De parranda con Nicanor
Nicanor Segundo Parra, insigne en creación poética, murió el martes pasado, pero … aseguró: “Voy y vuelvo”. El mundo de los poetas maravilla. Gracias a la Vida, gracias a Nicanor Parra, eterno y resurrecto.
El martes 18 de enero falleció, a los 103 , un gran poeta, Nicanor Segundo Parra, conocido como el antipoeta, único en su especie. Tenía la vibración de los grandes: Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Gonzalo Rojas, Guillermo Teillier y pudo haber sido agraciado en vida con el Nobel; pero obtuvo el premio Cervantes para su patria, Chile, la tierra de la poesía.
Nació en un pueblito sureño próximo a las orillas del Biobío, en Concepción, donde el caudaloso río ingresa en el océano Pacífico en forma esplendorosa; allí, el paisaje es soberbio en belleza. Un colega, cirujano y poeta, me condujo a ver el espectáculo desde una altura conveniente; quedé maravillado y comprendí el porqué de la motivación poética de sus seres naturales. De familia de notables artistas, Nicanor fue el mayor de nueve hermanos; entre ellos la inolvidable Violeta Parra, aquella que, a pesar de sus pesares, compuso la canción de trovadores: Gracias a la Vida. Ella tuvo motivación para amar a la vida y su hermano cantó con voz ronca pero en lenguaje sublime de fina ironía.
Cuando asistí a un congreso de cirugía en Valdivia, luego de conocer el Calle-Calle quise hacer mío el río paralelo de Concepción; aproveché el viaje para llegar a Talcahuano donde se encuentra anclado con cadenas, prisionero, desde 1879 cuando fue cercado en el mar boliviano de mejillones, nuestro entrañable buque de guerra, el Huáscar del heroico Almirante Grau.
En ese ambiente, nació el antipoeta, a 120 km de la ciudad penquista, límite norte de la Araucanía. Más tarde, leí sus antipoemas y me adherí a su postura definitivamente proboliviana contra el enclaustramiento.
Su homenaje agrega un valor turístico a la costa santiaguina: Isla Negra de Neruda, San Antonio de Huidobro y Las Cruces de Parra. El mar golpeando con sus olas la poesía chilena.
Un libro de Parra me sorprendió, lo adquirí en San Diego: “Psicoanálisis parra nada”. Estupendo.
Siempre en pos de epitafios, gocé con el suyo: “Por mí no se preocupen. Resolví mis problemas personales. Me salvé por un pelo, pero me salvé. Estoy mejor que cuando estaba bien, Ánimo. Descansen en paz”.
Nicanor Segundo Parra, insigne en creación poética, murió el martes pasado, pero … aseguró: “Voy y vuelvo”. El mundo de los poetas maravilla. Gracias a la Vida, gracias a Nicanor Parra, eterno y resurrecto.
El autor es médico
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