Parapente. Adrenalina y serenidad en el cielo
La sensación de ver el mundo desde las alturas ha sido el anhelo de muchos. El deseo de desafiar la gravedad, sentir el viento acariciando el rostro y experimentar la verdadera libertad de ser un pájaro en el cielo es algo que pocos se atreven a buscar. Pero ¿qué se siente al cumplir este sueño?
Hace poco, decidí darme el mejor regalo de cumpleaños: la oportunidad de volar en parapente. Los nervios se apoderaban de mí, cuestionándome si realmente era capaz de realizar esta hazaña. Sin embargo, la determinación superó cualquier duda que pudiera surgir.
El ritual comenzó un día antes de la aventura. Las recomendaciones de AndesXtremo, la empresa encargada con la que decidí volar, eran claras: descansar adecuadamente, tomar un desayuno ligero y llevar consigo ropa adecuada para la ocasión. La expectativa crecía con cada indicación: una chamarra rompevientos, botines de trekking y artículos esenciales como protector solar, gafas, gorra y agua. Todo debía estar listo para vivir una experiencia inolvidable.
El día llegó y con él la emoción desbordante. En las oficinas de la empresa, nos mostraron videos informativos y brindaron las recomendaciones finales para una experiencia segura y placentera. Ese día coincidí con otra cumpleañera y partí aún más emocionada.
El sitio elegido fue Sacaba, un lugar ideal para realizar la actividad a más de 3.300 metros sobre el nivel del mar. Con el arnés bien ajustado, seguí las instrucciones de mi piloto, Andrés Lemaitre. Los latidos acelerados de mi corazón anunciaban mi nerviosismo mientras corríamos hacia el acantilado. En el instante en que mis pies dejaron el suelo, una mezcla de sensaciones inundó mi ser: la adrenalina de subir a una montaña rusa seguido por una calma absoluta al elevarme por los aires.
La transición de la incertidumbre inicial a la serenidad absoluta fue rápida. La vista desde las alturas, la brisa jugando con mi rostro y el susurro del viento fueron hipnóticos. La adrenalina se transformó en energía pura, una sensación de empoderamiento que solo puede surgir al desafiar los límites y confiar en uno mismo.
El mérito, sin duda, recae en los expertos. El vuelo agradable y seguro se debe a la pericia de quienes manejan los hilos que nos sostienen en el aire. En un tema tan serio como este, la confianza en empresas y pilotos con experiencia es fundamental para disfrutar plenamente de esta experiencia.
La duración de estos vuelos generalmente oscila entre 20 y 30 minutos, un tiempo que se siente como un instante efímero. Las condiciones climáticas determinan el carácter del vuelo, ofreciendo desde paseos tranquilos hasta emocionantes y llenos de acción.
UN VUELO DE LIBERTAD Y
RESPONSABILIDAD
Con más de dos décadas de experiencia en el vuelo en parapente, Andrés Lemaitre se ha convertido en un referente en el mundo de esta disciplina. Desde sus inicios, encontró en el parapente la oportunidad de desafiar la gravedad y experimentar la sensación incomparable del vuelo sin restricciones.
“Me atrajo la idea de poder experimentar lo que es el vuelo libre”, confiesa al recordar sus primeros acercamientos a esta actividad.
Al describir la experiencia de volar en parapente, el piloto enfatiza la amalgama de sensaciones únicas que se experimentan en los cielos. “Es la mejor sensación del mundo”, declara. “Es una sensación de paz y de libertad mezcladas con un toque de emoción y adrenalina.”
En cuanto a la gestión de emociones y concentración durante el vuelo, Lemaitre revela su enfoque en la meditación para mantener un control absoluto al pilotar el parapente. Destaca la importancia de la concentración y la habilidad mental en situaciones que demandan precisión y cuidado extremo.
Cada vuelo, según Lemaitre, es una experiencia inolvidable. Desde los trayectos más cortos y tranquilos hasta los viajes que duran horas. Con alturas desafiantes y paisajes nuevos por descubrir, cada vuelo se convierte en una hazaña memorable que persiste en su memoria.
Volar en parapente es una actividad que debe experimentarse al menos una vez en la vida.