Conectados con Luis Manuel Otero Alcántara
Él nació en 1987 en La Habana. “Cubano, negro, activista y artista autodidacta. Le apasiona pintar, bailar y vestir ropa brillante de color rosa. Su casa de San Isidro, uno de los barrios más pobres de La Habana, es un refugio para la comunidad, un espacio abierto donde la gente puede conocerse y relacionarse”, para Amnistía Internacional; “artista visual cubano y activista por los derechos humanos. Eterno luchador por la justicia”, para sí mismo, en su cuenta de X.
La represión del régimen en su contra comenzó en 2018, cuando el control de los artistas arreció con el decreto 349 sobre “Contravenciones de las regulaciones en materia de política cultural y sobre la prestación de servicios artísticos” con 19 contravenciones dirigidas a impedir la libertad de expresión artística y someter a los artistas a los organismos estatales bajo amenaza de apercibimiento, multa, decomiso de instrumentos, equipos y otros bienes, suspensión de espectáculos y cancelación de autorización para ejercer su arte.
Luis Manuel fundó el Movimiento “San Isidro” para oponerse al decreto. Lo hizo a través de sus esculturas, pinturas y presentaciones públicas de alto contenido crítico. La respuesta oficial fue el decomiso y destrucción de sus obras, y las detenciones arbitrarias en decenas de veces que incluyeron torturas, vejámenes y tratos crueles contra él y sus compañeros.
María Matienzo, periodista y amiga del artista escribió Mi diario personal, una biografía de Otero donde anota las principales acciones que le valieron la represión del régimen: un crowdfunding (mecanismo colaborativo de financiación de proyectos) para rescatar a dos médicos secuestrados por una tribu en África, olvidados por el régimen; la performance Miss Bienal en la cual denunció que para participar en ella a veces hay que prostituirse con los funcionarios de cultura; el dibujo de un enorme chupa chups, caramelo muy apetecido por los niños en Cuba, al alcance solo de turistas y la élite de la dictadura en las tiendas en dólares; su performance del garrote vil, en alusión a la asfixia del arte con la represión.
El 11 de julio de 2021 la gente se lanzó a las calles en decenas de ciudades y pueblos de Cuba, en la protesta social más grande desde 1959. Marchó gritando el título de la canción “Patria y Vida, de Yotuel Romero, Descemer Bueno, Maykel Osorbo, El Funky y Gente de Zona, himno de libertad contra la dictadura en cuyo video clip aparece Luis Manuel. La respuesta totalitaria salió de la boca de Miguel Díaz Canel, el dictador puesto a dedo por Raúl Castro: “La orden de combate está dada”. Los esbirros estatales y paraestatales salieron a aplastar violentamente al pueblo rebelde.
Otero Alcántara y Maykel Osorbo no tuvieron tiempo de sumarse a la movilización. Fueron detenidos antes. La BBC Mundo informó el 22 de junio de 2022 que los procesaron en mayo de ese año “en un juicio a puerta cerrada cuya legitimidad ha sido cuestionada por organizaciones pro derechos humanos”.
Luis Manuel fue condenado a 5 años de prisión por ultraje a los símbolos de la patria, desacato y desórdenes públicos y Maykel a 9 por desacato, atentado, desórdenes públicos y difamación de las instituciones y organizaciones, héroes y mártires. Ambos están encerrados en las mazmorras del régimen junto a los presos políticos y de conciencia que a la fecha suman a 1.158 según la organización sin fines de lucro Prisoners Defenders.
Los años de encierro han hecho estragos en el cuerpo del artista, pero no en su espíritu dice el periodista Carlos Manuel Álvarez en nota publicada en la revista digital El Estornudo, después de entrevistarlo a principios de septiembre de este año, diez meses antes del vencimiento del plazo de su injusta condena. “Sus obras, sobre todo instalaciones y performances, no han dejado de aparecer gracias a los esfuerzos de su círculo más cercano; algunos premios internacionales lo han celebrado, y en su celda, según me cuenta, hay más de cuatro mil dibujos acumulados, entre ellos retratos de varios amigos”, refiere Álvarez.
Luis Manuel cuenta los días para salir de prisión, preparado para todo. No descarta que el régimen decida mantenerlo encerrado pues “se sacaron cinco años de la cartera, ¿por qué no pueden sacarse un año o dos más” dice.
Está ansioso e imagina cuán feliz y cuán triste podrá sentirse si sale. Feliz por romper el encierro, pese a tanta injusticia y abuso cometidos en su contra. Triste porque “han pasado cuatro años (…). Durante este tiempo he sido como una foto, una foto en Facebook o en Instagram, pero yo también soy un animal social, y aunque voy a exigir mi lugar, no nos engañemos, voy a ser un extraño”.
Crudo y profundo testimonio de un hombre de verdad que dice además que por ser libre está dispuesto a pagar las consecuencias. Incluso a morir.
Quienes te quieren también están preparados. Para seguir exigiendo tu libertad, para recibirte con los brazos abiertos, restañar tus heridas fraternalmente y reconocerte porque los combatientes por la libertad están conectados para siempre.
La autora es abogada
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