2019: El ocaso de los ídolos
Es posible pensar que los ciclos históricos se van cerrando con cierto orden casi mágico, por azar, karma, destino, etc. Así, desde los sucesos que marcaron el fin de la era neoliberal, en octubre de 2003, no habíamos sido testigos de un año que seguro marcará la historia nacional, en otro octubre, el de las elecciones nacionales 2019 y sus postrimerías. ¿Qué pasó? y ¿Qué extraño sortilegio político generó un final inusitado y hasta extraño?
Para el gran iconoclasta y filósofo alemán F. Nietzsche los verdaderos “ídolos” son las “verdades” que ciertos grupos construyen a manera de discursos en una sociedad y en un tiempo determinado, buscando controlar el pensamiento de la gente con “ideologías” que tienen vida temporal y que llegan a la etapa crepuscular envejeciendo y arrastrando a sus portadores a una muerte histórica.
Durante 13 años, el gobierno del MAS, además, de tener la imagen icónica de un líder caudillista y concentrador de poder, se dedicó a concebir y adorar un ídolo conceptual llamado “proceso de cambio”, en cuyo altar se llevó en sacrificio a la república nacida en 1825, a la independencia de los poderes Estatales, a la vigencia plena de las leyes, al igual que a las libertades y vidas de algunos ciudadanos.
En su lugar nació un abstracto llamado Estado Plurinacional, se parió una Constitución pensada por “progres” de la extrema izquierda europea, mediante la cual se sacralizan derechos de quinta y sexta generación en un país que difícilmente puede proteger los derechos de segunda generación, como la salud. Se había creado un gólem, aquel ser de barro de la mitología hebrea que ocupaba los temores y miedos del imaginario colectivo.
Este ídolo artificial llamado “proceso de cambio” se había agotado en sí mismo, en sus contradicciones. Los portadores de su discurso habían sufrido una metamorfosis íntima y se habían convertido en todo aquello que decían odiar y combatir, confirmando la terrible sospecha que detrás de toda acción humana, expresada en discursos, se ocultan intenciones oscuras que, al ser develadas, llevan a descubrir el rostro “verdadero" de sus portadores, recordándonos una vez más que los discursos e ideologías son mecanismos para falsear la realidad en búsqueda de hacer posible consumar la voluntad de poder.
La sociedad construye ídolos de barro y los adora de manera recurrente. Así se fueron derrumbando, por mencionar algunos: la oligarquía minera de la “rosca” en 1952, los gobiernos militares en 1982, el neoliberalismo en 2003 y ahora le toca morir al eufemístico “proceso de cambio”, que terminó siendo sólo una palabra inanimada.
El ocaso de este ídolo ha reconfigurado de manera acelerada la vida política de nuestro país. En menos de 60 días, personas poderosas pasaron a ser humanos sufrientes de las miserias típicas de la caída del poder; otras pasaron de la gloria cívica al infierno político; pero, sin duda, se abrió el camino hacia un nuevo tiempo en el que pronto surgirá un nuevo ídolo, otro gólem, que adorar y estaremos expectantes, pero, esta vez para cuidar que no tenga los pies de barro.
El autor es abogado constitucionalista
Columnas de JORGE ERNESTO IBÁÑEZ