La guerra comercial China-EEUU y el desastre ambiental de la Chiquitanía
Gran parte de lo que se comenta sobre el desastre ambiental en la Chiquitanía está capturado por el ambiente preelectoral (todo habría sido por culpa de los decretos del MAS). Sin embargo, el problema es más complejo y se origina fuera de nuestras fronteras.
El aumento de los impuestos a los productos chinos, dispuesto por el gobierno de Donald Trump, en la China fue respondido con la drástica disminución de la compra de soja norteamericana. El Brasil –junto a EEUU el principal productor de soja a nivel mundial– se ha convertido en la alternativa para sustituir la caída del 50% de las compras de soja norteamericana en el mercado chino.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, entre el año 2000 y el año 2015, al menos un 80% de la deforestación de la Amazonía brasileña se explicaba por la expansión de los campos destinados a la producción de soja. Esta dinámica se redujo como efecto de las políticas ambientalistas que protegían la Amazonía. Pero el ascenso de Bolsonaro al gobierno y la guerra comercial EEUU-China de este año llevaron a la ambientalista Sarah Sax a prever que “la Amazonía podría ser la gran víctima”. El desastre ambiental de septiembre terminó por darle la razón.
Estos desplazamientos comerciales tienen varios efectos en la región. Además del descomunal aumento de la demanda de soja, los chinos también han aumentado su demanda de carne vacuna en América Latina. Junto a la guerra comercial EEUU-China, la fiebre porcina ha afectado a una tercera parte de los chanchos del gigante asiático. Por lo que, además de importar carne porcina de otras latitudes, los chinos también aumentaron el consumo de alternativas como la carne vacuna. El Brasil es el principal exportador de carne vacuna a la China. Pero los chinos quieren más. En mayo de este año El Clarín publicaba una noticia en la que los productores argentinos se mostraban muy satisfechos por las grandes ventas realizadas en la feria de productos alimenticios SIAL, en Shangai.
Estos son los antecedentes internacionales de los acuerdos comerciales entre China y Bolivia para la exportación de soja y de carne vacuna. Pero como bien decía Mao, además de las condiciones externas que modelan el proceso, uno debe reparar en sus contradicciones internas. Los incendios en la Chiquitanía tienen que ver con la existencia de un “movimiento social” de farmers y de junkers en pos de una dinámica ampliada de acumulación originaria de capital y de expansión capitalista de vastas dimensiones (ya se han incendiado más de cuatro millones de hectáreas); autorizados, cierto, por los decretos gubernamentales.
De este modo, a través de los acuerdos de exportación de carne y soja a la China, la liberalización de exportación de soja, la autorización de expansión de la frontera agrícola a favor de agroindustriales soyeros, la dotación de tierras en favor de colonos y los decretos que autorizan las quemas controladas, el gobierno de Evo Morales ha contribuido a “sincronizar” las tendencias globales y regionales con los procesos locales, posibilitando la alineación de las fracciones dominantes de la burguesía (ganaderos, soyeros) y la pequeña burguesía local (campesinos colonizadores) con el imperialismo chino; un nuevo “bloque histórico” que constituye el fundamento sociológico y económico del desastre ambiental.
El autor es investigador del IESE-UMSS
Columnas de LORGIO ORELLANA AILLÓN