Trastorno Explosivo Intermitente
LAS PERSONAS QUE PADECEN ESTE TRASTORNO PRESENTAN EPISODIOS DE IRA Y AGRESIVIDAD DESCONTROLADA QUE SON TOTALMENTE DESPROPORCIONADAS A LA SITUACIÓN QUE LAS PRODUCEN |AUNQUE NO EXISTE UNA CURA SE PUEDE TRATAR. ENTÉRESE.
En la vida de Carolina todo iba bien hasta que su pequeño de 2 años empezó a sufrir episodios de descontrol con tintes de agresividad. Obviamente esta situación era para ella y toda su familia inexplicable.
Los primeros episodios comenzaron a los 2 años y fueron en aumento, porque no se tenía un diagnóstico acertado y por tanto la terapia correcta. Los episodios se iniciaban con cualquier cosa, como por ejemplo si se cayó su lápiz, que le llamen la atención, que no encuentre un zapato, etc., y él empezaba a destruir todo, golpeaba al que estaba cerca, lanzaba sillas, mesas, y una vez hasta rompió un vidrio. A veces se largaba a correr sin control y sin medir el peligro. Una vez que terminaba el episodio estaba bañado en sudor y no recordaba lo que había sucedido, por eso cuando le preguntaban por qué reaccionó así simplemente no podía responder. La gente mal interpretaba y creían que era malcriado, pero en realidad no recordaba nada, cuenta Carolina que luego de una larga y dura peregrinación por diferentes médicos, finalmente obtuvo un diagnosticado: su pequeño padece del Trastorno Explosivo Intermitente (TEI).
Fue muy difícil que entendieran que era un tema más serio, no se trataba de berrinches o de locura. Todos nos decían, incluidos muchos psicólogos, que con el crecimiento todo se calmarían y que él controlaría sus emociones. Tuvimos que sufrir 9 años para poder recién saber de qué realmente se trataba, cuenta.
Dentro la clasificación de los trastornos mentales y del comportamiento, la CIE 10 (Clasificación Internacional de Enfermedades) y el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V), el TEI es un desorden de los hábitos y del control de los impulsos caracterizado por la presencia de episodios aislados de pérdida de control de los impulsos agresivos, lo cual provoca agresiones serias o destrucción de objetos de forma indiscriminada.
El grado de agresividad expresado es intensamente desproporcionado respecto al desencadenante o circunstancia precipitante que haya provocado el episodio. Luego del episodio el paciente siente auto reproche o genuino arrepentimiento, explica Carmen Arébalo Bustamante, médica psiquiatra con subespecialidad en niños y adolescentes del Instituto Psiquiátrico San Juan de Dios en Cochabamba.
CAUSAS
Aunque aún no se ha determinado una causa específica, existen múltiples estudios en los cuales se habla de diversos sistemas implicados, entre los que están los psicológicos, biológicos, genéticos y sociales.
Asimismo se relaciona a este trastorno con una actividad inusual en el lóbulo temporal del cerebro, donde se encuentran las neuronas encargadas de la audición.
La mayoría de los estudios, indican que es más frecuente en el sexo masculino.
ROMPIENDO TABÚS
Uno de los aspectos más duros y negativos con relación a este tipo de trastornos son los tabús impuestos por la sociedad. Aún parece prevalecer la idea de que el psiquiatra es sólo para locos.
Cuando iniciamos las consultas en el psiquiátrico casi nos desheredan muchos miembros de la familia, de hecho todavía no concuerdan con las consultas, aunque han visto un progreso increíble en nuestro hijo, asegura Carolina.
Y es que de alguna manera es todavía muy difícil para muchas personas entender que ir a un psiquiatra o a un psicólogo para tratarse, es tan necesario como ir al dentista cuando a uno le duele la muela.
Se debe acabar con la idea de que el psiquiatra es para los "locos". Muy pocas personas saben del trastorno que sufre nuestro hijo y más bien todos lo estigmatizaron de "loquito", promovido por maestros y padres que ignoran la patología y aunque la supieran son incapaces de comprender, por qué es más fácil poner "etiquetas" o juzgar dice Carolina.
Por otro lado y como no es frecuente en niños, la gente piensa que se trata de pataletas o que son pequeños monstros incontrolables. De hecho en el caso particular de Carolina hasta le sugirieron que lo exorcice. También fueron juzgados hasta el punto de creer que el niño hacía lo que veía en su hogar.
Actualmente y gracias a un diagnóstico acertado, su hijo está mucho mejor, debido a la medicación, a mucha terapia, al yoga y a todo el equipo multidisciplinario que está compuesto por un psicólogo, psiquiatra y psicopedagoga.
TRATAMIENTO
El primer paso es reconocer que se necesita buscar ayuda especializada.
El tratamiento de este trastorno suele combinar la psicofarmacología y la terapia cognitivo conductual. También es parte fundamental del tratamiento la psicoterapia individual y familiar o de pareja si es el caso.
Hablar de una cura para este trastorno resulta complicado, ya que no existe un tratamiento farmacológico específico, pero si se pueden administrar algunos tipos de medicamentos, bajo supervisión médica, para reducir la agresividad como los anticonvulsivantes, antidepresivos y otros que reducen la agresividad o idealmente la eliminan pero no curan el trastorno, asegura Arébalo.
El tratamiento también va por el camino de modificar elementos ambientales como por ejemplo: patrones de crianza violentos o agresivos, aclarar con los padres conceptos como coherencia, consistencia e ignorar conductas de menor importancia. Si se trata de niños o jóvenes se debe establecer contacto con los profesores, para que se realicen pautas escritas, se establezcan límites y restricciones, y es importante potenciar aspectos positivos y apoyar la autoestima tanto en la escuela como en el hogar.
El uso de alcohol u otras drogas está totalmente desaconsejado, ya que se pierda el control con mayor facilidad.
DIAGNÓSTICO
Se debe realizar un examen clínico completo, entrevistas a familiares, amigos, profesores y por supuesto al paciente.
Se debe investigar si no existen otras patologías mentales asociadas a este trastorno. Es frecuente encontrar altos porcentajes de comorbilidad con trastornos de ansiedad, uso de drogas y alcohol, trastornos de la alimentación y otros. Es muy importante realizar un electro encefalograma ya que éste podría aportar datos de compromiso biológico, concluye la especialista.