El carretón de la otra vida
En las noches cerradas de “sur y chilchi”, apenas se pone el sol en el llano, irrumpe el silencio; la luz de la luna alumbra muy poco presagiando la llegada de una tormenta en la campiña y los sentidos comienzan a jugar con la mente. De pronto se agudizan los sonidos y van provocando imágenes relacionadas al toque del viento cuando se posa a cualquier elemento de la naturaleza. Y zás! un carretón muy viejo se divisa a lo lejos.
Se acerca lentamente con la ayuda de un par de bueyes flacos que parecen dejar su alma en una estela mientras atraviesan el largo trayecto. Cada metro que transcurre aumenta el chirrido de sus ejes oxidados. Y de pronto un fuerte latigazo se suma al destello de los relámpagos, estremeciendo los nervios del poblado que ceden al espanto.
El panorama genera perturbación en cada habitante. Grandes, chicos... hombres y mujeres corren y se ponen a buen recaudo...nadie parece asomar la nariz a las ventana; muchos incluso se tapan el rostro con mantas e intentan contener la respiración para no generar ruido alguno.
Pero siempre hay uno que otro despistado que por alguna razón no llegó bajo techo y debió quedarse afuera sin evitar atisbar lo que sucede a campo raso.
El rechinar y el trallazo se escuchan con más fuerza, pero además se suma el susurro de una voz lúgubre que solloza y pronuncia sonidos sin emitir palabra o lenguaje conocido.
Es el alma del carretero que insta a las yuntas a seguir su paso con un tono que parece recorrer cada una de las fibras del cuerpo de los habitantes.
Noche de perros
Precisamente esa noche los perros que ladraban a diario se habían apelmazado entre las sombras y sumado al total silencio. Sólo aullaba el viento.
El atemorizado vecino que quedó afuera no pudo con el espanto y se echó a correr despavorido. Al ver el carretón deslizarse sobre el arenoso suelo de la calle a punto de alcanzarlo, se lanzó al piso en un acto de valor, como ese que nace de la adrenalina ante una eminente amenaza de muerte, esperando lo peor.
Pero de carretón ¡ay!, sólo tenía la traza. Las estacas estaban constituidas de husos y en lugar de teleras asomaban costillas descarnadas; del carretero sólo se notaba la túnica que le tapaba la cara y el cuerpo...
Según las creencias populares, “el carretón de la otra vida”, salía por las noches a buscar a las almas perdidas para llevárselas al infierno. Muchos testigos dicen haberlo visto después de medianoche, sobre todo en tiempos de surazo; para otros se trataba del mismo diablo, y que en lugar de madera el carretón era de huesos humanos, y su cargamento cráneos de almas que vagaban por las calles sin rumbo.
El chillido de sus ruedas se oían a kilómetros, provocando en los testigos un espeluznante miedo. Por ello, en las noches de tormenta y sur, hasta hoy los pobladores se encierran en sus casas y por temor nadie sale ni a la puerta para no toparse con este personaje.
LECTURA & AUTORES
Textos imperdibles sobre los mitos y las leyendas
Un demonio andino “comemanteca”, la leyenda indígena de la Abuela Grillo y el “almita milagrosa” del guerrillero Ernesto Che Guevara son parte del centenar de seres míticos, deidades y santos populares de Bolivia reunidos en el libro escrito por el boliviano Homero Carvalho Oliva.
Se trata de la obra “Seres sobrenaturales y mágicos de Bolivia” (2011)y cuya versión actualizada supera los 120 seres míticos con sus respectivas leyendas.
Entre autores destacados que registraron estos cuentos de la tradición oral está el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, con “Bestiario de Indias”, quien en la época de la colonia informaba al rey Carlos V de España sobre los seres fantásticos y la fauna existente en América.
Otros escritores que aportan en este área a nivel latinoamericano son Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero con “El libro de los seres imaginarios”.
Magia, razón y fantasía
Los mitos y las leyendas han creado seres zoomorfos o antropomorfos de carácter benévolo o malévolo,
de acuerdo a las necesidades espirituales, sociales, políticas y cosmográficas de los grupos humanos, conectando a través de la magia, la razón y la fantasía.