Yuri Mijail: “El culpable de que dedique mi vida a la música es mi papá”

¿Qué significado tiene este premio para usted? 

—El premio Maya es uno de los galardones más reconocidos y de mayor importancia a nivel nacional. Para mí es un gran honor y una gran satisfacción el recibir este premio; sin embargo, también representa un gran desafío. 

En esta edición de los Maya también fueron premiados grandes y destacadas figuras del quehacer cultural nacional, lo cual me incentiva a mantener un estándar de calidad en mi trabajo, a no bajar la guardia, seguir produciendo, seguir proponiendo una búsqueda de nuestra identidad a través de la música y continuar buscando la excelencia en cada faceta de mi carrera. 

 —Coméntenos de sus inicios.

—Inicié desde muy temprana edad estimulado por la música y el ejemplo de mi papá, Yuri Ortuño León. Luego esa imitación dio frutos, a los cinco años empecé a tocar la guitarra, a los ocho realicé mi primera composición, un año después ingresé al instituto Eduardo Laredo y empecé a tocar el piano y la batería; a los 14 años me invitan a formar parte de la Nueva Proyección para hacerme cargo de la percusión. 

A medida que me iba formando, seguía componiendo y creando nuevas canciones, y de esa manera a los 17 años se hizo el lanzamiento de mi primer disco, titulado Llegó el amor, con el que oficialmente inicié mi carrera como solista. A los 19 decidí ausentarme a Buenos Aires para continuar mis estudios en la Universidad Nacional de las Artes de Argentina optando por la carrera de Composición con medios electroacústicos. Esa época realicé la producción de mi segundo disco, titulado Quiero volver a vivir en el cual tuve la oportunidad de trabajar con grandes amigos, como Popi Spattoco (productor de Mercedes Sosa) y Ariel Lavigna (ingeniero de sonido de Pedro Aznar), entre otros grandes profesionales de la música y la producción. 

Luego de culminar mis estudios retorné al país con muchas experiencias que habían marcado mi caminar y decidí realizar mi tercer disco, titulado Raíz, que denota una madurez y mayor profundidad en sus letras y música. 

 

—¿Ser licenciado en música significa estar un paso más adelante que el resto? 

—Es innegable que los estudios universitarios son una herramienta importantísima y que me permiten abordar mi producción de una manera diferente al resto, gracias a ellos he desarrollado la versatilidad para moverme en diferentes géneros musicales y poder comunicarme con músicos que utilizan diferentes lenguajes técnicos, incluso en el roce o colaboración con artistas de diversa índole y nacionalidad. 

Con seguridad, estudiar tiene sus grandes ventajas, pero creo también que dentro de las artes cada propuesta es muy personal y representa una búsqueda liderada por los ideales y principios de cada individuo; sé que mi propuesta no sería la misma si no hubiera tenido las experiencias y los estudios que han moldeado mi conciencia musical, pero también debo aclarar que esto no quiere decir que sea mejor o mayor que otras propuestas artísticas. 

 

 

—¿Qué significa para usted Llegó el amor, su primera producción? 

—Significa un puntapié inicial en este camino, significa aprender, experimentar, conocer y sin duda un sueño alcanzado. 

 

—¿En q ué medida influyó su papá para que se dedique a la música? 

—Totalmente. A muy temprana edad me fui sumergiendo en este arte y todo eso comenzó como un juego, yo imitaba a mi papá y pretendía estar en un escenario como lo hacía él. A medida que pasaron los años, tuve mayor entendimiento y uso de razón, y me vi capturado por esta intensa pasión por la música. Mi papá siempre estuvo ahí para apoyarme y alentarme. Los primeros acordes de guitarra y el oficio de la composición lo aprendí de él. Nunca me obligó. Sin duda, los momentos del “tecito” en casa fueron determinantes, todas esas anécdotas que me compartía mientras disfrutábamos de la merienda se quedaron guardadas en mi memoria, y a veces hasta el día de hoy me gusta imaginar que soy parte de esas historias o que las estoy reviviendo, y caminando por esos caminos que a él le tocó andar. Definitivamente, podría decir que el “culpable” de que hoy yo dedique mi vida a la música es Yuri Ortuño León, le agradezco todo y le debo mucho. 

 

—¿Algún consejo de su papá que haya marcado en su trayectoria artística? 

—“Cuando estés abajo del escenario eres como cualquier otra persona de a pie, ni más, ni menos, nunca dejes de ser humilde. Pero cuando subas al escenario debes darlo todo, como si fueras el mejor del mundo”.

 

—¿Se siente presionado, tomando en cuenta que es hijo de Yuri Ortuño? 

—Presionado, no. Sí siento una gran responsabilidad. 

Yo mismo he sido testigo de que los logros que ha tenido la carrera de mi papá han sido a base de mucho esfuerzo, perseverancia, sacrificio e incluso privaciones, y siento que todo eso no puede caer en saco roto. Después de todo lo pasado no me puedo dar el lujo de escribir una canción que no diga nada, que no tenga sentido o que no transmita un mensaje. 

Hubo una generación de músicos que han puesto una piedra fundamental para la formación de una conciencia colectiva de nuestra identidad como bolivianos, de la cual es parte mi papá, y siento que es mi deber seguir aportando a ello con la misma o mayor dedicación que la que tuvo él. 

 

—¿Cuántos discos tiene en su haber? 

—Tengo tres discos grabados (Llegó el amor, Quiero volver a vivir y Raíz) y uno en etapa final de producción, que se lanza en un par de meses. 

—En su actividad no se limita sólo a cantar… 

—No, de hecho, creo que mi actividad principal o por lo menos la que me ocupa más tiempo es la de productor y arreglador musical. Trabajo muchas horas en el estudio creando y componiendo música, y dentro de esa creación también he hecho varios trabajos de música incidental, música para cortometrajes y largometrajes, documentales y dibujos animados, esta es otra de mis pasiones, la música para cine o TV. 

He producido álbumes para otros artistas y he grabado como músico sesionista para colegas, he participado como productor musical en programas de televisión nacional, también he prestado mi voz para jingles locutados y cantados de reconocidas empresas del país y también de países vecinos. Asimismo, he prestado mi voz para el doblaje de películas al castellano, soy actor de doblaje neutro y también me hago cargo de la dirección artística del centro gastronómico cultural El Mesón del Cantor. 

Y algo que no tiene nada que ver con la música o con el canto es que hago diseño gráfico (risas). 

 

—¿Con que género musical se identifica? 

—Si bien he tenido la posibilidad de interpretar diferentes géneros y experimentar con ellos, he llegado a la conclusión de que me identifico plenamente como folklorista. 

 

—¿Alguna anécdota en especial en su trayectoria artística? 

—Por lo general, suelen cambiarme de nombre muy a menudo (risas), o pronunciar mal mi nombre. Esto no me molesta en absoluto, voy sumando los nombres a una lista interna que tengo y a veces la revisamos con los chicos de mi banda para reírnos un rato. 

 

—¿Cuáles son sus planes a corto y largo plazo? 

—En estos días voy a realizar el lanzamiento de un single que realicé en colaboración con Norte Potosí, una agrupación que admiro y quiero mucho, y dentro de un par de meses voy a estar lanzando mi nuevo álbum, por el cual estoy muy emocionado. Pero si hablamos de planes a largo plazo, tengo varios proyectos que quisiera hacerlos realidad, como proponer un diálogo entre músicos bolivianos de diferentes géneros, compartir y discutir sobre la realidad cultural de nuestro país y generar eventos que ayuden de alguna manera a cuidar y preservar nuestro patrimonio musical boliviano, creo que hay mucho por trabajar.