial y Electoral, aprovechando perversamente los dos tercios que tuvo en la Asamblea. Nunca, ningún presidente, había concentrado y utilizado tan perversamente el poder. La hipocresía y la doble moral es natural en su condición humana. Ahora, pide que fiscales y jueces ordinarios respeten el debido proceso y la presunción de inocencia.
Luego, orondo, califica al Gobierno de Arce como el peor en la historia. En efecto, los gobiernos del MAS, de Morales y Arce, son los peores de la historia. Juntos comparten el poder durante casi 20 años. De los cuales, 14 gobernó Morales. Entonces, en mayor medida, es responsable del actual desastre. En ese sentido, él es, en grado superlativo, el peor presidente de la historia. Le sigue, claro, Luis Arce.
Cuando lo declararon “rebelde” de la justicia y emitieron su orden de aprehensión, reaccionó acusando que en Bolivia “han instaurado un Estado de terrorismo político, persiguiendo y encarcelando a quienes se atreven a oponerse”. ¿Cómo puede acusar cínicamente así, cuando eliminó, persiguiendo y apresando, a toda la oposición de Santa Cruz y la media luna, utilizando el caso terrorismo, abierto por ejecuciones extrajudiciales? Sus iniquidades no tienen comparación.
Luego acusa, a su exhermano Lucho, de dividir a las organizaciones, olvidando que el inició el perverso proceso de “prostitución” de los “movimientos sociales”. Repartió entre sus dirigentes la plata del ex Fondo Indígena. Y cuando los sindicatos y algunas organizaciones sociales no comulgaban con su línea comenzó a crear entidades paralelas. El inició la creación de organizaciones paralelas, incluso creó a los “autoconvocados”. Al comprar dirigentes con la plata del Estado, Morales destruyó la esencia de las organizaciones sociales.
¿Cómo puede acusar y juzgar a otros pecadores, habiendo cometido peores pecados? Realmente, “el loro dice loro”.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.