Y despertamos sin el MAS en el horizonte
Las sorpresas respecto de los resultados electorales no son una novedad en nuestro país, sucedió en el 2005, y en el 2020. Esta vez, el ganador de la jornada, Rodrigo Paz, había sido ignorado, porque posiblemente los formadores de opinión se ocuparon de los dos contrincantes con mayores posibilidades, y dejaron de lado al portador del carisma pazzamoriano, que había logrado una alianza que no solo ayudaba a restar apoyos al MAS, sino al capitán cochabambino.
Estamos ante una nueva coyuntura de la que en principio nos podemos alegrar enormemente, nos hemos deshecho del MAS, un partido profundamente degradado, pero cuyo mal estaba en sus orígenes.
Fundado alrededor de la reivindicación de la producción de materia prima para hacer cocaína, no podía tener un futuro mejor. Pero todo fue peor gracias al apoyo masivo de un electorado que le dio no solo facilidades para gobernar, sino que le permitió monopolizar el poder al extremo de estar en condiciones de abusar completamente de este.
Lo del MAS fue abuso de poder en su máxima expresión, y precisamente pro eso es que dejó de ser una opción democrática.
Pero señores, hemos despertado de la pesadilla y el monstruo ya no está allí, lo que queda es un electorado que se fascinó con la propuesta y la propaganda de este, y que ante la brutal subida del costo de vida (en relación al boliviano) y ante las inmensas colas para cargar combustible, finalmente se desencantó.
Es una gran oportunidad para la derecha (moderada, y no extrema) del señor Quiroga, pero debemos coincidir en que no es solo por causa de la propaganda masista que buena parte de los bolivianos sean de izquierda, (aunque no son necesariamente comunistas, o socialistas extremos), y de lo que se trata es de crear un espacio donde pueda triunfar el entendimiento antes que la confrontación.
Creo que el triunfo de cualquiera de los dos candidatos en la segunda vuelta no debería hacer que los bolivianos nos rasguemos las vestiduras, creo que, como buenos seres humanos, ambos son un atadillo de defectos y de virtudes.
Y creo que, si se logra una alianza de las tres fuerzas más representadas en el Parlamento para las cosas grandes, se abre la puerta para, por ejemplo, reformar la justicia y solucionar uno de los principales problemas del país.
Creo que también se pueden lograr acuerdos parlamentarios para hacer que el país pueda ser gobernado y logre salir de la crisis heredada del MAS. Todo depende de la madurez de los líderes, y del compromiso y honestidad de los parlamentarios.
Los candidatos a la vicepresidencia de ambas fórmulas tienen sus serios bemoles, el uno no es tan sexy como cree serlo, y el otro se ha pasado de bravucón (y eso en un mundo que tiene que aguantar a un Bukele, no es detalle menor), aunque es posible que ese su comportamiento agrade a buena parte del electorado que dio el triunfo a su fórmula.
Recordemos que los bolivianos tenemos un chip autoritario, y que además ansiamos que le sienten la mano al funcionario público corrupto, no en vano es María Galindo tan popular.
Y aunque sería una maravilla tener un vicepresidente del calibre de José Luis Lupo, lo cierto es que el cargo de vicepresidente es ante todo el de quien está allí cuando el presidente deja de estar.
En circunstancias normales los presidentes terminan su mandato, y los vicepresidentes solo están allí, como un importante repuesto en caso necesario.
El protagonismo que tuvo García en el gobierno de Morales, tuvo que ver con las extremas falencias intelectuales del primer mandatario, pero por favor, no comparen a Morales, con Paz, o con Quiroga.
El vicepresidente tiene el rol que le da el presidente, y absolutamente nada más, si pudiera gravitar en el Parlamento, este hubiera apoyado a Arce cuando tan desesperadamente lo necesitaba.
Esta nueva temporada electoral debería estar marcada por tratar de mostrar al electorado quien es el mejor de los dos candidatos, no quien es el peor, y esperemos que los terraplanistas de ambos espectros sean neutralizados.
Bolivia tiene la gran oportunidad de reencontrarse con una democracia plena, y de profundizarla, esperemos que los actores estén a la altura de las circunstancias.
El autor es operador de turismo
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ