Una oportunidad casi ignaciana
El miércoles pasado María Galindo ha publicado un buen artículo respecto a la operación y convalecencia del Primer Mandatario del Estado Plurinacional, ha dejado de lado sus tentaciones pornográficas y sus ataques virulentos.
Nuestro Presidente ha debido sentirse en una extrema soledad en eso momentos antes de entrar al quirófano, y claro, tal parece que ese tipo de afectividades él simplemente no las construyó. Si revisamos sus biografías autorizadas, tanto la de ZIvac, como la definitiva de Canelas, no, no hay afectos de esos que nacen en el hogar y en la cotidianidad. Evo, al parecer, no tiene amigos, tiene compañeros de lucha. Sus relaciones familiares existen, pero son distantes. Es posible que María se equivoque un poco en eso de sentir un vacío por la falta de calorcito, del apapache, de una reina Sofía que le mande servir un matecito. Esas demostraciones de afecto pequeño burgués no le afectan a Evo, Evo una y no mil, sino miles de veces ha sentido el afecto, el calor del pueblo. Los gritos, la euforia de la gente, todo dedicado a uno, son más que ungüento y aceite reparador.
Me imagino a Evo, en el trance de la sala de operaciones y luego en el postoperatorio, haciendo lo más cercano a un ejercicio ignaciano. El padre Albó debió acompañarlo. Es un ejercicio express, pero a nada, igual puede ayudar al alma, y a flor de labios están los temas: la muerte, la propia muerte para ser exactos. No quiero hacerme al conocedor del jesuitismo, no lo soy, sólo les tengo simpatías, pero en general pasar unos días sin hablar, sin discutir, sin negociar y pensando en lo que es verdaderamente justo, en el rol que uno puede tener en un mundo para que éste sea justo. Uno no necesita confesarse ante nadie, pero tiene que rendir cuentas ante sí mismo, y ahora no hay una corte de aduladores nadie que mira con arrobo, ahora él puede cuestionarse a sí mismo.
La cubana puede haber sido una epifanía, el héroe mítico del Chapare, la piedra en el zapato del Imperio, y sin dudas el cohesionador de todas las fuerzas de izquierda del país, el hombre que más poder tuvo en la historia de Bolivia. Ahora en silencio, tendrá que reflexionar y saber si supo hacer uso de esos poderes.
La suerte de Evo es que tiene tres años, casi, todavía en el Poder. Está a tiempo de deshacer la peor parte de sus desaciertos. Tiene que devolverle a la justicia su independencia y lo que se pueda de su dignidad. Las cárceles están demasiado llenas de personas que posiblemente sean inocentes. Los fiscales hacen asociaciones imposibles y proceden a detenciones que se convierten en interminables. Sí señor, el ciudadano de a pie, aquel que por lógica es un masista, es injustamente encarcelado. Y no hablemos de la saña con que se ha tratado a los presos políticos y del acusaciones ridículas en el caso de la empresa de Ferrocarriles y en el del famoso Focas dedicado expresamente a Samuel Doria Medina.
Todo ser humano tiene algo de bueno. Varios días en silencio ayudan mucho a reflexionar. Esperemos que no haya concentrado sus pensamientos en la declaración jurada de la notaria que lo vio cruzar aquellos días de abril el umbral de su oficina. Es un tema serio, de primer nivel, pero no da para grandes filosofadas, sólo tiene que ver con ese mandamiento moral cristiano que también era uno imperial incaico. No Mentirás.
El autor es operador de turismo.
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ