Sobre el poemario “Luna Luna” de Amadeo Castro
La poesía muchas veces es considerada como un reflejo del alma, una bella metáfora de lo que es la vida, la realidad, los sentimientos y las impresiones. Es un cuadrado pintado a mano, una escena surrealista de un cortometraje independiente. De naturaleza sumamente íntima, no todos comprenden los trasfondos de estas composiciones.
Sinceramente, no soy ferviente seguidora de la poesía, mas conozco el valor inmerso en cada poema. La inteligencia abstracta y emocional que se requiere es admirable, por eso la poesía no es para todos. Sólo para los que la anhelan.
“Luna Luna”, deAmadeo Castro, es un compendio de poesías escritas por este famoso pintor. No es sorpresa que un artista pueda dedicarse a distintas artes, pues la sensibilidad desarrollada te sirve como excelente catalizador. Entre los diversos poemas que se encuentran en el libro, me gustaría referirme a dos en particular, que han sido de mi mayor deleite.
El primero, titulado “Mi ser Mediterráneo”, se refiere al deseo de estar con los ausentes, a ese sentimiento de impotencia al no poder traerlos de vuelta. A esa añoranza que va más allá de la razón, volviéndote un ser sin alma. Y es que no solo a las personas se extraña.
Así dice una parte: “En las flores que hoy dejo en tu nombre, en los pétalos derramados como lágrimas, ¡y también mi alma mediterránea! Como ellos, ansío reclinar mi frente, mi ser junto a tu tumba, mas no podrán mis torpes dedos ¡tocar el mar azul nunca!” El otro que me gustaría mencionar es el que titula “Adolescencia”, que a mi modo de ver es una hermosa representación de la compleja transición de la pubertad. Toda una faceta inocente, pura, viéndose repentinamente envuelta en pasiones que no comprende.
Alguien que veía el mundo de una manera atormentada, llega a contemplarla en todo su esplendor. El final de la adolescencia victoriosa, dispuesta a enfrentarse al mundo con esperanzas altruistas, tan características de la juventud.
“Y el molle gris y amable, protegió mi alma bajo su sombra, liberando de mi ánima, sus miedo todos, y confundió mis lágrimas con su rocío”, recita ese poema.
Felicito al autor de la obra, y aplaudo tanto el significado como la forma de sus versos. Esos espacios simbólicos que complementan las palabras de las poesías. Gracias por retornar a Bolivia, luego de tan intrépidos viajes en su vida.
(*) La autora es escritora.