La rebelión subjetiva del color de Orlando Alandia
Alejandra Dorado
Artista visual
El año 1911, Wassily Kandinsky y Franz Marc formaron el movimiento “Der Blaue Reiter” (El jinete azul) en su búsqueda por mostrar no solamente la naturaleza como tal, sino también como una experiencia espiritual; estos artistas expresionistas buscaban desarrollar su arte hacia formas más líricas, menos violentas, indagando en el arte primitivo, una especie de purificación de los instintos.
“Nosotros tenemos la experiencia milenaria de que las cosas son más mudas cuanto más claramente les ponemos delante del espejo óptico de su apariencia fenoménica. La apariencia es siempre chata, pero alejadla, alejadla completamente de vuestro espíritu y el mundo permanece en su auténtica forma y los artistas intuimos esta forma. Un demonio nos concede ver entre las grietas del mundo y nos conduce en sueños detrás de su variopinto escenario” (Franz Marc).
Me acerco (una vez más) a la obra de Orlando, a propósito de su exposición en el Museo Nacional de Arte (MNA), no puedo pensar en una obra de estilo abstracto sólo por el hecho de que su pintura no representa figuras concretas y reconocibles del mundo real, tampoco puedo encasillar su arte en un estilo del siglo pasado.
Con Orlando compartimos taller, trabajamos juntos con el proyecto “La caja verde”, tuvimos el sueño de tener una galería que brinde a los artistas de Cochabamba un espacio apto para exposiciones, charlas, ventas, talleres; también tomamos decisiones de cuándo dejar que las cosas fluyan de otra manera, todo ese recorrido y experiencia son parte de la obra personal de cada uno.
Al acercarme a una pintura de Orlando puedo ver de manera honesta cómo ella me habla de este proceso, capa sobre capa, veladura, materia raspada, aplanada por la espátula, brillante, mate; no existe un objetivo al comenzar a plantear la obra, el proceso Es la obra, y al mismo tiempo la obra es la consecuencia de este proceso.
La relación con la arquitectura, que es la profesión de Alandia, está en la estructura constructiva, una estructura del pensamiento como la actividad de fundación de la cultura y al mismo tiempo la fundación como soporte de la obra, la red donde habita el tejido de donde nace todo. Y es en ese momento que llego a entender la relación con el tejido ancestral y el tejido del altiplano.
Los cuadros tienen como títulos palabras que se refieren a las diferentes regiones del altiplano donde se producen textiles, “Leque”, “Amarete”, “Laime”, esto también es una cita a la toponimia y una reevaluación de las tradiciones más ancestrales, es ahí donde encuentro la unión con el movimiento Der Blaue Reiter pero no como una cita, si no más bien como un puente, un lazo conceptual que se desarrolla en el tiempo, y funda lo que llamamos cultura.
No puedo pensar en un estilo de arte que contenga la obra de Orlando, pienso más bien en el concepto de lo universal que pasa por lo local, o viceversa, un descubrimiento de la esencia divina del mundo que se muestra en las capas subjetivas de color y materia pictórica.
El fauvismo (1904-1908) utilizaba el color pleno directamente del tubo como una forma de rebeldía y provocación intentando impactar en la retina del espectador. De forma opuesta, en la obra de Orlando se puede hacer una lectura espiritual del uso del color y de las dimensiones simbólicas que contienen las capas infinitas, esta sobreposición de materia difícilmente controlable nos muestra una obra viva, y nos obliga a enfocarnos en referencias lingüísticas, expresiones poéticas y relaciones subjetivas en torno a la práctica artística; la sombra y luz que sugiere el paso del tiempo, el contraste como acción mágica, la forma que se abre como fertilidad.
Esta rebelión subjetiva del color en la obra de Orlando nos habla de una manera viva, honesta y vigente, y nos muestra el mundo contemporáneo y el entramado que lo contiene, un tejido infinito como el paisaje altiplánico. Una obra indispensable.
Orlando Alandia nació en Oruro en 1963. Arquitecto, pintor y grabador, ha realizado sus estudios académicos en Estados Unidos e Italia, en el último obtuvo el título de arquitecto y además un posgrado en diseño urbano en la Università Degli Studi di Roma La Sapienza.
Durante la larga permanencia en Roma, cultivó con intensidad su interés por las artes plásticas, en particular la pintura y el grabado.