La madre de todos es maltratada
Nuestra Madre, la Madre Tierra, Pachamama, Gaia, o cualquier nombre que prefiera usar, sufre un evidente maltrato por parte de nuestras autoridades; una de ellas es el actual ministro de Hidrocarburos.
De un tiempo a esta parte, este y otros medios de comunicación bolivianos emiten muchas denuncias respecto a derrames, deshechos y contaminaciones que sufren los bosques, manantiales, ríos y selvas, a causa de desperfectos en las explotaciones minerales e hidrocarburíferas.
Una de las más recientes, cuando no la peor, es la fuga de amoniaco proveniente de la planta de úrea y amoniaco, asentada en Bulo Bulo, que ha matado a miles de peces y ganado. La autoridad en cuestión señala que no hay daño, porque la planta tiene seguro. Probablemente, ateniéndose a la letra muerta del contrato de construcción, no existe daño físico a ésta, pero sí se ha producido un tremendo atentado medio ambiental.
Se puede observar que la explotación petrolera es dañina para el medio ambiente a corto y largo plazo. A corto por la apertura de carreteras, las explosiones y otros métodos para la búsqueda de petróleo. A la larga, porque su extracción, sin ningún tipo de control, genera accidentes como el de esta planta. Ejemplos hay por todo lado. En Perú y Ecuador, el daño ha provocado que las comunidades abandonen los campos aledaños por ser inhóspitos.
En Bolivia, el éxodo comenzará pronto. Y es posible que muchos ciudadanos queden sorprendidos al ver a indígenas deambulando por las calles, pidiendo limosna. Y las autoridades del gobierno central seguirán creyendo en su discurso “generador y multiplicador de riquezas para todos los bolivianos” a costa de maltratar a nuestra Madre.
La economía basada en la extracción de recursos naturales sólo conduce a más explotación. De ahí que ojos ávidos, por encontrar nuevos yacimientos, hayan posado su mirada en Tariquía. Las comunidades de este lugar se oponen. Pero sus argumentos se estrellan contra una pared, a pesar de que cuatro de 10 comunidades del distrito, ubicado en la Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía, rechazan el inicio de actividades de exploración hidrocarburífera, al argumentar un firme compromiso con la conservación de la reserva y porque consideran que las promesas de proyectos de desarrollo no llegarán.
Corresponde replantear la forma en que tratamos a la Pachamama y abandonar los discursos proselitistas que nos hacen creer que planes de mitigación ambiental subsanarán problemas actuales y futuros.
La autora es magíster en Comunicación Social
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER