Perdido en la papeleta, ahora quiere el voto nulo
Finalmente, el sueño de Evo Morales, que no lo dejó en paz y lo persiguió sin tregua, de estar en la papeleta electoral en los comicios del 17 de agosto, no se ha cumplido. Este desenlace tiene varios episodios, no es un hecho aislado. Es el resultado de un entramado de decisiones, conflictos internos, presiones jurídicas, disputas estratégicas y quiebres de poder.
En ese sentido, para esbozar y proyectar los escenarios que vienen después del 17 de agosto, es importante revisar esa concatenación de hechos políticos que dan lugar a esta ausencia, celebrada por muchos bolivianos.
Ciertamente, el 21F, es el punto de inflexión. Es el inicio de la debacle. Desde esa fatídica fecha, la caída de Morales es sostenida. Lo que vive hoy, es el costo de esa absurda decisión política de habilitarse como candidato el 2019, cuando, todos le decían NO. Si respetaba los resultados de la consulta popular, otro habría sido su destino. Fue un error capital y los costos los arrastra hasta ahora.
Ese error, lo “maldijo” para siempre. El fantasma del 21F lo perseguirá hasta sus últimos días.
El fantasma del 21F, también derrumbo el mito. Cae al subsuelo la imagen de líder indígena incorruptible, alejado de las pasiones humanas, incapaz de mentir y robar. Lejos de aquella imagen de “mesías” -aunque todavía se cree el salvador-, ahora, en el imaginario popular, es un simple mortal, vulgar y contradictorio. Débil frente a los placeres de la carne y abusador, con la mentira y el engaño, entre sus principales aliados.
El 2019, el fantasma del 21F, revestido de revuelta popular, lo acecho y provoco su renuncia. Nunca se podría sostener la tesis de que fue un golpe de Estado, como, todavía, la defienden algunos fanáticos. Fue la revuelta popular que acorralo a Morales e indujo su renuncia.
Como se sabe, alejado del poder, primero se refugia en México, luego en Argentina. Desde ahí, obsesionado por el poder, planifica su retorno. Como no podía ser candidato el 2020, más allá de lo que proclamaban y pedías las bases, decide unilateralmente designar a Luis Arce Catacora como candidato a la presidencia por Movimiento al Socialismo (MAS), proclamándose, el mismo, como “jefe de campaña”.
Seguramente, pensó, a través de Arce Catacora, retomar el poder, gobernando indirectamente. En términos políticos, la decisión, otra vez, fue un error capital. Una de las razones para que Evo no esté en la papeleta, es ese tremendo error. Al final, fue Arce Catacora, el que saco a Morales de la papeleta. De un modo absurdamente pueril, atribuyen la responsabilidad de esta ausencia a los magistrados prorrogados del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) y a los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Estas instancias, ciertamente, cumplieron sus instrucciones. Si se observa bien, en el fondo, Arce Catacora, fue un excelente defensor de los resultados del 21F, al proscribir a Morales de las elecciones del 2025. Le arrebato la sigla. Luego, anulo a todas las otras con las que eventualmente pretendía inscribirse como candidato.
Fue un craso error político, también, iniciar prematuramente su campaña para el 2025. En octubre del 2023, inicia formalmente su carrera como candidato, en el Congreso de Lauca Ñ, proclamándose presidente del partido y único candidato. Esa decisión marca el inicio de la división al interior del partido “hegemónico”.
Como quiera que esa arbitraria proclamación no tuvo aceptación en los sectores “arcistas” del partido, incrustados en el aparato del Estado, más bien reacciones contrarias; Morales instruye a toda su bancada, boicotear la gestión de Arce. Desde el parlamento, con su bancada, se convertirá en el principal opositor. Todo lo que llega del Ejecutivo, debe ser rechazado sistemáticamente. De este modo, de aliados políticos, de alumno a profesor, de discípulo a mentor; se convierten en acérrimos enemigos, ambos se desean recíprocamente “la muerte”. El que proclama la consigna de “patria o muerte”, suplica ahora para que Arce Catacora no lo mate. Lo repitió varias veces en su radio.
En ese conjunto de decisiones políticas, al agotar las vías formales en el TCP y el TSE, para recuperar la sigla y habilitarse como candidato, decide trasladar su lucha a las calles. Al más puro estilo “golpista”, pretendió acortar el mandato de Arce Catacora. Para este fin, el 2024, intento convulsionar el país con una marcha y dos criminales bloqueos. La convulsión tenía que generar violencia, sangre y muertos. Sin embargo, al no alcanzar estos objetivos que debían que culminar con la renuncia del presidente; las movilizaciones y la decisión política, fueron un rotundo fracaso.
No obstante, el fracaso de todas estas estrategias políticas, continuaron amenazando con incendiar al país si Evo no estaba presente en la papeleta. “Sin Evo no hay elecciones”, repetían en los medios, como “papagayos”.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la UMSS
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.