Cazadores de exclusivas
Nuestra periodista Heidi me cuenta su aventura… en exclusiva. Un joven le pide ayuda con una publicación para recaudar fondos en pro de un niño con hidrocefalia. Acuerdan verse en media hora en la plaza principal para partir de allí a visitar al pequeño.
A la hora convenida, el joven aparece, se disculpa, le dice que también le pidió el mismo favor al periodista de un canal que acostumbra ofrecer sus reportajes “en exclusiva”, y por tanto, no podrá llevarla a ella.
Heidi no se amilana, los ve partir en un jeep, espera unos segundos, toma otro vehículo y, acompañada de un fotógrafo, los persigue. Ésta no se la iban a ganar, piensa. Y así, salieron de la ciudad, zigzagueando por varias calles hasta llegar a la zona sud.
Pero en una esquina, ¡sonamos!, el primer vehículo frena de repente. También lo hace Heidi. Baja el joven del primer auto y recorre la media cuadra que los separa. Le pide por favor que ya no los persigan, que el periodista del canal de exclusivas está molesto, que si la persecución continúa, él se irá.
Y mientras el primer jeep desaparece, Heidi se queda sin saber qué hacer. Espera media hora, y cuando ve que el jeep del periodista del canal en exclusivas reaparece en dirección contraria supone que su cobertura ya terminó. Y como no demoró mucho, tampoco debe estar muy lejos la casa. Pregunta por el vecindario.
Eureka, da con la casa. Hacen la entrevista a la familia y sale la publicación.
Heidi me cuenta feliz su victoria y en ese momento la felicito. Pero después me quedo pensando en qué momento los periodistas pusimos las exclusivas por encima del bien social, en qué momento la cobertura de un niño con hidrocefalia es una competencia entre periodistas en lugar de un trabajo de solidaridad, en qué momento se impone más nuestra egolatría de ganarnos las medallas periodísticas en lugar de pensar en la salud del niño.
Les comparto estas preguntas… en exclusiva.
Editor del suplemento Observador Económico de Los Tiempos
Columnas de LUIS FERNANDO AVENDAÑO