Un cómico de presidente
Las elecciones presidenciales en Ucrania celebradas el 21 de abril 2019 han llevado al poder a Volodymyr Zelensky (41 años), un antiguo humorista, con un inesperado 73% de los votos. La situación se presta a bromas, ya que Zelensky hasta ahora era conocido al público ucraniano como un actor cómico, bromista, gracioso y divertido. El vencedor encarna un cambio profundo frente al presidente saliente mientras que para el país es un salto a lo desconocido.
Los cómicos tienen su historia en la política. En la Edad Media los reyes tenían su bufón, que ocupaba una posición absolutamente única y a quien era permitido de decir cualquier cosa, porque era en broma. A veces estos personajes no sólo que tenían una capacidad de dar sabios consejos a los gobernantes, pero que gozaban de una influencia certera en la corte real.
En tiempos modernos varios son los cómicos que han convertido su popularidad ganada en la escena o en la TV en una popularidad política. Es el caso por ejemplo de Jon Gnarr, el exalcalde de la capital de Islandia, Reykjavik. Otro ejemplo constituye el actual presidente de Guatemala Jimmy Morales quien ganó la popularidad gracias a un programa televisivo “Moralejas”. Beppe Grillo, el cómico italiano y Marian Sarec, el actual primer ministro de Eslovenia son otros ejemplos notables. Zelenski gana popularidad con su programa televisivo “Servidor del pueblo”, donde encarna un personaje positivo y simpático, pero ingenuo y torpe.
Ucrania, el país más extenso de la subregión, es un Estado joven, que ha llegado a su independencia solamente en 1990, después de la desintegración de la Unión Soviética. La historia de Ucrania, como territorio, se inscribe entre sus dos vecinos: Rusia y Polonia. Las guerras contra la dominación de Polonia no lograron la independencia de Ucrania y los cosacos tuvieron que cobijarse bajo la protección rusa. En el siglo XX Ucrania se quedó entre los dos polos de influencia: Rusia y Europa. Actualmente Rusia continúa invadiendo al joven Estado de Ucrania con claras intenciones anexionistas que ya prosperaron en el caso de Crimea.
Rusia se beneficia de la política demográfica propia de la Unión Soviética, que favorecía la creación de las minorías rusas en las repúblicas soviéticas a fin de tener pretexto para intervenir en los asuntos internos de otros países. La penetración “pacífica” de los rusos dejó en Ucrania una minoría rusa de 17% que generalmente no conoce el idioma ucraniano. Actualmente la invasión larvada de Ucrania por los soldados rusos “de vacaciones” continúa en la parte occidental del país mientras que la distribución de los pasaportes rusos en la región rebelde de Donbass es una amenaza para el futuro.
Según Moscú, esta medida tiene sólo carácter humanitario, pero de hecho busca a desestabilizar a Ucrania. Zelensky, en respuesta irónica a su homólogo ruso, ha propuesto los pasaportes ucranianos a los rusos que sufren de autoritarismo en su país. Pero el cómico vencedor de las elecciones ucranianos no hace reír al Kremlin, cuyo jefe está acostumbrado de tratar con los adversarios que comparten sus códigos y su cultura. El propio Putin ha calificado a Zelensky de “ovni”, un fenómeno que jamás ha cruzado el espacio de la ex-URSS.
La tarea que espera a Zelensky es gigantesca: quebrar el sistema corrupto —como lo ha prometido— bajo la presión constante de Rusia agresiva y decidida de hacer fallar a su vecino. Volodymyr Zelensky, quien tenía 13 años en momento de la desaparición de la URSS, encarna no sólo el cambio generacional, pero sobre todo una ruptura política. Para Putin, en el poder desde ya 19 años, será una experiencia nueva, el sucesor de Petro Porochenko no tiene la misma historia ni el mismo sentido de humor.
El autor es comunicador social
Columnas de STANISLAW CZAPLICKI