Reflexión electoral
Existen muchos factores de raigambre ideológica, moral y humana que no permiten entrever el problema del resultado electoral último en Bolivia. Es justamente ahí dónde se manifiestan las bajezas, las mentiras, o los sesgos de distinta índole.
Si hubo o no un fraude electoral, si hubo o no un mal asesoramiento o falta de unidad de los contendientes electorales del MAS, son simplemente meras sospechas u opiniones que no entienden un asunto de capital importancia: el etnocentrismo como factor determinante a la hora de decidir las elecciones pasadas.
¿Qué es el etnocentrismo? La Real Academia de la Lengua Española, lo define como aquella “tendencia emocional que hace de la cultura propia el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos, razas o sociedades”. El etnocentrismo se encalló en el discurso político boliviano desde aproximadamente 20 años. En efecto, ello ocurrió en el momento en que, como sociedad, empezamos a aceptar una polarización de origen cultural, racial y social.
La ya vieja disputa de “orientales” y “occidentales” –o para decirlo en términos breves y más sencillos: entre “collas” y “cambas”, entre “indígenas” y “no indígenas”, entre “campesinos” y “no campesinos”– caló tan hondo en el preconsciente colectivo, que podríamos decir, sin temor a dudas, que se evidencia un factor de índole psicológico y emocional más que racional que explica las acciones políticas y los resultados electorales.
En tales circunstancias, pues, nos encontramos ante un entramado de cuestiones que no se dirimen en el discurso político ni, mucho menos, en la propuesta de gobierno de los pasados contendientes electorales, cuya exposición en los medios de prensa fue pobre. Fueron factores tales como el sentido de pertenencia a una raza, cultura o sociedad, los que verdaderamente determinaron los votos.
En este punto habría que enfatizar que el Movimiento al Socialismo ha sabido capitalizar de mejor manera esta lamentable confrontación permanente, y ha incrementado en muchos momentos un discurso cargado de resentimiento (quién mejor lo sabe hacer es Evo Morales) para captar votos, adherentes y socios políticos en Bolivia y en el extranjero.
¿Cómo quebrar el discurso etnocéntrico? Con educación, promoción y respeto de valores humanos y cívicos comprometidos con el pluralismo político, la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos; lo que precisamente no se hizo en los casi 14 años de gobierno del MAS.
Finalmente, cabe preguntarse si habrá algún cambio de timón con Luis Arce Catacora. Esperemos que sea así, para los fines antes mencionados y el bien del país en su conjunto. ¿El MAS podrá, con Arce Catacora, convertirse en un partido de profundización de la democracia? Esta es una pregunta cuya respuesta se formulará en los cinco años siguientes.
El autor es abogado y escritor
Columnas de MAURICIO OCHOA URIOSTE